INICIATIVA SOCIOEDUCATIVA

Fatou: "Racismo es que me digan qué guapa eres para ser negra"

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Helena López

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Sábado por la tarde lluvioso en la rebotica de la tienda del Top Manta en el Raval. Los Ardits, los chicos de entre 11 y 13 años del Esplai GMM de Gràcia, llenan la pequeña sala, sentados en el suelo, junto a sus chaquetas mojadas y sus mochilas. Son un esplai, no tienen el más mínimo problema con ello. En la paredes, colgadas en cuerdas, camisetas con textos como 'el racismo institucional nos condena a la manta' o 'fake system, true clothes'. Entre semana, el lugar sirve de taller para elaborar los diseños 'manteros'. Los sábados por la tarde se convierte en sede de la Escuelita Antiracista del Espacio del Inmigrante y del Sindicato Mantero; proyecto que nace para poner en evidencia un racismo "muy sutil", "que todos ejercemos pero que nadie quiere reconocer", señalan. "Queremos sensibilizar a los más pequeños sobre cómo las personas racializadas reciben rechazo hacia sus cuerpos 24 horas al día, desde que salen por la puerta de su casa, sin que nadie se responsabilice de ello", apunta Ulises, uno de los impulsores de la iniciativa.

La sesión comienza con una presentación para romper el hielo. Fatou, una de las maestras, explica que viene de Senegal; aunque este sábado ha venido desde Granollers, donde vive desde muy pequeña, con lo que ha experimentado en su propia piel lo que es que la llamen "negra" en el colegio o que al contarle a un profesor que no pudo hacer los deberes porque la tarde anterior se encontró mal este diera menos credibilidad a su explicación que a la misma excusa dada por un compañero blanco. Siguen con la ronda de presentaciones. Les toca el turno a los niños del esplai Martí dice que "viene de Catalunya"; igual que Guim; Guiu, Claudia... 

Racismo disfrazado de bullying

"¿Qué creen que pasa con el racismo? Parece que en el colegio se habla mucho de bullying pero a veces se oculta una cosa con la otra. No es lo mismo que se metan contigo porque llevas brackets o gafas que porque seas negro. Los brackets y las gafas te los puedes quitar, pero, si eres negro, lo serás toda la vida", expone Ulises ante un desordenado auditorio que no puede mostrarse más atento.

-¿Alguna vez habéis presenciado un acto racista? ¿Habéis escuchado llamar a alguien machupichusudaca, moro, paki cerveza-beer?

Silencio.

El hielo aún no se ha roto. No es fácil. Para que reflexionen, Estefi, otra de las monitoras, propone una dinámica de grupo. Les pide que se pongan en fila. Los niños obedecen y les va marcando en la espalda con un círculo. Algunos, los menos, azul. Otros, los más, rojo. Los divide por colores y entrega a la minoría azul una baraja de cartas y a la mayoría roja, otra. Al segundo grupo, además, les da plastelina y celo. "Tenéis cinco minutos para levantar un castillo de naipes. El que construya el castillo más alto, gana", ordena.

Pasados los cinco minutos, vuelven a sentarse en un solo círculo. Obviamente, han ganado los rojos. "¿Os parece que ha sido justo?", plantea la dinamizadora. "¡No!", coinciden todos. "Los rojos eran muchos más y tenían celo y plastelina. ¡Nosotros estábamos en minoría y no teníamos de nada!", reflexiona una de las niñas del equipo azul. "¡Ah! ¡Mala suerte!", contesta Estefi.

"¿Los sientes? Son tus privilegios"

"Privilegios. Eso son los privilegios. ¿Quién ha decidido quién formaba parte de un equipo y quién del otro? ¿Era justo separaros por colores?", les hace reflexionar. "¿Cómo os habéis sentido, equipo azul, sabiendo que estabais condenados a perder?", prosigue. "Si hubierais hecho trampas... ¿habría sido comprensible? ¿Qué hubiera pasado si los que no teníais nada hubierais robado celo al otro equipo?". "¿Por qué nadie del equipo rojo ha dicho que era injusto que en el equipo azul fueran tan pocos y se ha cambiado de equipo?".  

"¡Yo no sabía que ellos no tenían ni celo ni plastelina!", exclama uno de los niños del equipo ganador. "¡Exacto! A veces tenemos a gente al lado pasándolo mal y no nos damos cuenta. Ni siquiera miramos...", contesta la maestra

Los niños hablan poco, pero sus caras lo hacen por ellos. Lo han entendido.

"Imaginad vivir así, en minoría, sin privilegios, cada día, cada minuto", continua Estefi. 

Toma entonces la palabra Ochy, joven cubano, otro de los maestros. "¿Por qué nadie del equipo azul ha doblado las cartas, para intentar ganar estabilidad y altura? ¿Por qué no nos planteamos, ante la injusticia, salirnos de la norma? Nadie ha dicho que las cartas no se pudieran doblar o cortar, pero ni se os ha pasado por la cabeza...", señala. Los niños siguen callados. Sus caras siguen atónitas. Digiriendo.  

"No aceptar al raro según yo"

Ante el silencio, Fatou toma la palabra de nuevo. "El racismo empieza en comentarios como 'qué guapa eres, para ser negra' o 'qué bien hablas catalán, para ser negra, como si por ser negra dieran por hecho que no tengo que saber hablar en catalán", narra antes de pedir a los niños que si presencian actos racistas los denuncien. "No preocupa solo el que dice 'moro', sino el que lo ve y calla", concluye antes de lanzar una última reflexión: "El racismo es, también, no aceptar la diferencia, no aceptar al raro según yo". 

Ochy aporta otra experiencia personal, sin duda las que más llegan a los chavales. Cuenta que el otro día salía de la tienda, donde ahora están reunidos, en la dura calle de En Roig, y unos policías le pidieron que se identificara. Al comprobar su educación exquisita y que toda su documentación estaba en regla, uno de los agentes le comentó que el problema era su aspecto. "Me preguntó que por qué llevaba estas rastas -recuerda-; solo le faltó preguntarme que por qué era negro". 

¿Quién hay detrás de la Escuelita?

El <strong>Espacio del Inmigrante</strong> es un<span style="font-size: 1.6rem; line-height: 2.6rem;"> colectivo independiente nacido para hacer frente a la situación generada por los<a href="https://www.elperiodico.com/es/sociedad/20160623/marginados-hasta-en-la-sanidad-5224348"> <strong>cambios ocurridos en las leyes de asistencia sociosanitaria,</strong></a> que les llevaron a organizarse para dar un espacio de acogida y acompañamiento a aquellas personas que se encontraban <strong>excluidas por su situación legal, económica o administrativa. </strong>Su labor inicial se asentaba en </span><span style="font-size: 1.6rem; line-height: 2.6rem;">cuatro pilares: la consulta médica, en la que valoraban </span><span style="font-size: 1.6rem; line-height: 2.6rem;">la gravedad y orientación diagnóstica a <strong>personas sin tarjeta sanitaria</strong> o en situación administrativa irregular; la<strong> oficina de derechos del migrante</strong>, que ofrecía </span><span style="font-size: 1.6rem; line-height: 2.6rem;">asesoría legal y administrativa a personas en situación irregular o excluidas del sistema; y un grupo de </span><span style="font-size: 1.6rem; line-height: 2.6rem;">acompañamiento de personas afectadas a entidades públicas y/o privadas para que reciban <strong>la atención profesional que necesiten.</strong></span>