BARCELONEANDO

Perico Pastor se nos va a Francia

El hombre se traslada a Montpellier. Por cuestiones de ahorro, pero también está cansado del 'procés'

Perico Pastor, en su estudio.

Perico Pastor, en su estudio. / ARCHIVO / ALBERT BERTRAN

Ramón de España

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Aunque nació en La Seu d¿Urgell y pasó su juventud en Nueva York -concretamente en el Bowery, que entonces era un genuino vertedero humano, aunque vivieses a un tiro de piedra del CBGB y te llegaran al salón los berridos de David Byrne cantando 'Psycho killer'-, siempre he considerado a Perico Pastor un genuino barcelonés, como Mariscal o Nazario. Tal vez porque siempre que iba a cenar a casa de alguien me encontraba un cuadro suyo (o varios) colgando de la pared. Por eso, cuando un amigo común me informó de que el hombre se iba a vivir a Francia (a partir del día uno de este mes de agosto), me sorprendió tanto que lo invité a comer para que me contara los motivos de su mudanza.

“Bueno… -me comentó-, hay unos cuantos. Cambiar de aires siempre está bien, y a mis sesenta y tantos años, si no lo hago ahora, ya me dirás cuándo lo voy a hacer. Por otro lado, no puedo más del 'procés', una pesadez interminable que se te come la energía. Y luego está el ahorro, que también es importante: 600 euros de alquiler y los 1.500 del Lycée Français de mis hijos, cuya educación me saldrá gratis en Francia. Tampoco me voy a París, que es un robo peor que el de Barcelona. Me instalo en Montpellier, que está a tres horas de coche de aquí y pienso pasar una semana al mes en Barcelona, pues conservo el estudio. Vendré solo, para trabajar, para ver si le doy un nuevo giro a mi pintura”.

"Tampoco me voy a París, que es un robo peor que el de Barcelona"

También es verdad que Barcelona no se está portando tan bien con Perico como solía. Por cuestiones de ahorro -más una mano negra que no revelaré-, el diario en el que publicaba le ha reducido notablemente las colaboraciones. “Y lo que más me ha dolido es que me quitaran la columna semanal del suplemento cultural, que me hacía particular ilusión”. La columna en cuestión, ciertamente, estaba muy bien y demostraba que un artista también tiene cosas que decir y sabe cómo decirlas. La venta de cuadros también ha sufrido una bajada notable, aunque Perico se adjudica una parte de la culpa: “Tal vez he producido demasiado y he fabricado 'pericopastores' a porrillo. Es como si todo el mundo en Barcelona ya tuviese un cuadro mío y no viera la necesidad de ampliar la colección. Planificar lo que me queda de carrera es ahora una de mis prioridades”.

Ciertamente, la vida del que va por libre se ha ido complicando mucho por estos pagos desde lo de Lehman Brothers. Perico y un servidor de ustedes intentaron publicar un libro conjunto hace unos años -cuentos míos ilustrados por el artista- y no se lo conseguimos endilgar a nadie, espinita que uno todavía lleva clavada en el lomo: no levantar una película es normal, ¿pero un libro? Perico ha tenido más suerte en solitario con su última publicación, que me obsequió durante el almuerzo, 'Clinic, corazón de Barcelona', que, lamentablemente, solo puede encontrarse en dicho hospital, que es la entidad que lo ha sufragado. Contra lo que pueda parecer, no es un librito tiralevitas destinado a sacarse unos euros:

La venta de cuadros también ha sufrido una bajada, aunque Pastor se adjudica parte de la culpa

“Mi mujer, Sandra, estuvo muy enferma, como ya sabes. Ahora está bien, afortunadamente, pero se tiró meses en el Clinic por unos problemas de salud muy jodidos. La idea del libro surgió durante mis visitas, cuando me di cuenta de que aquel edificio era una especie de microcosmos en el que se abordaba el dolor humano de una manera ejemplar. Nunca quise halagar a una institución para que me publicase un libro, pero durante ese largo período de visitas a Sandra me vinieron un montón de ideas a la cabeza. La trataron estupendamente. Y yo me di cuenta de algo en lo que no había reparado antes, que la Seguridad Social funciona y es una suerte que tenemos y que no tienen en otros países”.

A partir de agosto, Perico se convertirá en un visitante ocasional de la ciudad que acogió su éxito popular. En Montpellier ahorrará dinero, que falta le hace -tiene otros dos hijos, de un matrimonio anterior, aunque a sus veintitantos años cuestan menos de mantener- y escuchará el ritmo del 'procés' en sordina. Todo son ventajas, pienso, aunque algunos le echaremos de menos.