Pulso entre vecinos y empresarios por las terrazas de la Rambla del Poblenou de Barcelona

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HELENA LÓPEZ / PATRICIA CASTÁN / BARCELONA

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El Poblenou decidirá en los próximos días cómo se resuelve un nuevo duelo de intereses -empresarial y vecinal- en un barrio que en poco tiempo ha dado el salto al turismo y la hiperactividad hostelera. El vecindario organizado no piensa quedarse con los brazos cruzados mientras ve cómo el barrio se convierte a pasos agigantados en un espacio reservado al visitante, dicen. El debate está en la calle en el otrora Manchester catalán, ya que los restauradores de su Rambla, a su vez, no están dispuestos a perder el espacio (público) conquistado por sus terrazas y además esgrimen el apoyo de muchos clientes. Se prevé que la nueva ordenanza de terrazas se aplicará desde julio.

El distrito de Sant Martí ve excesivas las 1.848 sillas y 462 mesas en las 56 terrazas autorizadas, más las que a veces afloran sin permiso. El plan propuesto para esta zona, con normativa específica por ser uno de los 30 ejes singulares de terraceo de la ciudad, prevé la pérdida de un centenar de mesas. En conjunto sería un 20% de la oferta. Pero la intención municipal es redistribuirlas, para que la docena de establecimientos que no tenían velador (por una moratoria) tengan alguna mesa y para evitar algunos tramos de saturación. Y ahí radica el conflicto, ya que para los operadores de más solera (y más mesas) el reajuste ronda el 50% o 60%.    

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Tras la huelga (el pasado 24 de abril) de los restauradores de la Rambla del Poblenou en contra de la reducción de mesas, la plataforma vecinal Fem Rambla insiste en que el ajuste es imprescindible para recuperar un espacio “público”. Los operadores aluden a la previsible pérdida de puestos de trabajo. La pugna está abierta. 

Los vecinos movilizados no solo celebran el recorte previsto, sino que critican que el borrador del plan que han visto -desconocen aún el detalle definitivo- deja fuera peticiones que creen básicas, como no restringir más su apertura y que se establezcan nuevos mecanismos de inspección para que se hagan cumplir los horarios y “la normativa esencial”.

MÁS AJUSTES

Estos residentes proponen que de domingo a jueves las terrazas puedan abrir hasta las 23.00 horas, y los sábados y vigilias de festivo hasta las 00.00 horas “para garantizar el derecho al descanso”. Una hora menos que en el resto de la ciudad. Precisamente ese derecho es el que reivindica Stefania Grassi, vecina de la Rambla hace una década. “Estos años esto ha cambiado mucho. No hacen más que abrir bares y restaurantes, parece que solo comamos y bebamos”, asegura esta vecina, que busca piso para marcharse. “Tenemos miedo de que esto acabe siendo la nueva Barceloneta. Un lugar en el que solo puedas encontrar franquicias, negocios de alquiler de bicis y hamburgueserías”, remata.

GENTRIFICACIÓN

“Si seguimos así nos acabaremos encontrando una Rambla donde el 80% de los establecimientos no sean para los vecinos sino para los turistas”, advierte Pere Mariné, miembro del colectivo Fem Rambla. Mariné coincide con Grassi en que el problema de raíz es que cada vez hay menos comercios “para los vecinos”. Han ido cerrando los de barrio -ferreterías, panaderías, fruterías- y en su lugar aparecen negocios enfocados (casi) exclusivamente al turismo. “El problema no es que haya terrazas, sino que solo haya terrazas”, apunta.

El ayuntamiento trató de poner freno a esta tendencia en el 2014 con un plan de usos que limitaba por fin los bares. Pero desde el 2012 ya se incrementaron en un 50%. Ahora afloran otros negocios también orientados al viajero.

En el pulso, además, participa un tercer protagonista: los clientes, que en muchas ocasiones son vecinos del distrito. Antoni Ramos, presidente de la Associació d'Hostaleria de la Rambla del Poblenou, asegura que el día de la huelga recogieron más de 3.000 firmas de apoyo, que a día de hoy son ya más de 8.000. Han intentado sin éxito llevárselas a la alcaldesa Ada Colau y pedirle que suavice el recorte. Se quejan de no ser escuchados, por lo que no asistirán a la reunión multisectorial de la Comisión Técnica de Terrazas de este jueves. El ayuntamiento tiene previsto explicar la mencionada propuesta, cara a su inminente aprobación inicial. Tras un mes de alegaciones, el consistorio asegura que se aprobará en julio para su implantación este mismo verano. 

Desde el distrito aseguran que, conscientes del riesgo de la masificación turística, aspiran a conservar la esencia del barrio. “El verano pasado la situación en la Rambla era insostenible. La nueva ordenanza quiere evitar esa masificación y quiere hacerlo ya este verano”, apunta una voz municipal, quien intenta tranquilizar a los vecinos asegurando que la tregua de la Guardia Urbana de las últimas semanas -“para no negociar con presión”- tiene los días contados.

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