BARCELONEANDO

El arcediano que contrató a Messi

La 'Pietat Desplà', el mejor óleo flamenco español fue encargo de Lluís Desplà y obra de Bartolomé Bermejo

En primer plano el sepulcro de Lluís Desplà, al fondo en la pared, el historiador Daniel Rico contempla la obra maestra de Bermejo: la `Pietat Desplà¿.

En primer plano el sepulcro de Lluís Desplà, al fondo en la pared, el historiador Daniel Rico contempla la obra maestra de Bermejo: la `Pietat Desplà¿. / periodico

NATÀLIA FARRÉ / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

"No es Messi, este estaba en el norte, pero es Ronaldo, o el 'Messi' español, si se prefiere". La cosa no va de fútbol aunque pueda parecerlo, pero sí va de 'cracks'. En concreto de los 'cracks' de la pintura flamenca del siglo XV. Los flamencos primitivos, vamos. Jan van Eyck, el autor de la 'Adoración del cordero místico', sería Messi. También entrarían en esta categoría sus colegas Roger van der Weyden y Petrus Christus. Mientras que el 'Ronaldo' del tema, o el 'Messi' de estas latitudes, no es otro que Bartolomé Bermejo, de cuyo pincel salió la 'Pietat Desplà', para muchos la mejor pintura flamenca realizada fuera de Flandes. Ahí es nada.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"El comitente","text":"\u00a0escogi\u00f3 al pintor cordob\u00e9s por ser, con diferencia, el m\u00e1s moderno y genial"}}

El símil futbolístico sale de la boca de Daniel Rico, historiador de arte y colaborador en la restauración de tan preciada pieza. Una tabla con vocación de cuadro que luce con todo su esplendor tras la restauración a la que ha sido sometida. Un 'lifting' de un año y medio (dirigido por Ana Ordóñez y financiado por la Fundació Banc Sabadell) y que la sitúa en la liga de grandes obras susceptibles de ser pedidas en préstamo. Vean si no: En sus seis siglos de historia apenas se ha movido de los alrededores de la Catedral de Barcelona, guerra civil, al margen. Ahora ya tiene un viaje en su agenda. En el 2018, el Museo del Prado dedicará una monográfica a Bermejo, y la 'Pietat Desplà' será una de las estrellas.

Mientras, lo suyo es ir a verla al museo catedralicio, donde reina a los pies de su comitente. Sí, sí. Lluís Desplà (Barcelona, 1444-1524), quien encargó y pagó la tabla –así figura en la leyenda del marco: IMPENSA LODOVICI DE SPLA BARCINONENSIS ARCHIDIACONI ABSOLVTVM (costeada por Lluís Desplà, arcediano mayor de Barcelona)– yace a sus pies. Cosas del destino. Desplà fue enterrado en lo que hoy es la capilla del Sant Crist de Lepanto y que hasta el siglo XVII fue Sala Capitular de la Catedral, que por algo era su arcediano, además de una figura de peso en la sociedad del momento. No solo estaba vinculado a una de las grandes familias de la ciudad, sino que fue hombre de confianza de Joan II y Ferran II, o sea 'el Católico', y llegó a ser el 44º presidente de la Generalitat. Aunque no consiguió lo que más deseaba: se quedó a las puertas de ser obispo. Logró ser escogido por el capítulo catedralicio pero Ferran II impuso a su candidato: Enric de Cardona.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"La pieza luce\u00a0","text":"en la catedral,\u00a0a los pies de quien la pag\u00f3, por obra y gracia del destino\u00a0"}}

Cuando la Sala Capitular cambió de ubicación, su sepulcro también fue trasladado y con él la losa de mármol renacentista donde el florentino Girolano Cristoforo talló su figura y su escudo en 1539. El espacio es Sala Capitular pero es también museo catedralicio. Y ahí están los dos: el comitente y su obra, frente a frente. Aunque 'La Piedad' tardó un poco más en llegar. Su ubicación original y por la cual fue encargada era la capilla privada de Desplà, espacio de meditación que se hizo construir en una de las dos torres del Portal del Bisbe, antaño espacios que formaban parte de la Casa de l'Ardiaca y que hasta 1823 estaban unidas por un puente.

El encargo fue parte de la reconstrucción de la residencia que ocupaban los de su cargo y que Desplà convirtió en una mansión tan señorial como pudo. Y ahí estuvo hasta que en 1839 Pablo Piferrer la descubrió "arrinconada, desconocida de todos". Cuatro siglos después el destino los volvió a unir. Así el relieve de Desplà mira al Desplà pintado, o al revés, porque el arcediano se hizo retratar en el cuadro. Y nadie mejor para ello que el cordobés Bermejo, el mejor y más moderno de los pintores que entonces ejercían en la Corona Catalano-aragonesa. El 'Messi' de la pintura en estos lares.

EGOCENTRISMO Y DEVOCIÓN

El arcediano luce a la izquierda, solo un poco más abajo que la Virgen doliente con su hijo en el regazo, y que san Jerónimo. Hay un punto de egocentrismo en la aparición pero también mucho de devoción. Se sitúa en un espacio imaginario para vivir la pasión de Cristo, un ejercicio espiritual y de meditación propio de la edad media. Y ahí viene la paradoja del cuadro: "Es una obra muy realista que representa una realidad imaginada", puntualiza Rico. Y con un "paisaje espectacular", un paisaje que recoge 73 especies de flora y fauna detalladamente dibujadas. Pero esta es otra historia.