REPARACIÓN DE UN SÍMBOLO DE BARCELONA

El renacimiento del avión del Tibidabo

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El avión del Tibidabo cobra músculo en un nave de Castellbisbal, a la vera del Llobregat. Todavía le queda mes y medio de chapa y pintura, pero ya va tomando forma, aunque a cualquier barcelonés le daría algo de pena verlo así; desnudo. Por ahora se distingue un esqueleto forjado en madera (la original, oscurecida), metal y aluminio. También las alas, una de las cuales reposa en el suelo. Sobre la coraza se colocará la ‘piel’. En el interior, las butacas originales, restauradas. Y a finales de mayo, si se cumplen los plazos, volverá a dar vueltas en lo más alto de Collserola. A la visita de obra de este miércoles se han apuntado todos los implicados en el proyecto: el parque, la constructora y el diseñador

Daniel Freixes es un veterano arquitecto y creador de espacios efímeros que en los últimos 15 años ha mantenido una intensa relación con el parque de atracciones. De su puño y cerebro salió el plan director del Tibidabo que no se ha podido desplegar en su totalidad por las estrecheces del presupuesto en tiempos aciagos. De su estudio también ha salido el nuevo diseño del avión. Que de hecho tiene poco de nuevo porque de lo que se trata es de “mantener el espíritu, de que siga siendo reconocible por los ciudadanos que llevan casi 90 años visitándolo”. Con una metáfora lo resume todo: “Esto es como hacer ‘pa amb tomàquet’, sabes muy bien cómo se hace, pero tienes que hacerlo bien, con buenos ingredientes, para que no te quede mal”. Y así, encajando piezas, ideas, personas y capacidades, es como el avión del Tibidabo va perfilando su renacimiento.

{"zeta-legacy-image-100":{"imageSrc":"https:\/\/estaticos.elperiodico.com\/resources\/jpg\/3\/0\/1491411214103.jpg","author":"RICARD FADRIQUE","footer":null}}

"SORPRESAS PREVISIBLES"

Se lo llevaron de la montaña el 31 de enero. Quedó desmembrado en la base de la atracción y fue trasladado por piezas al 'hangar' después de 87 años de servicio y haber dado el equivalente a 20 vueltas a la Tierra. Se encarga del trabajo la empresa Voracys, que ganó el concurso público y se embolsará cerca de 300.000 euros más IVA una vez devuelva la pieza al parque. Alberto Buil, director de construcción de esta compañía, explica que al despojar el aparato de su envoltorio se encontraron alguna que otra "sorpresa que era previsible". Básicamente, capas de madera, chapa y fibra de vidrio que son, de hecho, el reflejo de cómo los materiales han avanzado en las últimas décadas y de cómo se iban colocando en la atracción para blindarla de las inclemencias. Asegura que el coste de la reparación no debe distar mucho del precio de uno nuevo. Pero hablar de eso es casi blasfemar, porque este es un emblema de Barcelona, a la altura, según aporta Freixes, "de las golondrinas, las fuentes de Montjuïc o la torres del teleférico".

Joan Manuel Esquius es el jefe de mantenimiento del parque. Es también un hombre al que parece gustarle su trabajo. Cuenta que el avión terminará teniendo el mismo peso (¿Si pesara menos iría más deprisa? "No"), que los asientos "parecerán más realistas". Y que el revestimiento será de aluminio. "Lo que hacemos se parece a la reconstrucción de un coche clásico", describe. Esquius aporta una novedad: "En la cola de gente esperando se colocarán tres o cuatro plafones que resumirán la historia del avión".

SERÁ UN "ROJO FERRARI"

Freixes charla con Rosa Ortiz, directora del Tibidabo, entusiasmada con las anécdotas del arquitecto de 71 años. Avanza que el avión será de color "rojo Ferrari", muy similar a la tonalidad de la montaña rusa, y que el objetivo de fondo es recuperar el "cutis reconocible por todos los barceloneses". Sobre los colores, sobre ese rojo Ferrari, aporta el "azul Ducados", y de cómo ciertas compañías han conseguido convertir su tonalidad en una marca propia. "Tal y como está parece un insecto gigante", dice Freixes, que amortigua la comparación asegurando que el avión "soporta la memoria colectiva de muchas generaciones de barceloneses". Él mismo se subió cuando era pequeño, fue el primer avión al que se subió, en unos tiempos en los que también solía ir al aeropuerto de El Prat, a la terraza desde la que podías ir a ver despegar y aterrizar a los aeroplanos de verdad. Curioso, tras la eliminación de la Festa al Cel, el avión del parque ha quedado como único homenaje de la capital catalana a la aviación. Es, de hecho, una réplica exacta del Rohrbach Ro VIII Roland de fabricación alemana que el Estado español adquirió para cubrir los trayectos entre Madrid y Barcelona a finales de los años 20. 

{"zeta-legacy-image-100":{"imageSrc":"https:\/\/estaticos.elperiodico.com\/resources\/jpg\/1\/8\/1491411153781.jpg","author":"RICARD FADRIQUE","footer":"El interior del avi\u00f3n, donde habr\u00e1 que instalar los asientos restaurados.\u00a0"}}

Sobre el parque, Ortiz admite que el margen de crecimiento "es muy escaso". Freixes asiente, pero cree que sí hay terreno por explorar "en zonas semienterradas". Lo que parece descartado (se planteó en tiempos de CiU) es la privatización del parque de atracciones. "Sería una locura", se queja el arquitecto, que se acuerda de los tiempos en los que Javier de la Rosa se hizo con el Tibidabo. Lo que se hace es mejorar en la medida de lo posible. Como la renovación del tren 'Chu Chu', a cargo de Freixes. El arquitecto ha llenado la atracción de frutas y verduras gigantes y, según Ortiz, se ha convertido en una de las más demandadas. "A los niños les gustan las cosas muy pequeñas y muy grandes. No hacen falta cosas espectaculares, basta con pensar un poco".