Cierre la puerta con llave

Dos mossos ponen avisos para evitar robos en pisos de la calle de Entença.

Dos mossos ponen avisos para evitar robos en pisos de la calle de Entença.

GUILLEM SÀNCHEZ / BARCELONA

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El relato de las tres víctimas coincide. Todas se sintieron de algún modo «violadas». Pies desconocidos se «habían paseado» por su pasillo, dice Elisenda. Manos que imaginaron «sucias» habían escarbado en su cajón «de la ropa interior». Al abrir la puerta de su casa, descubrieron que un hogar decorado con mimo acababa de ser maltratado por extraños. Todos los secretos quedaron al descubierto. Un espacio íntimo que de golpe pasó a ser público. «Mi diario personal y las fotos», todo expuesto ante los ladrones y también ante la policía, que lo revolvió todo nuevamente en busca de pistas para detenerlos, cuenta Clara.

Con los días, aparecen «la rabia y el miedo», explica Montse. La rabia porque poco a poco se va consiguiendo un inventario más exacto de todo lo que se han llevado. El miedo porque «ya no se vuelve a entrar en casa como se hacía antes». Son síntomas habituales relacionados con los robos en los domicilios. Uno de los delitos que más inquieta a los ciudadanos y que en este 2015 ha aumentado un 20%, según cifras internas de los Mossos d'Esquadra a las que ha tenido acceso EL PERIÓDICO. La plaga fue más severa durante el pasado verano. Cuando las vacaciones vaciaron la ciudad, los ladrones siguieron trabajando e hicieron su agosto. Los allanamientos de pisos subieron más del 30%.

CASTIGO MENOR

El código penal es mucho más duro con los criminales que atacan a las personas que con los que roban sin hacerles daño. En el primer caso, el juez suele ordenar su ingreso en prisión preventivamente y en el segundo los deja en libertad tras 72 horas de arresto. Los que más claro lo tienen son ellos. Por eso reconocen el terreno previamente y buscan pisos vacíos. Y si yerran, tratan de huir sin tocar a los propietarios. Solo uno de cada 10 asaltos que ocurren en la ciudad lo comete alguien que agrede a los inquilinos.

No son violentos, pero cada vez son más mañosos. El presidente del Gremi de Serrallers de Catalunya, Jesús González, asegura que su grado de especialización es alto. «En internet hay tutoriales para abrir cualquier cerradura», explica, e incluso «existen cursos de cerrajería que por 400 euros lo enseñan en persona».

«Han logrado entrar sin que parezca que han entrado», insiste. Con radiografías, ganzúas o llaves inglesas fuerzan las puertas sin dejar ningún rastro externo.

Los Mossos admiten que estos robos se han «disparado» en el último año. También, que los delincuentes han mejorado. Prueba de ello es que la unidad científica rara vez encuentra huellas dactilares porque ahora «acostumbran a usar guantes».

OPORTUNISTAS

Sí desmienten rotundamente que en Barcelona existan «grupos criminales organizados». Y mucho menos «que sean del este», como ocurrió en España cuando se desintegró Yugoslavia. La ciudad está siendo castigada sobre todo por «oportunistas» que aprovechan «descuidos» de los ciudadanos.

Para contenerlos, los Mossos activaron en verano un plan operativo estacional que, por un lado, prioriza la lucha contra estas irrupciones y, por el otro, dispone policías para colaborar con inmobiliarias y asociaciones de vecinos dando consejos que puedan protegerlos.

Dos medidas bastarían para impedir la mayoría de robos: «Cerrar la puerta del domicilio siempre con llave», aunque sea para bajar a resolver un recado de solo unos minutos, y «cerrar también la puerta que da acceso a la finca».

El secretario general del Sindicat de Mossos d'Esquadra, Toni Castejón, relaciona el incremento con una falta de efectivos que sufre todo el cuerpo policial catalán. Una debilidad que les impide contar con más «agentes de paisano» para sorprenderlos in fraganti. Pillarlos con las manos en la masa no es algo menor, hubiera minimizado las pesadillas de Elisenda, Montse y Clara.