ARQUEOLOGÍA

El hallazgo de una necrópolis retrasará las obras de la nueva Audiencia de Barcelona

Ernest Alós

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Cuando las máquinas empezaron a derribar los antiguos juzgados del paseo Lluís Companys para construir allí la nueva sede de la Audiencia de Barcelona se podía intuir que bajo el subsuelo podrían aparecer imprevistos. Felices imprevistos para los arqueólogos, complicaciones inesperadas para los arquitectos. Y así ha sido. No ha surgido un barrio medieval sacrificado para construir la Ciutadella tras 1714 como el del Born (era una de las posibilidades, de consecuencias imprevisibles para el futuro del proyecto) pero sí un grupo de tumbas, 16 ya en los primeros días de trabajos, datadas provisionalmente entre los siglos VII y IX, que pueden acabar conformando una de las mayores necrópolis altomedievales localizadas y excavadas en Barcelona. Y no solo eso: también los mosaicos y azulejos de la primera planta del Palau de Belles Arts de la Exposición de 1888, derribado en 1942, y los terraplenes de la explanada que rodeaba la Ciutadella. Un tres en uno.

El Departament de Justícia de la Generalitat ha comunicado hoy que “detiene el derribo” de los antiguos juzgados a causa no solo de los hallazgos realizados sino de los que se podrían añadir a medida que avancen los trabajos: de momento solo se han excavado parcialmente dos áreas de 300 metros cuadrados, una pequeña parte del gran solar de 5.400 metros cuadrados en el que se trabaja. Más bien dicho: el derribo, que ya empezó siendo más lento y complicado de lo esperado por las malas condiciones de los juzgados construidos en 1964 y cerrados desde el 2009, se ha convertido desde el mes de junio en una gran intervención arqueológica.

Sin embargo, la 'consellera' de Justícia, Ester Capella, ha querido aclarar desde el principio que su departamento mantiene su compromiso para que el solar “tenga un uso judicial”, y su compromiso y “voluntad política” para que el el espacio situado entre Lluís Companys y la calle Junta de Comerç acoja en el futuro la Audiencia de Barcelona, dejando el antiguo Palau de Justícia para el TSJC, “conformando así el otro polo judicial de la ciudad” junto a la Ciutat de la Justícia.

Estaba previsto que en los próximos presupuestos de la Generalitat se incluyese ya la partida necesaria para la redacción del proyecto, cuya construcción tenía un coste previsto de 50 millones de euros. “Pero es obvio que los hallazgos arqueológicos condicionan el calendario”, que pasa a ser “imprevisible”, reconoce Caeplla. Y no solo eso: también pasan a estar condicionadas al resultado final de los trabajos arqueológicos las propias características del proyecto, en caso de que se localicen elementos que sea necesario conservar in situ.

Una necrópolis cristiana

Jordi Serra, arqueólogo de la empresa Abans Serveis Culturals, a cargo de las excavaciones dirigidas por los servicios de patrimonio de la Conselleria de Cultura Generalitat en coordinación con el Servei d'Arqueologia de Barcelona, destaca que han aparecido tres “momentos históricos” en el subsuelo. “La necrópolis altomedieval se puede datar provisionalmente entre los siglos VII y IX”, explica. Las 16 tumbas identificadas inicialmente son idénticas, y también siguen el mismo patrón que las 38 halladas en los años 90 en la calle Comerç y en el vecino edificio de la Universitat Pompeu Fabra en paseo de Pujades, 1. Fosas excavadas en la arcilla, todas ellas alineadas en dirección Este-Oeste, con losas verticales que las delimitan y otras que las cubren, con los cuerpos (en el solar de los juzgados solo se ha abierto una de momento) sin ajuar funerario. Aunque la cronología  (600 a 900 d. C)  puede coincidir con los últimos cien años de la Barcelona visigoda, el siglo de la Madinat-al-Barshaluna islámica y el primer siglo de la Barcelona franca, las características de los enterramientos los identifican como cristianos.

