Los vecinos 'cabreados' de Nou Barris organizan el primer debate electoral

Ambiente en las Cotxeres Borbó durante el debate con las candidaturas municipales organizado por la plataforma Nou Barris Cabrejada, ayer.

Ambiente en las Cotxeres Borbó durante el debate con las candidaturas municipales organizado por la plataforma Nou Barris Cabrejada, ayer.

HELENA LÓPEZ / BARCELONA

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El primer debate de la campaña electoral barcelonesa se celebró la tarde del sábado en uno de los campos de batalla que contribuirá a determinar el color del consistorio a partir del próximo 24 de mayo: Nou Barris. No lo organizó ningún gran medio de comunicación ni público ni privado, sino los vecinos del distrito «cabreados» -como ellos mismos se definen-, en el marco de la campaña 'No és pobresa, és injustícia'.

Las más de 100 entidades del territorio que conforman la plataforma Nou Barris cabrejada diu prou! reunieron en una sala de actos de las Cotxeres Borbó abarrotada y sin aire acondicionado -condición que arrancó sudor y casi lágrimas en un sofocado público- a miembros de todas las candidaturas al gobierno local -a excepción de Ciutadans, partido del que aseguraron no obtuvieron respuesta- para exponerles en primera persona y a la cara la cruda realidad del distrito que encabeza las listas de pobreza, paro y desahucios y escuchar, también de primera mano y a la cara, sus propuestas.

AUTOCRÍTICA RELATIVA

Los únicos partidos que enviaron a tan dura prueba a sus cabezas de lista fueron ERC y Barcelona en Comú. El republicano Alfred Bosch inició su intervención reivindicando la importancia de «dar la cara» y haciendo lo que describió como «autocrítica», pero que sonó a dura crítica a sus antecesores en el partido. «No hemos estado suficientemente presentes en Nou Barris. He venido más en lo que llevo de candidato que los candidatos que me precedieron en el partido en las últimas 16 campañas», sentenció el republicano, que también entonó el mea culpa por la parte que le toca por los no pocos años en los que su partido formó parte del gobierno local, por la errónea política de parque público de vivienda (se construyó poco y de compra, con lo que dejaba de ser público).

También miró al pasado, aunque en su caso no para hacer autocrítica, el consejero del PP en el distrito, el delegado de los populares, Javier Barreña. «Hoy Nou Barris está a la cola, pero también lo estaba hace 20 años, los que somos de aquí lo sabemos», arremetió. En la misma línea, mirando atrás y sacando pecho sobre su condición de vecino, habló también el consejero del PSC, Gabriel García Duarte, quien aprovechó para recordar el pasado reciente de uno de los grupos miembros de la coalición electoral encabezada por Ada Colau: «Este distrito se construyó con la lucha de los vecinos y la complicidad de un gobierno socialista, con la colaboración de ICV».

La actual concejala del distrito, Irma Rognoni, quien aguantó con una sonrisa la dura crítica de la plataforma convocante -que solo salvó de los cuatro años del gobierno de CiU que gracias a su «ninguneo» habían tejido complicidades en lucha- se defendió insistiendo en el aumento de las partidas de recursos sociales efectuados durante su mandato y recurrió a la clásica herencia recibida recordando que los picos de paro venían del mandato anterior.

Colau -la más aplaudida, seguida muy de cerca por Maria Rovira, la número dos de la lista de la CUP- jugó su baza de «candidatura diferente», y subrayó que no había acudido a hacer promesas «sino a mostrar su compromiso». Discurso similar al de Rovira, quien remarcó su pureza antisistema arremetiendo contra los socios de Colau: «no sé cómo van a presionar a los bancos para que ofrezcan en alquiler social sus viviendas vacías partidos que deben grandes cantidades a estas entidades», señaló la número dos de la CUP, quien resumió sus prioridades con un «hace falta que tengamos pan, derechos y libertad».

Tras un largo debate en el que los miembros de las candidaturas, a parte de lanzarse indirectas, ofrecieron respuestas -aunque poco concretas a ojos de los convocantes-, los vecinos abandonaron la sala con la sensación de que deberán seguir luchando: «Es lo nuestro».