BARCELONEANDO

Empezar el año con el agua al cuello

Unas 900 personas estrenan el 2018 bañándose en la playa de Sant Sebastià a 14 grados. Así es como se sobrevive al primer baño del año

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Ana Sánchez

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Salir a la calle el 1 de enero por la mañana es como despertarse en ‘The walking dead’: solo hay zombis y gente con pinta de superviviente. Hasta que llegas a la Barceloneta. Y te encuentras una marabunta en bañador a lo Salou en agosto. “Qué locos”, diría al verlos cualquiera que lleve tres capas de ropa. Dejas de pensarlo en cuanto te quedas en biquini entre 900 personas. 

Es "el primer baño del año", la 21ª edición que organiza el Club Natació Atlètic-Barceloneta. La cita es en la playa de Sant Sebastià, delante del club. Hace sol, pero con viento. Como si tuvieras al lado a Trump meneando compulsivamente su flequillo. Temperatura ambiente: 14 grados según el iPhone. Un día primaveral, dirán los paseantes con anorak. Con bikini se le pone la piel de gallina a cualquiera que no sea la princesa de ‘Frozen’.

"Cuando lo pruebas, te engancha"

“Luego hay un caldito muy rico”, te anima María Rosa en el vestuario del club mientras te vas quitando la ropa con poca convicción. “Cuando lo pruebas, te engancha -garantiza-. Sales con un bienestar…”. La tienes que creer: lleva seis años estrenando así el año. “Es liberador, ya verás”, asiente al lado Sandra. Y eso que ella ha venido hoy con faringitis.

Sales del vestuario con sonrisa nerviosa de neófita, con tu biquini, tus chanclas y envuelta en una toalla como si te hubiera arropado tu madre. “Sentido del humor tenemos”, dice Amparo camino de la playa con el albornoz de hacer surf de su hijo. “Este mes cumplo 60”, justifica su valentía. Es su segunda vez, pero no ha conseguido arrastrar a nadie de la familia. “Dicen que yo vaya pasando y que luego se lo cuente”, se ríe. Bárbara camina sin titubear, aunque se estrena hoy. “Me he separado –explica-, he cambiado de vida”. Terminará metiendo en el agua la cabeza y todo.   

"El agua está a 12 grados y medio", anuncia Julián sin pestañear. Él lleva 40 años estrenando el 1 de enero en el mar

¿A qué temperatura está el mar?, preguntas apretando la mandíbula, como cuando pides la cuenta. “El agua está a 12 grados y medio”, anuncia Julián, un veterano. Lleva viniendo 40 años. En el club luego dirán que el mar estaba a 16 grados. En cualquier caso –comprobarás en breve- es la temperatura que popularmente se conoce como “fría de cojones”.

Hay 900 personas a pie de playa, calculan en el club. Se han apuntado 750. Es el primer año que hay inscripción solidaria: 3 euros por bañista. Toda la recaudación se destinará a Ayuda a la Infancia Sin Recursos Ayuda a la Infancia Sin Recursosmultiplicada por tres (el club y La Caixa aportarán la misma cantidad que se ha recogido con las inscripciones).

Bañistas de entre 15 meses y 94 años

Hay mucho bañista con gorro de Papá Noel y sobras de las bolsas de cotillón de los chinos. El más joven tiene 15 meses; el mayor, 94 años, es Antoni, un socio del club. Ahí está otra veterana que viene cada 1 de enero: Montse, 84 años. “Montse Mechó” te anima a que la busques en Google. “La abuela paracaidista”, aparece en varios reportajes en cuanto tecleas su nombre. “Tengo 937 saltos”, dice de carrerilla. “Y me sigo tirando”, añade antes de irse a la orilla sin inmutarse.    

“No te desmoralices”, te dice Julián con tono paternal. “Hoy hace bastante viento, pasaremos un pelín de frío”. Y te pone una toalla por el cuello para sobrellevar la espera. Oye, pues no hace tanto frío. En cuanto te mezclas con la multitud, descubres que lo del calor humano es bastante literal. ¿Algún consejo? “Cerrar los ojos y tirarte”, se ríe Julián.

Quedan 4 minutos para las 12, la hora del baño masivo. Es cuando se te pone cara de gilipollas y te preguntas qué demonios haces ahí. Hasta que miras alrededor. Todo el mundo sonríe. Te dan más buen rollo que si leyeras del tirón cinco tazas de Mr. Wonderful.

3, 2, 1… La gente se echa a caminar hacia la orilla. Te mueves por inercia. “No fa fred”, gritan. Julián no se separa de tu lado. “Para que no recules”, te avisa. Ay, pero qué estás haciendo. Ya no hay forma de parar. Entras en el agua a velocidad de crucero. “¡¡Maaaadre míaaaaaa!!”. Sientes de golpe tanto frío como si te hubieras metido en una sala de cine en verano. Empiezas a soltar gritos nivel montaña rusa. “¡Venga, que no se nota nada!”, dice Julián zambulléndose. ¿Que noooo? Te sientes como Leonardo DiCaprio al final de ‘Titanic’. De hecho, terminas como él: con el agua al cuello. Julián te da su beneplácito tras minuto y medio en remojo. “Ya puedes salir”. Y pasas al nivel Rambo: no sientes las piernas. Mojada, en biquini y ni una pizquita de frío. Durante unos minutos te crees la princesa de ‘Frozen’.

Con el caldo calentito en las manos, ya empiezas a prometer que repetirás en el 2018. ¿Que de qué sirve? “Para empezar bien el año”, asegura Jaime. “Yo el año pasado no lo hice y el 2017 fue una caca”, le da la razón Iván. “Y te quita la tontería”, añade Miguel Ángel. “Ea –dice Amparo de vuelta al vestuario-, a empezar el año con ánimo”.