BARCELONEANDO

El hombre que navega con las estrellas

Hace 20 años que Kenneth Perdigón no enciende el GPS al echarse al mar. Ha llegado a traer un barco de Australia a Barcelona mirando el cielo

BARCELONEANDO KENNETH PERDIGON

BARCELONEANDO KENNETH PERDIGON / periodico

Ana Sánchez

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De un vistazo a lo Robocop se descubre una pila de sombreros de paja y una guitarra a la medida de Danny deVito. "Es una guitarra acústica de viaje", te informa Kenneth. Tiene sentido: estamos en un velero de 14 metros de eslora. Cuelgan del techo quinqués que parecen sacados de 'Moby Dick' y hasta una planta a punto de florecer. "¡Después de dos años!", resopla su dueño. Más que riego, aquí necesitaría Biodramina.

En una estantería está el 'Atlas de islas remotas', las menos accesibles del mundo. Lo abres y ves que hay tres marcadas con un círculo verde: Christmas IslandSouth Keeling Islands y Santa Elena (donde desterraron a Napoleón). Aun hoy llega un ferri cada dos meses, apunta Kenneth. Él atracó en las tres sin encender el GPS. Hace 20 años que navega guiándose con las estrellas. Ha llegado a traer un barco de Australia a Barcelona mirando el cielo.

"La naturaleza en estado puro te pone en tu sitio"

Kenneth Perdigón, 43 años, es patrón de barco desde los 18. Vive la mitad del tiempo en el mar, la mitad en tierra. Habla de temporales con la sonrisa puesta. En el cofre de las herramientas guarda una pajarita, a juego con el esmoquin que siempre lleva a bordo, a lo James Bond. ¿Que qué tiene de adictivo el mar? "Que te quita mucha importancia -responde-. La naturaleza en estado puro te pone en tu sitio: no somos nada".

La historia de Kenneth está incluida en Eldorado, un proyecto de Folch Studio que recopila experiencias insólitas de viajes en la era del post-turismo

"El hombre que navega con las estrellas", lo llaman. Estrellas del cielo, no de Hollywood. "Con esas no he navegado", se ríe. "No soy especial -añade-, simplemente tengo práctica". Se quita importancia, aunque últimamente tiene más gancho que el capitán Garfio. Han incluido su historia estrellada en Eldorado, un proyecto del barcelonés Folch Studio que recopila experiencias de viajes en la era del post-turismo. Es decir: únicas, insólitas, vividas. Se pueden leer 'online' y en libro: publicarán un segundo volumen en enero.

Desde la cubierta del velero de Kenneth hoy se ve a Colón, el de la Rambla, el que señala a Mallorca en vez de a América. Sirve de premonición: Mallorca es donde el capitán se irá navegando tras esta charla. El barco está amarrado en el Reial Club Marítim de Barcelona. 'Narinan', bautizó al velero. El nombre viene de 'anar-hi anant', explica Kenneth. "Ir yendo, aceptando todo, sin prisas", justifica. Pues sí: tiene placas solares en cubierta y mucha madera que tocar en caso de temporal. 

Matemáticas y dibujo técnico

¿Cómo se navega con las estrellas a lo Colón? Obviamente hay que saber reconocerlas. Y refrescar COU. "Es una mezcla entre cálculos matemáticos bastante simples y un poquito de dibujo técnico", resume el capitán. "Como en COU: bisectrices, triángulos, circunferencias, tangentes…". Toda una ironía: él dejó COU a medias. 

Cuando navega, Kenneth va apuntando cada hora dónde cree que está. Rellena en un cuaderno de bitácora la presión atmosférica, cuántas nubes hay, qué tipo, altura de las olas. En vez de mirar una pantalla, él mira a la naturaleza. "Ese es uno de los motivos por los que hago la navegación analógica", asegura. Para estar conectado con la naturaleza. "Tú no puedes proteger algo con lo que no estás conectado", señala. "Y una de las cosas que más nos desconecta es la tecnología. Pasamos la mayor parte del tiempo mirando una pantalla. Prácticamente toda la información la vamos a buscar a un sitio que es 'Matrix', que lo hemos hecho nosotros".

"Mi meta es tener mucho menos que esto -dice el capitán-. Tener muy poco, necesitar muy poco. Hace dos o tres años me desprendí del 90% de mis cosas"

Sí, Kenneth es un hombre sostenible. "Todo mi proyecto, mi vida, llámalo como quieras, circula alrededor de que nos estamos cargando el planeta. Creo que hay una solución que pasa por el activismo individual", confía. "Sé el cambio que tú quieres ver en el mundo –incita a lo profeta 'eco'-. Aunque seas tú solo pequeñito. Porque probablemente puedas inspirar a alguien más y ese alguien pueda inspirar a otra persona más. Ya hemos visto que por arriba no van a cambiar las cosas, a nivel legislativo. La única esperanza es por abajo".

¿Su meta? "Ser cada vez menos –responde-. Desaparecer", se ríe. "En mi meta no está este barco. Mi meta es tener mucho menos que esto. Tener muy poco, necesitar muy poco. Hace dos o tres años me desprendí del 90% de mis cosas -confiesa sin parpadear-. Y sigo. Lo que pasa es que cada vez es más difícil". Fuera del barco solo guarda la ropa que no es de temporada, una caja de cartas, otra de fotos y recambios del barco. "Y sigo soltando".