Seis años de rara unidad

El éxito en la concesión de los JJOO se cocinó a fuego lento, tejiendo acuerdos gracias al protagonismo de un puñado de personalidades bajo la inspiración y la guía de Samaranch

Samaranch, en el momento de desvelar el nombre de Barcelona, en octubre de 1986 en Lausana.

Samaranch, en el momento de desvelar el nombre de Barcelona, en octubre de 1986 en Lausana. / periodico

JOAN CARLES ARMENGOL / BARCELONA

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Desde que Juan Antonio Samaranch ascendió a la presidencia del Comité Olímpico Internacional (COI), en agosto de 1980, hasta que el 17 de octubre de 1986 pronunció su famosa frase "... a la ville de Barsalona", la capital catalana vivió una extraña y quizá irrepetible etapa de unidad que llevó al éxito a la candidatura para los Juegos del 92. No fue una unidad fácil, ni mucho menos una uniformidad, pero por una vez todos los actores supieron poner el objetivo final por encima de sus intereses partidistas, y el resultado fue situar a Barcelona en el mapa del mundo y un salto cualitativo de la ciudad al siglo XXI.

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La cocina de la candidatura olímpica fue complicada, pero llegó a buen puerto por la acción de una docena de personajes que tuvieron un enorme protagonismo. Comenzando por el propio Samaranch, ahora cuestionado desde el propio consistorio, que desde su nuevo puesto convenció tanto al entonces alcalde, Narcís Serra, como al presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, de que era el momento adecuado para hacer realidad los sueños olímpicos de la ciudad.

LA FERIA DE PUJOL

Samaranch fue quien quitó de la cabeza a Pujol -que también acababa de llegar a la presidencia- la realización de una feria universal. "De feria, nada de nada. Hay que ir a conseguir los Juegos, que tienen más eco y dan mucha más publicidad que una feria de muestras", le dijo Samaranch. La cita es del libro 'Que consti en acta', las memorias de Josep Lluís Vilaseca en las que explica detalladamente el proceso de candidatura. En él, el antiguo secretario general del Esport revela también cómo Pujol le encargó representar a la Generalitat en el recién creado Comité Organizador Olímpico Barcelona-92 (COOB). "Si voy, es para colaborar y procurar que los Juegos se hagan, y se hagan bien", advirtió Vilaseca. "Sí, ya sé que nos puede perjudicar políticamente, pero son tan importantes los Juegos para Catalunya que debemos colaborar al máximo porque el país está por encima del partido. Yo te apoyaré en todo", le contestó Pujol. Y así fue.

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La ciudad también obtuvo el apoyo del Gobierno central, pero no sin dificultades. Hasta que Romà Cuyàs fue nombrado secretario de Estado para el Deporte (1982-1987), con el ascenso del PSOE en Madrid, el CSD guardaba en el cajón de su anterior presidente, Jesús Hermida, un informe que hablaba de la supuesta inviabiliad de organizar unos Juegos en Barcelona. Cuyàs fue el encargado no solo de ningunear ese informe sino de elaborar otro informe de efectividad en el que dejaba claro que Barcelona podía organizar semejante acontecimiento. Además, desde su efímero puesto de presidente del COE (1983-84), Cuyàs logró que el comité centrara sus esfuerzos en los Juegos de verano y desestimara las candidaturas de Jaca Granada para los de invierno. "Francia no hizo lo mismo, presentó a París y Albertville para el mismo año, y el COI le dio la calderilla", recuerda hoy Cuyàs.

"Cuyàs fue una de las dos personas más decisivas para el éxito de nuestros Juegos. Él lo fue en el periodo de candidatura porque transformó en viable aquel famoso informe que los hacía inviables. El otro fue Josep Miquel Abad, a la hora de ejecutarlos, cosa que hizo de una manera muy seria y totalmente profesional", explica Vilaseca. Cuyàs, sin falsas modestias, está de acuerdo, pero añade un tercer nombre. "El entendimiento con la Generalitat fue sobre todo gracias a Vilaseca, que es oro puro".

LA 'CAJA MÁGICA'

Otros tres nombres salen siempre en el momento de rememorar aquellos intensos años de candidatura olímpica. Los de los empresarios Carles Ferrar Salat y Leopoldo Rodés, y del embajador Ignasi Masferrer, muerto prematuramente. "Vosotros podéis trabajar muy bien el dosier, pero no servirá de nada si no os preocupáis primero de tener los Juegos", había advertido Samaranch. Siguiendo su consejo, los empresarios visitaron o recibieron a los 90 miembros del COI con voto, los agasajaron y les regalaron la Caja Mágica, un lujoso mueblecito de madera con el dosier y toda la información en el interior.

Todos esos miembros sabían que la candidatura de Barcelona era, sobre todo, la obra cumbre del hombre que les presidía en el COI. La victoria sobre París en la tercera votación de Lausana (47 votos a 23) certificó el éxito de esa voluntad: "... a la ville de Barsalona".