Más camas... ¿dónde?

Vecinos de los distritos sin apenas alojamiento discrepan sobre la posibilidad y la viabilidad de absorber nuevos hoteles en sus barrios

Hotel Laumon 8 Uno de los pocos que hay en San Andreu, ayer.

Hotel Laumon 8 Uno de los pocos que hay en San Andreu, ayer.

PATRICIA CASTÁN / BARCELONA

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La pregunta deja en blanco a más de uno. En algunos barrios de Barcelona ven tan remota la visita de turistas que ni se han planteado cómo encajaría en sus calles la hipotética llegada de hoteles de nueva generación. Y es que Nou Barris cuenta solo con uno (en Heron City), Sant Andreu con un par, Gràcia con cinco y Horta-Guinardó con una decena. Frente los 127 del Eixample o los 120 de Ciutat Vella, según el balance de cierre del 2014 del Gremi d'Hotels.

La controversia política y ciudadana sobre la suspensión temporal de nuevos alojamientos en toda la ciudad (vigente) y la conveniencia o no de limitarla solo al centro ha dado protagonismo a los distritos susceptibles de encajar nuevas camas. Por un lado, se desconcentraría la oferta; pero además teóricamente se redistribuiría la riqueza que genera el comercio. Por mucho que los iconos sean inamovibles, se da por supuesto que el viajero gasta y consume también en mayor o menor medida en la zona donde se aloja unos días.

Así lo cree el presidente de la Fundació Barcelona Comerç, Vicenç Gasca, que representa a los ejes comerciales de barrio. El empresario asume que «es necesario dimensionar la oferta en la ciudad», pero ve positivo abrir el cerrojo fuera del centro, convencido de su efecto económico en el comercio. Y recuerda que para muchos visitantes repetidores las nuevas ubicaciones pueden ser interesantes porque «en Barcelona los desplazamientos son fáciles».

Espacio y riqueza

El distrito con menos turistas de la ciudad aporta voces variadas al debate. Desde la Coordinadora d'Associacions de Veïns i Entitats de Nou Barris, Albert Recio explica que el tema no es que haya o no turistas en su zona, sino la «falta de espacio» para acoger hoteles o apartamentos y la larga lista de necesidades que acumulan. «No hay casi solares y lo que nos urge es construir pisos sociales», apunta. Además de la densidad de la zona y el déficit de equipamientos. En algunas asociaciones, como la de la Guineueta, verían con buenos ojos la llegada de viajeros que hicieran gasto en la zona, siempre y cuando fuera un tipo de turismo tranquilo. También en la de Canyelles lo darían por válido «bien regulado», aunque temen que la zona careciese de interés para el foráneo.

Muy cerca, en Prosperitat ponen en duda que fuera útil para el barrio, donde «no hay sitio para hoteles» e incluso temen que algún inversor aprovechara para convertir viviendas en pisos turísticos. Sin salir del distrito, en Trinitat Nova creen que el tema merece ser considerado porque «dinamizar el barrio estaría bien», pero habría que mirar con lupa las ubicaciones. Y recuerdan que el anterior equipo de gobierno ya habló de fomentar puntos de interés, con un museo en la Casa de les Aigües, por ejemplo.

En Sant Andreu ya habían asumido la llegada de hoteles de la mano de los eternos planes de la estación de la Sagrera. En la asociación de este nombre, Oleguer Méndez defiende revisar la concentración hotelera y es partidario de un «turismo racional», con planes que ya estaban en marcha desde el distrito para impulsarlo. Pero puntualiza que un hotel «no debe ser considerado equipamiento». Cerca, en la parte de Sant Andreu de Palomar Santi Serra agrega que habría que estudiar ubicaciones y «la tipología de establecimiento». Y recuerda que la zona ya tiene albergues y hostales.

Desde el Carmel, en Horta-Guinardó, donde ya hay algún piso turístico, apuntan que el turismo no mejoró las cosas en el entorno del parque Güell y sospechan que una nueva oferta podría «encarecer precios en la zona». El peso de ese parque se escucha también en la asociación del Coll-Vallcarca, en Gràcia (que tenía una moratoria específica en la Vila), donde ni por tipo de arquitectura (baja) ni orografía ven que encajen más hoteles.

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