LA POLÍTICA MEDIOAMBIENTAL

Un plan que echa humo

Ecologistas, conductores, expertos y vecinos discrepan en la hoja de ruta a aplicar para reducir la contaminación

Autobús eléctrico de la flota de TMB.

Autobús eléctrico de la flota de TMB. / periodico

VÍCTOR VARGAS LLAMAS / BARCELONA

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El tiempo dirá si el plan para restringir el tráfico más contaminante en Barcelona fluye con la placidez de un trayecto por la Diagonal un domingo por la mañana o si se vuelve una tortuosa procesión de un lunes en hora punta por la Meridiana. La hoja de ruta del consistorio despierta adhesiones y recelos entre los actores interesados, que sí coinciden en fijar el destino: reducir las emisiones que afectan a la salud pública.

La Plataforma por la Calidad del Aire aplaude la iniciativa, pero se le antoja un viaje demasiado largo, por lo que aboga por reducir a dos años el plazo para su aplicación. Desconfía del criterio basado en el sistema de etiquetaje de Tráfico, pues hay un desfase entre los test de laboratorios y el comportamiento real de los diésel, como explica Maria Garcia: “Puede contaminar entre 4 y 7 veces más que un gasolina; el criterio no debería limitarse a coches viejos o nuevos”.

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Tampoco para el RACE es buena idea recurrir a la antigüedad del parque móvil, al “penalizar a las familias con menor poder adquisitivo”, según su portavoz, Antonio Lucas. “Prohibir debería ser la última opción y además culpabiliza, como siempre, al ciudadano”, añade. Lucas cuestiona que el transporte público de la Barcelona metropolitana está preparado para asumir buena parte de los más de 900.000 potenciales afectados.

Le replica Ricard Riol, presidente de la asociación Promoción del Transporte Público: “No se erradica el coche de la faz de la Tierra, basta con reducir de un 20% a un 30% los turismos”.  Riol rebaja las acusaciones de que sea una medida drástica –“el peaje de Londres es mucho más valiente”— y disiente del RACE sobre una presunta marginación a las rentas bajas. "La auténtica discriminación es para el 54% de mujeres sin carnet de conducir”, zanja.

CONTUNDENCIA

El experto en calidad del aire del CSIC Xavier Querol se muestra esperanzado con la iniciativa de Ada Colau, pero pide “más contundencia” para bajar la circulación de vehículos. “Estocolmo cobra 3,5 euros por circular en hora punta y reduce el tráfico un 30%”, destaca. Aboga por reforzar el transporte público, especialmente entre la capital y la metrópolis. “El 60% de coches que circulan por Barcelona son de alrededor; bajaría mucho con un carril Bus-VAO en condiciones, no como el desastre de la Meridiana, que costó 81 millones”. 

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Realiza el trayecto inverso el secretario de Región Metropolitana de UGT, Josep Sancristòfol, que destaca las dificultades para llegar a un polígono industrial del Baix Llobregat si no es en coche. Y pide soluciones para todos. “Estamos haciendo una ciudad excluyente; muchos no pueden comprar un coche nuevo ni pagar sus alquileres prohibitivos”, dice. “Sin un mejor transporte público todo quedará en un titular de escaparate", añade. En CCOO, el secretario de Política Territorial, Vicenç Tarrats, coincide en la necesidad de optimizar el transporte colectivo, algo para lo que pide “planificación y consenso”, convencido de que este es “el camino correcto”.

Un consenso para el que pide el turno la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona, cuyo representante de Medio Ambiente, Joan Maria Soler, espera que las “necesarias medidas restrictivas” se concilien con más sensibilidad con las dificultades de desplazamiento de ancianos y habitantes de barrios aislados. Rechaza que sea un cambio de cultura, sino una mera cuestión de mentalidad: “Al comprar un coche debería alertarse de las consecuencias que acarrea para la salud, como hacen los paquetes de tabaco”.