La superdiva de Roquetes

VÍCTOR VARGAS LLAMAS / BARCELONA

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Su imponente estampa y sus trenzas rosáceas amenazan con acaparar toda la atención hasta que brotan las primeras notas de su garganta. Voz tostada a fuego lento, rotunda y envolvente, que se gana el derecho a romper el silencio sin dejar resquicio a la menor réplica. Un tesoro, el de Monique Makon, que durante años permaneció oculto, casi clandestino, hasta que un buen día, durante unos campamentos del Casal de Roquetes, alguien lo descubrió de forma fortuita, como se descubren los grandes tesoros.

Y entonces, casi obligada, en la fiesta final del campamento, el talento comenzó a mostrarse al mundo. "Mientras cantaba, un compañero se secaba las lágrimas, otro me enseñaba el brazo para decirme que tenía la piel de gallina, algunos ponían cara de sorpresa. Y yo alucinaba y pensaba que estaban exagerando. ¿De verdad podía provocar todas esas sensaciones?", recuerda. 

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Hasta entonces escuchaba mucha música africana (sus padres son de Camerún) y admiraba a "superdivas" como Aretha Franklin y Tina Turner, pero su única expresión artística era el baile, donde se sentía más que feliz y lograba camuflar su gran timidez entre la presencia coral. Pero su debut ante el público le animó a aceptar la propuesta de tomar clases gratuitas en el 'casal' y a probar suerte en el Cabal Musical.  

Siempre recordará la audición ante el jurado del Taller de Músics, al que advirtió de que llegaba con un poco de afonía, "por si la cagaba". Y tras enchufar el karaoke que traía de casa, se soltaba con 'Diamonds', de Rihanna, e 'Impossible', de James Arthur, consciente, ahora sí, de que tenía una oportunidad. "¡Estaba tan cohibida! Hasta trataba de esconderme detrás del pie de micro, pidiendo que pasara todo muy rápido. Y más al ver las caras de póquer del jurado", recuerda.

EMOCIONAR

En el Cabal ha profundizado en esa capacidad de transmitir emociones. "Los compañeros y los profes me insistían en que me soltara más, que con mi presencia y mi voz podía dar mucho juego. Ahora subo al escenario y me lo creo de verdad. Juego con la situación, cuento chistes malos, disfruto con los músicos y conecto con el público", resume esta joven, que hace vida entre Roquetes y Ciutat Meridiana.

Monique compagina sus estudios de animación turística y una beca en el Taller de Músics con su trabajo de veladora. Y por si fuera poco, ya lidera dos bandas, The Soul Titoo's, en la que se entrega al soul, el blues y el jazz, y Finding Jack's Crocodile, con un repertorio más ecléctico. Con los primeros se dio el gustazo de actuar en el BAM 2016 y ya se prepara para un nuevo reto: interpretar sonetos de Shakespeare. Con la Banda Municipal de Barcelona y en el Auditori.   

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Pero a Monique ya no le asusta ningún desafío. No desde que conquistara al público más difícil: su padre. "Al principio él no lo veía claro, me insistía en que me centrara en estudiar por más que yo le hablara de mi pasión por la música. Hasta que en un concierto para el que pidió fiesta expresamente, porque el pobre trabaja muchísimo, le dediqué la de 'Feeling good' y se puso a llorar como un niño. Ahora los dos sabemos que la música ha llegado a mi vida para quedarse".