la plaga de los narcopisos

Morir como un perro en el Raval de Barcelona

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Guillem Sànchez

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El pasado viernes por la tarde la propietaria de 'Gata', un negocio de cosmética orgánica que lleva un mes en la calle del Pintor Fortuny del barrio del Raval de Barcelona, recibió una ofrenda macabra de bienvenida al vecindario. Tres hombres, que todavía no han sido identificados, se acercaron hasta su tienda, desde fuera miraron si había luz en el negocio y soltaron el bulto que transportaban: un hombre que agonizaba. Lo dejaron caer en la acera, justo delante de la entrada, como si fuera "una bolsa de basura". Y se dieron a la fuga.

Lidia, atónita, abrió la puerta de cristal y miró al hombre tendido en el suelo. "No se movía", explica. Aquel abandono sacó lo mejor y lo peor de las personas que lo presenciaron. Hubo algunas que, sin detener el paso, fisgonearon y se limitaron a sentenciarlo: "Está muerto", les escuchó mascullar Lidia. Hubo otras que sí se detuvieron. Una de ellas, que se identificó como médico, se agachó, le puso dos dedos en el cuello y avisó de que "su corazón" todavía tenía "pulso" aunque era "débil". Lidia llamó al 112 y sacó una manta para taparlo y un cartón para aislar su cabeza del contacto con la acera. "Estaba lloviendo", recuerda.

Maniobras sin reanimación

La ambulancia del Sistema d’Emergències Mèdiques (SEM) llegó enseguida. Más lento había sido superar la retahíla de cuestiones que el teleoperador del 112 está obligado a plantear, en cumplimiento del protocolo. Los técnicos sanitarios hicieron lo imposible para reanimar a aquel desconocido. "Estuvieron intentádolo durante una hora", les reconoce Lidia. Fue inútil. Confirmada su muerte, y dadas las circunstancias del abandono, presenciado por algunos testigos, los agentes de los Mossos d’Esquadra y de la Guardia Urbana de Barcelona comenzaron a tomar declaraciones mientras llegaba la comitiva judicial para levantar el cadáver. Un trabajador del SEM, antes de marcharse, cubrió el rostro del muerto con una manta térmica. Los policías acordonaron la zona. El furgón del traslado judicial empaquetó el cuerpo en una funda y lo cargó. Los agentes de los Mossos interrogaron a Lidia durante varias horas. Pasadas las nueve de la noche, dejaron que cerrara el negocio y que se fuera a casa.

Sobredosis

El muerto, según fuentes policiales, es un hombre de 51 años y de nacionalidad portuguesa. La autopsia que se ha practicado a su cadáver no ha hallado signos de violencia. Aunque, oficialmente, no ha trascendido si el análisis forense ya ha podido determinar si se trata de una persona fallecida a causa de una sobredosis de heroína, nadie duda de que este sea el caso. Ni los Mossos ni la Guardia Urbana confirman tampoco que los tres 'amigos' que lo abandonaron en plena calle hubieran salido de un narcopiso próximo a la zona. Aunque lo cierto es que, según los vecinos, solo pudieron salir de allí.

Se trata de una práctica habitual en estos locales ocupados ilegalemente por traficantes de heroína. En estos pisos los vendedores ofrecen -o casi obligan- a los consumidores a inyectarse (o fumar o esnifar) la droga en su interior. Son dosis adulteradas que se venden por 10 euros. Si alguno de estos clientes sufre una sobredosis, la reacción de los responsables a cargo de los narcopisos es cargar a hombros al 'paciente' y soltarlo en la calle, preferentemente en algún lugar de paso en el que alguien pueda verlo, como la tienda de Lidia.

Vecinos como Toni Salas o Carlos, implicados en la movilización que denuncia desde el pasado verano la proliferación de narcopisos que destrozan el barrio, han presenciado esta maniobra de evacuación. En las dos ocasiones que ambos lo vieron, el trabajo del SEM logró reanimar a los drogadictos. No sin mucho esfuerzo. "Estuvo inconsciente casi 20 minutos, entre bolsas de basura", recuerda Carlos del incidente que protagonizó un joven italiano a punto de morir de una parada cardiorrespiratoria atendida en la calle de En Roig. En su caso, Salas fue quien llamó al 112 al ver como sacaban a un hombre inconsciente de un narcopiso de la calle Riereta y se limitaban a "echarle agua". La ambulancia que acudió tras su aviso también pudo recuperarle.

40 muertes anuales

Según la Agència de Salut Pública de Barcelona, en la capital catalana fallecen al año una cuarentena de personas por sobredosis de heroína. Hasta la fecha no se ha documentado ninguna sobredosis mortal vinculada directamente con la plaga de narcopisos. La cuestión es si alguien se preocupa de averiguar de dónde vienen las personas con parada cardiorrespiratoria que se abandonan en la acera del Raval.