DESPEDIDA EN EL PARAL.LEL

Qué fuerza tiene La Maña

Fernando Esteso es un clásico y Lita Claver es una moderna.

zentauroepp41353481 barcelona  18 12 2017  barcelona  foto de lita claver   la m171230173749

zentauroepp41353481 barcelona 18 12 2017 barcelona foto de lita claver la m171230173749 / periodico

Manuel Pérez Andújar

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La Maña apareció vestida de rojo corto y mitificadora a tope. Vino a explicarnos que se retira del mundo del espectáculo y que sus paralelos ya se han encontrado en un infinito que se vislumbra a lo lejos. Entonces miramos desde la terraza del Antic Cafè Espanyol hacia plaza Espanya, y al escribirlo veo que la parte española de Barcelona es carne de cancaneo.

La Maña cuelga los hábitos nocturnos a los 72 años y estos días lo celebra con un espectáculo en el Apolo, mano a mano con Fernando Esteso, el niño con quien empezó de niña en una Zaragoza de curas gordos y cafés cantantes con olor a Farias. A mitad de la función lo dice Esteso: “¡Qué chorradas tenemos que hacer para comer!”. Fernando Esteso también tiene 72 años y su famoso número del coñac la Parra ya ha cumplido los cincuenta, esto lo cuenta también sobre el escenario. Fernando Esteso es un clásico y la Maña es una moderna, y todo el mundo sabe que lo moderno se acaba antes, se pasa rápido.

La artista convirtió cada época nuestra en biografía suya.

La Maña se ha quedado hasta el final, se ha quedado la última con la lealtad y el romanticismo de los que saben que lo glorioso es irse solo, ha esperado a que ya no hubiese nadie más para decirle adiós con todo su corazón a una de las más grandes y proscritas modernidades que ha habido en Barcelona: la revista, la canción soñadora que canta la inocencia de todo condenado injustamente, las exóticas, descomunales plumas que les salen a los ángeles caídos. “¡Qué chorradas tenemos que hacer para comer!”, ha soltado Fernando ante un público cómplice que lleva grabada en el tuétano de siglos de teatros, de noches de televisión, de sobredosis de cine, la infinidad de chorradas que tiene que hacer uno para soportar la vida. Con lo que Esteso llama chorrada hemos escrito nuestras biografías. Fernando Esteso es ese hombre normal que resopla y se enfada con todo lo que ocurre, porque la realidad es un paisaje submarino, y él vive encerrado en una escafandra protectora que le hace torpe, y teme, acaso ya sabe, que si se sale afuera se ahoga. La Maña todavía lo tuvo peor, mujer y más pobre, y así aprendió a nadar y ahora parece que todo lo que le roza sea su elemento, y por eso, hasta cuando la adversidad la atrapa, está tan graciosa echando por la boca esas burbujitas de socorro.

Ahora la Maña le explica a quien le pregunte por ello que es de raza gitana, pero esto es ahora. En la otra época no se podía ser gitano fuera de un traje flamenco. Y la Maña iba desnuda. O casi, hija. Hasta su madre se lo gritaba: “¡Malas desgracias tengas, que eres una marrana enseñando las garras (las piernas) en vez de bailar flamenco”. Se lo arrojaba a voces delante de todo el público cuando era una cría en Zaragoza y actuaba en el Oasis, en el Plata. El padre, chalán, tratante de ganado, también gitano, había muerto cuando era muy pequeña. ¡Qué chorradas tenemos que hacer para comer, Maña!, ha dicho Fernando. Ser gitana y ser artista era posible siguiendo el camino de Lola Flores. La Maña la quiso mucho, y esta mañana, en una acera del Paralelo, dice que sus tres artistas preferidos son Elvis Presley, Joan Manuel Serrat y, claro, la Lola, pero que sus piernas, las de la Maña, estaban hechas más para la purpurina que para los lunares. “Maña, joía, arréglate los dientes”, se lo repetía Lola Flores siempre que la veía, y la Maña le sonreía enseñando su diastema.

La Maña había venido a la vida con hambre de aprender, pero también le gustaba mucho enseñar. Al final le hizo caso a aquella faraona que convirtió en oro la arena del desierto, y se arregló la dentadura, y así cerró como las puertas de marfil de un templo sagrado ese resquicio, ese estrecho misterioso que se abría entre sus dos dientes. Pero hoy la Maña además de ser Emilia Giménez (Lita Claver bajo los focos), es gitana y lo dice con una naturalidad que le debían. De su madre, la Maña aprendió muchas palabras en caló, y se las enseñó a su hija cuando era pequeña. Ahora la hija ya es grande y es abogada.

A Joan Manuel Serrat lo imita Fernando Esteso en este espectáculo. Canta Aquellas pequeñas cosas. Esteso se hizo famoso con sus imitaciones en televisión durante una época en que la imitación era lo más parecido a la disidencia que se toleraba (pero también en aquellos años 70 la imitación, la falsificación, iban a convertirse en un arte por sí mismas, es cuando Orson Welles filma Fraude, F for Fake, una película muy esclarecedora). De la misma manera que Esteso lleva una época nuestra pegada a su piel, y el modo de ser de unas clases populares condenadas a la chorrada para comer, para no desesperarse, la Maña convirtió cada época nuestra en biografía suya. El tiempo se le metía como un veneno bajo la piel para que cada día, cada pequeña cosa, formase parte de su vida. “Cuando vi el mar por primera vez me puse a llorar como una tonta. Fue en Barcelona, era el Mediterráneo y era igual que en la canción de Serrat”. La Maña sabe que la gente la ha querido mucho, y dice que para no decepcionarla ha salido siempre al escenario a pisar con fuerza.