EXAMEN A LA MOVILIDAD DE LAS DOS RUEDAS

Siete de cada diez ciclistas pasan en rojo

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL
BARCELONA

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Dos días observando el comportamiento de los ciclistas, amén de la experiencia diaria, bastan para poder confirmar un secreto a voces: las bicis pasan en rojo los semáforos. Pero es justo añadir que la mayoría, por no decir todos, lo hacen asegurándose de que no van a causar un accidente, aunque eso es algo que solo maquilla su actitud imprudente. Este diario ha estudiado siete cruces del Eixample, y de las 210 bicis que se encontraron la señal cerrada, el 72% siguió como si nada.

Queda demostrado que la bicicleta es un vehículo que se comporta como un peatón. Miran a ambos lados, avanzan hasta el límite de la intersección, intentando incluso no poner el pie en el suelo, con ese malabarismo que obliga a girar un poco la rueda delantera, y si la pista está libre y no hay policía a la vista, golpe de pedal y para adelante. Hay otro dato revelador: de los 59 ciclistas que sí se detuvieron, el 28,8% (17) eran turistas. Es más, ni un solo extranjero de los avistados pasó en rojo. Puede que fuera porque hay muchas familias. O porque no conocen la ciudad y no saben si Enric Granados es más o menos peligrosa que Muntaner. La bici nativa sí conoce la zona que pedalea a diario, por eso tiende a confiarse en los puntos en los que sabe que el tráfico contrario es reducido en según qué horas o momentos del día. De ahí las diferencias porcentuales (ver gráfico) entre, por ejemplo, Provença-Enric Granados y  Provença-Muntaner. En el primero pasaron en rojo 26 de 30 ciclistas. En el segundo fueron solo 11. La razón es evidente: Muntaner es una de las principales arterias mar-montaña, así que deja pocos huecos.

FUERA RIESGOS

El ciclista se esmera en no correr riesgos porque sabe que en un siniestro con una moto, un coche o una furgoneta, sale perdiendo de largo. Más aún si se tiene en cuenta que solo 13 de los 210 avistados, el 13,1% llevaban casco. Una vez superado el cruce, lo primero que se encuentran es un paso de peatones que está en verde y en el que a menudo se producen conflictos. Nada serio, algún que otro improperio o un paso atrás. Un par de bicis hacen sonar su timbre sin percatarse de que son ellas las que deberían detenerse.

No se respira una sensación de peligro en ninguno de los siete puntos analizados. Sí de total e impune indisciplina por parte de la mayoría de ciclistas. No es un pasar en rojo de alguien que lo hace por primera vez para ver qué se siente. Se nota que es su actitud habitual, su estrategia para arañar algo de tiempo en su ruta hacia el destino final.

Hay un caso en el que no se puede culpar al ciclista. Los que van en sentido Besòs y llegan a Provença con Enric Granados se encuentran un semáforo para bicis que se pone ámbar cuando el semáforo de la calle -los coches vienen en sentido contrario- se pone verde. Cuando el tráfico se detiene, esta señal de bicis se apaga, de manera que el ciclista, técnicamente, puede seguir adelante, con el riesgo de que se lo coma un repartidor de periódicos que baja por Enric Granados. Las bicis que vienen del otro lado sí tienen el semáforo en rojo, ya que es el que comparten con los coches. ¿Qué pasaría aquí si se produjera un accidente? ¿Quién tendría la razón si, sobre el terreno, tanto la bici que va por Provença como el vehículo que baja por Enric Granados parece que pueden pasar? Si se aplicara la prioridad de la derecha, sería el ciclista el que podría avanzar primero, ¿pero sería ese un argumento que compraría un juez? Todas las respuestas, en el nuevo departamento municipal de Movilidad.

SEGUNDOS SALVADORES

En algunos de estos cruces se han aplicado los seis segundos de rojo total. Normalmente son tres los segundos en los que ambas señales están cerradas, pero hace cuatro años, la unidad de accidentes de la Guardia Urbana, liderada por el veterano Manuel Haro, empezó a doblar el tiempo. El objetivo era salvar la vida de los motoristas, muy propensas a salir antes de tiempo, lo que unido a un vehículo que apura en la perpendicular, equivale a una motocicleta por los suelos (en el 2014 se cayeron cada día 18 pilotos). Esta medida ha beneficiado de rebote a las bicis, ya que requieren de más tiempo para poder cruzar las anchas calles del Eixample.

EL 'STATU QUO'

Visto el resultado de este humilde estudio, asalta la duda sobre si es útil o necesario importar la idea de París de permitir que las bicis pasen en rojo en según qué cruces. Viene a la cabeza el debate sobre si las motos deben usar el carril bus. Lo definió bien el expresidente del RACC, Sebastiá Salvadó: «Lo mejor es mantener el statu quo». Es decir, ¿para qué te vas a poner a regular algo que ya se hace y que parece que todo el mundo ha asimilado?