MEMORIA
Barcelona evoca este fin de semana el "terror" de los bombardeos de 1938
Una proyección de luz y sonido en la fachada del ayuntamiento recuerda los tres días de marzo en los que murieron un millar de personas
Ernest Alós
Coordinador de Opinión y Participación
Periodista
Ernest Alós
Durante tres días, el 16, el 17 y el 18 de marzo de 1938, Barcelona sufrió 12 bombardeos de la aviación italiana, uno tras otro, hasta sumar un millar de muertos y unos 1.500 heridos. La ciudad los recordará con una instalación de luz y sonido, en la plaza de Sant Jaume, que evoca el «horror» de los bombardeos que quisieron desmoralizarla y fueron aún más letales de lo esperado por el estallido de un camión de explosivos en la Gran Via, pero aún más el deseo de los barceloneses de «aferrarse a la vida». La proyección, con una duración de 10 minutos y que, junto a una exposición en el Born este verano, será el acto principal del programa de memoria Barcelona bombardejada, se repetirá cada 15 minutos (este viernes de 20.15 a 22 h. y el sábado y domingo de 19.30 a 21 h.
Aquel horror aparece solo sugerido en la obra del artista Xavier Bové, con la periodista italiana Daniela Aronica como comisaria y que este jueves ha podido verse durante el ensayo general del montaje. La voz del reconocido actor y director teatral Pino Micol lee en italiano el telegrama por el que el Duce ordenó a sus aviones machacar Barcelona, mientras las siluetas de estos recorren la fachada del Ayuntamiento: «Roma 16/3/38. XVI año de la era fascista. Urgentísimo. Iniciar desde esta noche acción violenta en la ciudad de Barcelona, con martilleo diluido en el tiempo». La proyección recuerda que «durante 41 horas, la ciudad de Barcelona es devastada por los bombardeos continuos de la aviación fascista italiana».
Una semilla
Pero la figura que dibujan los focos, con el sonido de un bramido de motores, no es una bomba, sino una semilla que cae del cielo. Y esa semilla germina, entre voces etéreas, hasta convertirse en un árbol, el árbol de la memoria.
El texto sigue recordando, mientras las imágenes y el sonido optan más por lo evocativo que por la representación de la masacre, que «pese a la crueldad de una guerra fratricida, convertida desde un principio en un conflicto internacionalizado en el que se bombardeaban ciudades para ver los efectos del terror sobre la población, los barceloneses intentaban sobreponerse a tanto horror. Intentaban dar una sensación de normalidad que era más una manifestación pública de aferrarse a la vida que una íntima voluntad de alejarse de la muerte».
El árbol que crece en la plaza Sant Jaume, reza el guion del homenaje, es «una suma de muchas voces anónimas que, juntas, forman un clamor por la paz y la libertad, una mirada al cielo sin miedo». Esa mirada al cielo la trazan 24 focos que iluminarán este fin de semana el cielo de Barcelona. Como si fuesen reflectores antiaéreos que ya no tienen enemigo que detectar.
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