BARCELONEANDO

'Mindfulness' con flechas

Aquí reñirían al mismísimo Legolas por tirar con el arco ladeado. En el foso del castillo de Montjuïc dispara el club de tiro con arco más grande de España

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Ana Sánchez

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Robin Hood pasaría aquí más desapercibido que Cupido en First dates. Alguno de estos arqueros también ha partido en dos la flecha de un oponente clavada en una diana. Y sin tirar de cámara lenta. Eso se llama “hacer un Robin”, explican sin tono de alarde. En el cine, con una hazaña así te ganas al menos un final feliz. En la vida real, solo te da derecho a la flecha partida.

Castillo de Montjuïcfoso de Santa Eulàlia. Todo turista se para en seco: hay 60 arqueros calentando brazos. Aquí se oyen flechas silbando a diario. Aún hay quien no sabe que es el campo municipal de tiro con arco. “Es considerado uno de los campos más bonitos de Europa”, apunta Jordi.

El Club Arc Montjuïc tiene más de 400 socios: desde una miniarquera de 3 años hasta uno de ochenta y tantos

Jordi Falgueras, 55 años, lleva 16 disparando flechas. Reñiría al mismísimo Legolas, el elfo de El señor de los anillos, por disparar con el arco ladeado. “Eso es que no sabe tirar”, sonríe. Jordi es el presidente del Club Arc Montjuïc. “El club de tiro con arco más grande de España”, dice de carrerilla. Tiene más de 400 socios. Desde una miniarquera de 3 añitos hasta uno de ochenta y tantos. ¿Que por qué se apuntan? “El 90% de las respuestas es: ‘Desde pequeño siempre quise tirar con arco’”, dice Jordi. “Sobre todo viene gente por el tema de la concentración. Es algo que te obliga a calmarte, tipo mindfulness”.

Manel te tiende su arco. Parece sacado de una batalla medieval. Longbow, se les llama. Intentas tensar la cuerda y se te queda la cara que pondría Mario Vaquerizo en un gimnasio. El arco tiene 40 libras de potencia, te informa ya tarde. Tensarlo es como levantar 18 kilos. “Nosotros somos de bosque”, añaden Manuel y Maribel. Suelen hacer rutas tirando a dianas con forma de animales. “Las flechas nos las hacemos nosotros”.

Arcos de francotirador

A medida que avanzas por la línea de tiro, los arcos se van pareciendo a antenas parabólicas. Está el longbow (el tradicional), el instintivo (de madera, pero con forma de ese), el arco desnudo (igual, pero metálico), el estándar (con visor). Xavi te enseña un arco olímpico: tiene estabilizadores. José Manuel empuña uno de poleas: con lentes de aumento y hasta gatillo. “Es como de francotirador”. Hay arcos desde 45 euros. El de José Manuel cuesta 1.100. Hay flechas de 3 a 60 euros.

 El crono empieza a descontar. Hoy hay 17 dianas en el foso. Los arqueros tienen cuatro minutos para disparar seis flechas. “Hace 26 años que se hace esta liga”, cuenta Jordi. Se compite un domingo al mes. Es la Round 900: consiste en tirar tres series de 30 flechas a tres distancias (dependiendo del arco y la edad). “Hoy es internacional”, dice Jordi sonriendo. Han venido arqueros de Andorra.

“No tienes que tener un recorrido muy largo para ser bueno”, promete el presidente. Señala a Miriam (40 años), que lleva tres meses tirando, y a Carolina (42), que empezó hace año y medio. “Ya hacen más puntos que yo”. De hecho, Miriam marcará hoy el récord sénior. ¿El secreto? “Venir, entrenar, calma, tranquilidad”, dice.

“Tienes que concentrarte”, te aconseja Edurne con ademán profesional. Tiene 8 años, lleva tirando medio. “Te olvidas de todo”, promete Nuria, de 11. Ella lleva 5 con arco, casi media vida. Te animan con la sinceridad Disney de la arquera de Brave. “Esperemos que no claves la flecha en la bandera”.

"Tu momento de paz"

El bautismo de arquero dura dos horas, pero Jordi te puede sacar en 30 minutos la Katniss de Los juegos del hambre que llevas dentro. Primero hay que hacerse la ficha técnica. Te mide la apertura de brazos y descubre cuál es tu ojo dominante (con el que apuntas). “Eres zurda”. El ojo manda. Te da un arco zurdo, protector de brazo, dactilera (para proteger los dedos al estirar la cuerda), un carcaj con seis flechas. Y te enseña la señal del sinsajo de Los juegos del hambre. ¿Perdona? Es la posición con la que se tensa la cuerda: te tocas el meñique y el pulgar.

Colocas la flecha, cuerpo hacia delante, subes el arco, controlas los codos. “Has de vaciar la mente”, te dice Jordi a lo señor Miyagi, el sensei de Karate kid, como si en cualquier momento te fuera a poner a dar cera, pulir cera. Inspiras, abres la cuerda hasta tocarte la comisura del labio con el índice. Uf. Cierras el ojo no dominante, apuntas. Fiuuu. La fecha se clava en la zona intermedia de la diana. Un par de flechas más y atinarás en el círculo amarillo.  

¿De qué sirve? “Muchos dicen que para encontrar tu momento de paz”, responde Jordi. E incluso para disparar flechazos al estilo Cupido. El presidente asiente: “Se han formado bastantes parejas”.