LOCAL PROTEGIDO

Nueva vida para la centenaria tienda de velas Codina

CERERIA

CERERIA / periodico

CRISTINA SAVALL / BARCELONA

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Ante la puerta de la antigua cerería Codina de la calle del Bisbe, al lado de la Casa dels Canonges, un hombre mira al suelo y la sensación de vértigo se apodera de él. En lugar de baldosas de mármol, en el pavimento hay un cristal transparente para que los paseantes puedan ver desde la acera, y a unos cinco metros de altura, el centenario taller de hacer velas que se esconde en el sótano de la tienda, ahora transformada en una alpargatería.

Este hallazgo, que no estaba en el inventario patrimonial, se remonta a hace 200 años, cuando el barrio Gòtic estaba repleto de artesanos. Los nuevos arrendatarios del establecimiento emblemático han concedido especial protagonismo a la máquina de cera, la única que perdura en toda Barcelona, aunque desde hace más de medio siglo que está en desuso.

LA CERCANA CATEDRAL

La tienda no paraba de vender cirios y velas que acababan consumiéndose, en un su gran mayoría, en las capillas y altares de la cercana catedral, donde ardían un millón y medio al año, pero en el 2008 los ingresos bajaron de golpe cuando se prohibió encender velas en el interior de la basílica por el daño causado en los muros y en las obras de arte por el gas producido por la combustión.

A esa proscripción se añadió la crisis. Todo ello llevó a los antiguos propietarios a un concurso de acreedores. El negocio cerró el año pasado. Las escasas ventas de velas decorativas con formas de estrellas y caballitos de mar no cubrían ni los gastos. Tras diez meses con las persianas bajadas, la tienda acaba de abrir con el nombre de Dos Espadrilles, respetando la elegante decoración original y el mobiliario. "Decidimos el producto que vendemos, las alpargatas, pensando en qué podía ser idoneo para este local. Debía de ser artesanal", cuenta Toni Mas, el nuevo arrendatario, que también es propietario del comercio de al lado dedicado a la venta de 'souvenirs'.

La tienda es un establecimiento de gran interés, calificado con el máximo nivel de protección, el E1, que son los que conservan la mayoría de elementos patrimoniales y cuentan con subvenciones del ayuntamiento para velar por su protección patrimonial y fomentar la actividad comercial. 

CATAS DE PINTURAS

Mas asegura que cuando firmaron el contrato de alquiler el local estaba en un estado lamentable. "Además de restaurar todo, tuvimos que quitar los elementos que se habían añadido como las rejas de ballesta de la entrada, para volver a los orígenes, y también las lámparas, ya que encontramos unas de gas en el almacén, que hemos adaptado al sistema eléctrico", agrega Javier de la Presa, el arquitecto que se ha encargado de toda la rehabilitación, después de haber intervenido en la restauración de la camisería Bonet Hermanos, que abrió sus puertas hace más de un siglo en la Rambla; en la de la zapatería La Ampurdanesa de Nou de la Rambla y en la del bar Muy Buenas de calle del Carme.

Para ello, los técnicos realizaron catas de pinturas para encontrar la génesis de los colores de las vitrinas de madera noble, del mostrador de mármol y de las paredes. Así el mobiliario recuperó sus tonos caobas y se desprendió de los añadidos de color miel. "Lo único que no se pudo salvar es el pavimento hidráulico. Estaba muy dañado, pero reproducimos las baldosas en blanco y negro en forma de damero", señala De la Presa.

LA SUPERVIVIENTE

Aunque el objeto a exponer en las vitrinas son alpargatas, la cera sigue siendo la seña de identidad de este espacio ubicado en una calle peatonal. Las velas cuelgan en rincones estratégicos y el viejo taller se ve nada más entrar. "Por razones de seguridad, los clientes no pueden bajar a verlo, pero desde el tragaluz se puede ver con todo detalle gracias a un juego de espejos", expone Mas. La cerería Codina vendía rosarios y figuras de santos que se han incorporado a la actual decoración encima del mueble expositivo que rodea a toda la tienda. "Todavía entran personas pidiendo velas. Las enviamos a la cerería Subirà en la Baixada de la Llibreteria", comenta. Ahora, la única superviviente de Ciutat Vella.