La descripción que hizo Julia Beltran de Heredia de las tumbas de la calle Comerç es válida a rasgos generales para las del solar de los juzgados: “La distancia entre las tumbas –entre uno o dos metros- y la ordenación de las mismas, indica igualmente una señalización exterior. La fosa de planta rectangular se hace un poco más estrecha a medida quese hace más profunda, con la finalidad de depositar el muerto –seguramente envuelto en un sudario- en un espacio más ajustado al individuo. La tapa se configuraba a partir de varias losas de piedra que venían a encajar en un perfil realizado en la misma arcilla al abrir la fosa. Las juntas entre los diferentes elementos de la tapa se habían sellado con pequeñas piedras, fragmentos de teja y arcilla. Desconocemos el tipo de señalización exterior pero bien podría haber sido un simple túmulo de tierra”.  

No será un 'Born 2'

Existían también algunas expectativas de hallar restos del trazado de casas y calles medievales y modernas (este área estaba fuera de las murallas romanas y altomedievales, por lo tanto era un lugar de uso funerario entonces, pero quedaba dentro de la trama urbana delimitada por las murallas del siglo XIII) que fue derribado para construir la Ciutadella, al igual que el subsuelo del Born. Pero no ha sido así. Se han localizado los terraplenes que configuraron la explanada que rodeaba la Ciutadella. Pero mientras en el Born el primer metro de las casas derribadas quedó por debajo del nivel de estos terraplenes y se conservó enterrada, aquí la cota de la ciudad medieval era más elevada, las casas quedaban por encima del nivel de la explanada  y por lo tanto fueron arrasadas completamente entre 1715 y 1718.

En la segunda de las catas han aparecido fragmentos de muros y los mosaicos y azulejos que cubrían los suelos de una de las naves laterales (se espera que aparezca el resto del edificio) del Palau de Belles Arts construido para la Exposición Universal de 1888, obra del arquitecto August Font, muy dañado por los bombardeos fascistas de 1938 y derribado en 1942. Aunque aquí las sorpresas serán pocas por los numerosos testimonios gráficos existentes, a no ser que la necrópolis se extendiese también bajo los cimientos, anchos pero poco profundos, del edificio.

¿Y si aparece una mártir?

<span style="line-height: 2.6rem;">En la Barcino romana, los ritos funerarios se celebraban en el exterior del recinto amurallado que hoy aún podemos contemplar, cuyo interior tenía carácter sagrado: así, las cremaciones, el entierro de las cenizas, la inhumación de cadáveres cuando esta era la práctica funeraria elegida, la erección de mausoleos, todo ello <strong>se realizaba a lo largo de las vías que rodeaban la ciudad.</strong> Los arqueólogos han desenterrado necrópolis romanas a lo largo de las vías que recorrían el litoral (de Drassanes al Born, y Argenteria), en torno a la vía Augusta (Boqueria, Hospital y Sant Antoni en su tramo sur y en el entorno de Santa Caterina en el tramo norte), en caminos secundarios como el de Villa de Madrid... Con la cristianización, esta estructura de la Barcelona de los muertos se mantiene, pero con un matiz. En los lugares donde la tradición señala que fueron martirizados o enterrados mártires cristianos se construyen pequeñas basílicas martiriales o monumentos funerarios y los primeros cristianos se esfuerzan por ser enterrados en torno a ellos. Así, <strong>aparecen necrópolis paleocristianas en torno a Santa Maria del Mar, </strong>junto a la antigua Santa Maria de les Arenes que debería estar situada en al Fossar de les Moreres, a<strong> la iglesia de Sant Cugat,</strong> el más antiguo mártir local, en la actual calle Carders, en torno a<strong> Santa Maria del Pi,</strong> en domus o villas romanas cristianizadas como las de <strong>Sant Pau del Camp</strong> y<strong> Francesc Maura</strong>... “Las fuentes documentales recogen suficientes testimonios escritos del deseo de enterrarse, o enterrar a los suyos, junto a reliquias ‘tumulatio ad sanctos’ o ‘martyres’”, escribe Julia Beltrán de Heredia en un artículo sobre la cristianización funeraria de los suburbios de Barcino.</span>