Las olvidadas tiendas de electrónica renacen gracias al fenómeno 'maker'

Dos dependientes de Diotronic, en Muntaner, que atienden con atención a los clientes y resuelven sus dudas.

Dos dependientes de Diotronic, en Muntaner, que atienden con atención a los clientes y resuelven sus dudas.

CRISTINA SAVALL / CARMEN JANÉ / BARCELONA

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Las pocas tiendas de electrónica de toda la vida que aún quedan en Barcelona han despertado de la decandencia gracias al boom de la informática hecha en casa, la impresión en 3D y el creciente fenómeno de los makers, movimiento que propugna construirse las cosas uno mismo con nuevas tecnologías y conexión a internet.

Son las tiendas digitales del ciberbricolaje, en las que cada apasionado de la electrónica encuentra su pequeña pieza, y que en otras ciudades europeas, a excepción de Berlín, ya se han extinguido. En sus cajones guardan diodos, bridas, transistores, placas de procesadores, sensores y entradas USB. Material del siglo XXI con el espíritu de venta de las mercerías de mediados del XX.

Establecimientos como Onda Radio, Diotronic, Metro Electrónica, Charles y Matfesa (antes Nufesa) han sobrevivido a los problemas de la crisis industrial y han logrado tener cola hasta fuera del local y competir incluso con las más baratas webs chinas de componentes, gracias a su mayor rapidez y al tradicional servicio del pequeño comercio, que permite resolver dudas que no siempre aclaran los vídeos de Youtube --el gran gurú del ciberbricolaje doméstico-- o los foros. «Este tipo de negocios han desaparecido en casi todo el mundo. Barcelona es un paraíso para los makers extranjeros. Organizan rutas para conocer estas tiendas y el Servei Estació, de Aragó», asegura Xavier Pi, ingeniero, maker y asesor del área de innovación del Ayuntamiento de Barcelona.

«Si hay un problema con una placa o un sensor, lo cambiamos, no tienes que esperar a enviarlo a China y que vuelva la pieza nueva, pero lo que más atrae a los clientes es ver el producto de cerca, palparlo», coinciden en declarar los propietarios de tiendas. Otro punto que ha jugado a favor de estos comercios tradicionales es la política de aduanas, que hace que en ocasiones sea más caro devolver un producto que comprarlo, o que obligue a declarar lo que no se inspeccionó el primer día.

Cada día son más los que se animan a construir sus propios dispositivos electrónicos a partir de modelos que encuentran en internet o por pura experimentación, con componentes asequibles y tutoriales en la red. «Es la cuarta revolución industrial, tras la máquina de vapor, el motor eléctrico y el microprocesador. Ahora se trata de sistemas electrónicos que son controlados a través de internet», señala Pi.

Para construir inventos como macetas musicales, una impresora 3D a medida o una bolsa de luz hinchable, las tiendas de electrónica han llenado sus estantes de objetos impensados hasta ahora, como placas de microprocesadores Arduino (creadas para enseñar informática a adolescentes y convertidas en nuevos microordenadores que controlan un circuito) o Rasperry Pi (más potente que la anterior), sensores, conectores Bluetooth o módulos wifi. Tecnología que puede estar en un móvil o en un circuito de impresora y que se conecta en casa.

Cuestión de tamaño

Josep Antoni Serra trabaja en Onda Radio desde 1976. «Entré con 16 años, cuando estábamos especializados en válvulas de radio. Ahora lo primordial es lo relacionado con arduninos». Para él, un gran cambio de la tecnología es el tamaño. «Todo es más pequeño». Atiende a los clientes a la vieja usanza: «Dedicas tiempo y muchas ventas no suben de 20 céntimos».

El ingeniero Albert Faus y sus hijos son los propietarios de Diotronic. «Gracias a las ventas relacionadas con Arduino y Rasperry Pi vamos subiendo los ingresos desde septiembre del 2013. El 2012 fue durísimo» reconoce Faus, ya jubilado. La tienda, en la calle Muntaner, tiene 32.000 referencias. Musta Boughravsi es uno de los encargados: «Lo de los makers es un movimiento mundial, pero lo insólito son tiendas como la nuestra».