Las nuevas coctelerías barren a los bares musicales en Barcelona

Una de tres las barras de cócteles del recién inaugurado Yubari, en la Diagonal.

Una de tres las barras de cócteles del recién inaugurado Yubari, en la Diagonal.

PATRICIA CASTÁN / BARCELONA

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El ritual anglosajón del cóctel, exportado por la moda y las tendencias internacionales, se ha topado felizmente en Barcelona con una auténtica cantera de 'bartenders' entregados a esta tendencia, y también con un cambio de hábitos evidente entre los consumidores de ocio y restauración motivada por la crisis. Como consecuencia de este mix de circunstancias, debidamente mezcladas y agitadas, la coctelería se expande y arraiga por la ciudad, no solo barriendo del mapa la figura del bar musical pub de las anteriores décadas, sino también colándose entre la oferta de muchos nuevos restaurantes, donde afloran espectaculares barras que multiplican el negocio.

En la competitiva franja de la primera copa nocturna, hay un antes y un después de la crisis. La recesión ha hecho que las ocho salidas de promedio mensual de los noctámbulos hayan pasado a ser dos, señalan en la patronal Fecalon. Y agregan que «los nuevos modelos de relación (redes sociales), el paro juvenil, el botellón» y otros elementos han herido de muerte a decenas de bares de primera hora, donde antes el alcohol corría con alegría y el objetivo era conocer gente entre brindis y dejarse ver. Con el mermado público nocturno juvenil, esa franja horaria ha sido relevada a nivel empresarial por las coctelerías. Su estética es atractiva pero además sus premisas -bebida de calidad y la parafernalia de la mixología- atraen a público treintañero (y de varias décadas más), con mayor poder adquisitivo.

El director de la academia de coctelería con sede en la calle de Sepúlveda Drinksmotion, Diego Arnold, corrobora tras casi una década de pedagogía el auge que vive el sector. Fuera de casa, «ahora se bebe menos pero de más calidad -según estudios de mercado la venta de alcohol de marcas Premium ha crecido entre un 14 y un 25%- porque ya no es un medio para emborracharse sino un placer y el disfrutar una experiencia». Y en ella participan «todos los sentidos», así como los rituales y creatividad de los autores de las mezclas. La formación académica (de 20 a 40 horas según nivel), convive con la enseñanza más tradicional, de maestro a discípulo tras curtidas barras.

Extinguidos muchos pubs, todas las aventuras empresariales con horario limitado a las tres de la mañana se abanderan como coctelerías. La oferta nunca fue tan amplia en la ciudad, donde conviven los grandes templos más arraigados (Dry Martini, Ideal, Boadas, Gimlet, Tirsa -en L'Hospitalet-, Torre Rosa, Caribbean...) con infinidad de opciones más recientes. La oferta es amplia de Ciutat Vella a Sarrià Sant Gervasi y por los cuatro costados, con calidad y para todos los gustos: Boca Chica, Mutis, Negroni, La Martinera, Milano, Cooler, Mary Boone... y un sinfín. Pero a estas hay que añadir el alud de propuestas en el seno de hoteles como Mandarin Oriental, Ohla!, W, Juan Carlos I, Melià Sky, Majestic, Palace, Claris... y con grandes firmas tras el vaso de mezclas.

MÁS Y MÁS

Los últimos en sumarse a la tendencia son los restaurantes, sean más o menos formales. El ejemplo más reciente lo dibuja el elitista Yubari (Diagonal, 339), donde la alga gastronomía japonesa se conjuga con la coctelería en su Kio Bar o triple triple área de cócteles, al mando del experto Gegam Kazarian: de los de bienvenida en una barra junto a la entrada dominada por la mixología orgánica; a los cócteles gastronómicos para casar con el sushi (con yuzu, fruta de la pasión, lemongrass y jenjibre); hasta el llamado Kiokata o espectáculo donde el 'bartender' trabaja mano a mano con el pastelero para rubricar los postres. Sin contar los tragos que alargan veladas.

Porque ese es justo uno de los objetivos de añadir barras al negocio. La estancia se prolonga y con ella el consumo, y al cliente le gusta evitar demasiados desplazamientos. La coalición gastronómico-coctelera crece sin tregua: Doble (en los bajos de Eggs), El 68, Pepito, Ajoblanco, El Nacional, Ikibana, Elephant, Oaxaca, Niño Viejo, The Market, Juanita LaLá, Toto, Semon 9...

La gran pregunta es si hay bocas para semejante río de sabor. Uno de los mayores especialistas del país, Javier de las Muelas, opina que vivimos «una parte de moda, y otra de gente que ve la oportunidad de subirse al negocio». Y vaticina que el tiempo hará una purga que descabalgará a los menos profesionales, porque al final «cuenta la calidad». No obstante, la competencia no ha golpedado a los de siempre. Su Dry Martini (el único bar español que ha entrado este año en la lista de los 50 mejores del mundo según la revista 'International Drinks' y que repite anualmente) bebe de ese caudal o fenómeno popular, aunque sin perder de vista que al final lo que se vende a destajo son los gintónics.