Dos retos y una sola victoria

Un grupo de corredores pasa por uno de los controles de avituallamiento del maratón de Barcelona

Un grupo de corredores pasa por uno de los controles de avituallamiento del maratón de Barcelona / periodico

SERGI LÓPEZ-EGEA / BARCELONA

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Esta podría ser la historia de centenares de historias; de las 20.287 personas inscritas al maratón. Pero todas no caben en una página. Sin embargo, esta sí es la historia de dos grupos de amigos, que este domingo se reunieron, unos corriendo y otros animando, a lo largo de los 42.195 metros que separaban la plaza de Espanya del propio enclave. Esta es la historia de los padres de los alumnos de la escuela Ipsi de Barcelona y la de los amigos de Eva, que solo corrió unos pocos kilómetros, en una tolerable y justificable incursión furtiva, junto a su amiga Carmen.

Para empezar hay que abrir el teléfono móvil y conectarse a los dos grupos de WhatsApp creados, precisamente, con motivo del maratón de Barcelona. El de Eva se llama 'Objetivo Maratón 2016' y el de los padres de la escuela barcelonesa 'Ipsi Runners MaratóBCN'. Y ambos, a eso de las 7 y media de la mañana, ya bombardeaban mensajes, lemas de ánimo y consignas, «¿dónde quedamos?, ¿dónde nos vemos?». A las 8 ya se habían hecho las fotos de rigor, nerviosos, casi tiritando más por la emoción que por el frío que hacía en la ladera de Montjuïc.

David, Pere, Oriol, Andreu, Glória, Vero, José Luis, Ferran, Antonio, Jordi, Albert, Josep, Bet, Rafa, Mercè, Francesc, Jordi y Belén eran los representantes del Ipsi, los que han creado un club de 'running' en la escuela y los que quedan cada martes a cosa de las 9 de la noche para subir hasta el castillo de Montjuïc, «con puntuación y todo, según asistencia y algunas series que hacemos», según explica David Griera, uno de los impulsores del grupo. Unos debutaban, otros trataban de bajar de tres horas (¡hay tanta gente que busca y consigue el reto de correr por debajo de este horario que hasta parece fácil!) y la mayoría de ellos, sencillamente, llegar, disfrutar y ser felices.

LA RECOMPENSA

«Ser 'finisher' es una recompensa que no ha impedido ni el dolor que he sufrido a partir del kilómetro 19», escribía una feliz y debutante Glória. «He rebajado mi tiempo hasta siete minutos, pero lo que me hace sentir orgulloso son las hazañas de mis compañeros que han acabado el maratón después de superar lesiones, enfermedades… ¡sois grandes!», añadía Francesc. «Desde que sonó el Barcelona de Mercury y Caballé en la salida ya tuve la piel de gallina, pero lo más emotivo de todo fue cruzar la meta», relató Mercè, otra de las debutantes del Ipsi.

Jaume, Julián, Josep Lluís y Elías eran los que llevaron la inspiración de Eva. Ellos también acostumbran a subir hasta el castillo de Montjuïc, desde la calle Bruc de Barcelona, aunque a diferencia de los padres del Ipsi, con quienes no tienen trato, corren los mediodías, sacrificando la hora del almuerzo.

Eva Botello (protagonista hace un año del suplemento 'Más Deporte' dedicado al maratón)  se había entrenado hasta diciembre. Ella era la que animaba al resto del grupo… hasta que en enero lo tuvo que dejar todo para cuidar a Miquel. Sabía que en las siguientes semanas ella debía ser lo más importante en la vida de él y el maratón pasaba a ser una tontería, por mucho cariño que le había cogido a la distancia. Hasta que Miquel se apagó para quedar siempre en un rincón del corazón de Eva.

CARRERA DESDE EL FÓRUM

Eva se incorporó en el Fórum. «Tenía la inscripción, el número de dorsal, lo tenía todo, pero con la cabeza en otra parte, se le borró el correo de la organización», explica Carmen, que había conseguido un dorsal a última hora, casi en la lista de espera. Lo compartió con su amiga, que sintió la brisa mediterránea y que a buen seguro se cruzó con alguno de los padres de la escuela Ipsi. Y porque seguro, unos y otros, sin conocerse, volverán a encontrarse el año que viene, con nuevas historias, retos e ilusiones en el maratón de Barcelona.