¿Es la Sagrada Família una obra de Gaudí?

Los gaudinistas pretenden que todo el legado del arquitecto sea patrimonio de la humanidad, pero del templo expiatorio solo lo son, por ahora, dos porciones

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CARLES COLS / BARCELONA

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El Congreso Mundial sobre Gaudí que esta semana se ha celebrado en Barcelona regresará dentro de dos años, pero los organizadores tienen proyectos en marcha para antes del 2018. Trabajan en una cronografía de Antoni Gaudí, es decir, un inventario exhaustivo de todas las obras del genial arquitecto (las conocidas, las desaparecidas…), una tarea que no es fácil, porque como recuerda Manuel Medarde, antropólogo, ingeniero y conservador de la cripta de la Colonia Güell, en algunos momentos de su vida llegó a trabajar en 15 proyectos simultáneamente. La meta, sin embargo, no es solo publicar una gaudipedia. El propósito es reivindicar para Gaudí el mismo trato que la Unesco ha concedido a Le Corbusier, un caso único, pues toda su obra está considerada patrimonio de la humanidad. Ese es el plan. Una pregunta consecuente es, por lo tanto, ¿puede ser el conjunto de la Sagrada Família algún día patrimonio de la humanidad?

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Una revista satírica publicó hace años un título que parodiaba los de la revista ‘Muy interesante’: “¿Hay agua en el mar?”. Con el mismo propósito de llamar la atención se puede titular perfectamente “¿Es la Sagrada Família una obra de Gaudí?”, algo, un interrogante, según se mire, no tan disparatado.

Siete obras de Gaudí son patrimonio de la humanidad, seis en Barcelona y una Santa Coloma de Cervelló, la Cripta de la Colonia Güell. Las de Barcelona no son un examen difícil de responder. Están el parque y el palacio Güell, las casas Milà, Batlló y Vicens y, por último y por supuesto, la Sagrada Família, pero solo dos porciones, la fachada del Nacimiento y la cripta.

CUBIERTAS DE VOLTA CATALANA

Jordi Bonet, que entre 1987 y el 2012 fue el máximo responsable de las obras de la Sagrada Família y que ha participado activamente como público en el congreso, está convencido de que todo el templo en su conjunto merecerá ese título de la Unesco cuando concluyan los trabajos. Su tesis es conocida. La continuación de las obras del templo no es un capricho ajeno a la voluntad del propio Gaudí. El arquitecto de Reus era consciente de que no vería terminada la obra y dejó, a veces por escrito, algunas instrucciones, como por ejemplo que las cubiertas de las naves se realizaran “exclusivamente con material cerámico”. No valía allí, llegado el caso, el uso de materiales como el titanio, que se ha utilizado combinado con piedra en otras partes de la construcción y con muy satisfactorios resultados. Al final -prosigue Bonet- se recuperó para las cubiertas una versión mayúscula de la técnica de la volta catalana que, según dice, causará admiración entre el público cuando se pueda visitar.

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Bonet, en definitiva, sostiene que toda la Sagrada Família debe ser considerada una obra de Gaudí y, en consecuencia, ser patrimonio de la humanidad.

En el congreso ha sido posible cosechar opiniones distintas, por ejemplo la del autor de una de las ponencias más controvertidas, Josep Maria Tarragona, que asegura haber encontrado en la iglesia de Sant Joan de Gràcia un Gaudí inédito. Tarragona sostiene que al menos la nave central de la Sagrada Família, por sus soluciones arquitectónicas, merecería el mismo reconocimiento que la cripta y la fachada del Nacimiento.

CONTRARRELOJ

El caso no deja de tener su gracia. De todo el legado de Gaudí, el más visitado es, paradójicamente, el que no puede presumir de tener un 100% de adn gaudiniano y que al final podría quedarse solo con un reconocimiento parcial por parte de la Unesco. Según se mire, puede ser una decisión acertada. Gaudí era un hombre que se tomaba su tiempo. Necesitó un año para decidir la iluminación de la cripta de la Colonia Güell. Lo necesitó porque quisó presenciar el tipo de luz que proyectaba el sol durante 365 días. Las obras de la Sagrada Família avanzan actualmente a contrarreloj, con el propósito de completarse en el centenario de la muerte del arquitecto. Trabajar con una cuenta atrás es muy poco Gaudí. Por eso resulta llamativo el caso de un importante asistente al congreso que pide permanecer en el anonimato. Es una eminencia en Gaudí. Confiesa que cuando visita Barcelona evita expresamente aproximarse a la Sagrada Família. Le duele.