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Erizos, las noches 'punkies' del parque de la Ciutadella

Son las verdaderas bestias salvajes del parque. pues están ahí desde los borbonazos de Felipe V, pero están ahora en horas bajas

Erizos del Zoo de Barcelona

Uno de los nuevos erizos del Zoo de Barcelona, sangre nueva para enriquecer la colonia local. / periodico

Carles Cols

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Lo proclamó la banda británica The Exploited en 1981, Punk’s not dead, y habrá que colegir que de todas las especies que habitan en el Zoo de Barcelona no hay ninguna más punkie que los erizos, con ese peinado que intimida. Pero, ¡ay!, de un tiempo a esta parte el número de miembros de la colonia ha mermado. Punk is dead, Quedan la mitad de los que había hace 15 o 20 años. Total, que esta es una misión de rescate para Juli Mauri, biólogo y responsable de sostenibilidad y fauna local del parque zoológico, y eso con el mérito añadido de que los erizos no forman parte de la colección de bestias que se exhiben cara al público. Viven en el zoo, pero no forman parte de su padrón. Tampoco se le puede considerar ‘okupas’. Si acaso, víctimas de una suerte de gentrificación animal. Están ahí desde mucho antes de que aquella porción del parque de la Ciutadella se convirtiera en un zoológico. La repera. El caso es que hay en marcha un plan para que la colonia recupere el peso demográfico perdido. Hace un año llegaron al lugar tres hembras y un macho. Hace una semana, un par de machos más. Es este uno de aquellos proyectos de los que puede presumir el zoo para acallar a quienes sostienen que son equipamiento decimonónicos, trasnochados y condenados a la desaparición. Los erizos son fauna local que pide ayuda.

El padrón de erizos, que no forman parte de la colección del zoo, ha caído por debajo de lo razonable. Está en curso un programa de introducción de nuevos ejemplares

Explica Mauri que, aunque el cálculo es impreciso, habrá actualmente unos 30 erizos en el zoo. Hace unos 10 años, también sin pasar lista de forma rigurosa, se aseguró que eran 60. Mal asunto. Las razones de ese ericidio no están claras, sobre todo si tiene en cuenta que esta especie habita el lugar tal vez desde que Prosper van Verboom, por encargo de Felipe V, arrasó a borbonazos con un tercio de la Barcelona de 1714 para construir una ciudadela militar. Desde entonces, los erizos han acreditado una resilencia (‘palabro’ de moda, de ahí su uso) a pueba de bombas. Resistieron la vida castrense, una expo en 1888, la llegada del zoo, la guerra civil, la fama de Copito y hasta la disipada vida de los atletas olímpicos al otro lado del muro, con las obras que aquello supuso.

A lo mejor el gripazo demográfico es coyuntural y está solo relacionado con el conjunto de trabajos que estos últimos años se han llevado a cabo para mejorar el zoológico, pero, según Mauri, mejor intervenir, sobre todo porque con 30 individuos los peligros de la endogamia son mayúsculos. A la colonia le hace falta sangre nueva.

Trotamundos

Los dos últimos ejemplares recién llegados del centro de recuperación de fauna salvaje de Torreferrussa y de la mano de la asociación Galanthus están estos días en fase aclimatación, en un recinto cerrado, para que se acostumbren a la música del lugar. Seguirán los mismos pasos que sus cuatro antecesores. Cuando menos lo esperen, les abrirán la portezuela, descenderán por la rampa y un nuevo mundo se abrirá ante sus ojos o, mejor aún, ante su olfato, porque es ese en realidad su sentido más potente. Entonces serán libres, como no lo son, por razones de sentido común, los tigres o los komodos del parque. Irán donde les plazca, algo que, vistas las experiencias previas, se lo toman muy en serio.

“Les ponemos un radiotransmisor sobre los pinchos”, explica Mauri. También más cosas, para facilitar su identificación. A una de las hembras la llaman Blava porque le anudaron una pequeña tira de plástico azul. Con el peinado punk y toque de color en la cresta parece la Vivienne Westwood de la Ciutadella. La cuestión es que, estéticas al margen, no paran. Le tiene apego a la zona de la granja, pero en nada se plantan junto a la Dama del paraigua o al otro extremo del parque. Corren más de lo que cabría presuponer. No en vano, son plantígrados de pies acolchados, como si calzaran zapatillas de running.

Si cuando mueren ven pasar su vida ante sus ojos como una peli, puede que esta no sea para todos los públicos

Pero lo que interesa de ellos a los responsables del zoo no es su espíritu trotamundos, sino cómo andan de líbido. A la luz de la luna, los machos dan vueltas como un satélite alrededor de ellas. El objetivo es que ellas literalmente bajen la guardia, porque esa amenzadora cubierta de púas no es para tomársela a broma. Si llega el momento, la pareja le dedica a la cópula entre media hora y una hora y media, un minutaje estratosférico si se tiene en cuenta que se trata de un animal que vive como mucho unos siete años y que, además, hiberna. Es mejor no hacer una regla de tres para calcular su equivalencia en una especie, como la humana, con longevidades de unos 80 años, pero si un erizo ve pasar su vida antes sus ojos antes de morir queda claro aquella es una película no apta para todos los públicos.

Cómo morder un erizo

La cuestión es que el éxito de esta programa de introducción de nuevos ejemplares en el zoo se podrá evaluar en los próximos años. Las crías, si con suerte las hay, son vulnerables. Los gatos figuran entre sus posibles depredadores. Nada que ver, al menos, con el que es su principal enemigo en mundo exterior, el zorro. Las almas sensibles deberían pasar directamente al siguinte párrafo. Avisados están, porque la cosa es que en algún momento de su historia evolutiva los zorros dieron con un sistema con el que esquivar las púas y zamparse un delicioso erizo. Les mean. Sí, orinan sobre ellos y el pobre erizo baja la guardia. Incluso puede que se ponga panza arriba. Total, que los zorros se los comen así, sazonados.

Parece una leyenda urbana, pero ya Claudio Eliano, el Félix Rodríguez de la Fuente de la antigua Roma, había dado fe de ello, en este caso con acierto, porque este autor siempre recomendable dejó también para la posteridad algunas disparatadas recetas médicas, como el uso de cenizas de erizo combinadas con resina para combatir la calvicie. Algún pobre erizo acabó sus días, seguramente, en el testa de Julio César, con evidentes nulos resultados, porque el insistente uso de la corona de laurel por parte de este político y militar romano tenía como principal razón de ser el hecho de que clareaba, algo muy mal visto en aquellos tiempos.

Cuántas púas tiene un erizo dejó de ser una pregunta sin respuesta gracias a Pat Morris, un verdadero paciente inglés

En resumen, que se ha puesto en marcha una operación para salvar los punkies del zoo y llegadas las últimas líneas del texto apetece decir adiós con una pregunta de Trivial Pursuit Master Edition. ¿Cuántas púas tiene un erizo?

Pues hay respuesta. Hay que agradecérsela a un paciente inglés, Pat Morris, que como parte de un estudio recogió ejemplares atropellados en las carreteras y las contó una a una. Entre 5.000 y 7.000. Que supere eso Johnny Rotten.