saltimbanquis en la calle

Piruetas para vivir

Un grupo de jóvenes acróbatas recorren el centro de Barcelona haciendo espectáculos de gimnasia para ganarse la vida

IGNASI FORTUNY / BARCELONA

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A las 19 horas de un caluroso jueves de junio SimoLahssenRedouan Mohamad, cuatro de los cinco saltimbanquis de Acrobat Barcelona, llevan casi 24 horas en ayunas. Desde el 27 de mayo y hasta este pasado domingo, estos cuatro marroquís han compaginado sus 'shows' callejeros con el Ramadán. Un mes sagrado para los musulmanes en el que se deben abstener de comer, beber y tener relaciones sexuales durante las horas de luz. El quinto es Vanderson, un brasileño que bien podría ganar en un duelo al Increíble Hulk. "Tiene fuerza para todos", dicen sus compañeros entre risas. "Es el hombre más fuerte del mundo". Hace unos tres años que este grupo de jóvenes acróbatas va por el centro de Barcelona haciendo espectáculos de gimnasia.

Empieza a caer el sol en la placeta que se forma en la calle Xuclà con Pintor Fortuny, pero el calor sigue siendo intenso como para empezar a hacer piruetas en el aire. Lo aguanta mejor la grada-terraza improvisada que aplaude su espectáculo entre sorbos de cerveza fría a precio de 'copita de champagne'. "Venimos más tarde que normalmente, pero lo llevamos bien", cuenta Simo, un joven de Larache, una ciudad del norte de Marruecos. Allí empezaron de pequeños los cuatro marroquís del grupo a hacer piruetas. Todos llevan entre dos y tres años en Barcelona, excepto el brasileño Vanderson, que lleva ocho. Cuando no están en Ramadán comienzan a rondar con su espectáculo nómada hacia las 14 h. "Hacemos cuatro o cinco números al día", explica.

Desafían el calor y las magulladuras que tienen por el cuerpo. Para ellos ahora es temporada alta. "Estamos luchando para vivir y, en este momento, va bien", explica Lahssen de camino a la segunda plaza en la que actuaran en la misma tarde. Al final del día, cada uno vuelve a casa con entre 30 y 50 euros. Ahora, se ganan así la vida desde que en diciembre acabara su último contrato con un circo. En un mundo de trabajo temporal e irregular, siempre les queda volver al 'show' callejero, dicen. Con empresas circenses han recorrido y actuado en medio mundo: Europa entera, Dubái, Taiwán, Japón…   

En la jornada de hoy hacen la segunda parada en la plaza Sant Josep Oriol. Saludan a los camareros que controlan las terrazas. "Hace poco ha pasado el grupo de capoeira", les chiva uno de los trabajadores de un bar de la plaza. Tienen competencia. "Hay grupos de 'break dance', músicos...", cuentan.  Además de competencia, también tienen vigilancia. Cosas del espectáculo y el civismo. "Esta semana nos hemos quedado dos días en casa descansando porque había mucha policía", explican. Cuentan que les han multado varias veces -no tienen permiso para actuar en la calle- y les han "quitado el dinero recaudado, el altavoz…. ¡Que vale como 100 euros!".  "No hacemos daño a nadie, solo queremos ganarnos la vida", sentencian. Entre su público, casi el 100% turistas, la generosidad es variable, cuentan. Han visto entrar en sus sombreros algunos billetes de 100… y también mucha moneda de cobre, céntimos. "Preferimos que nos digan que les ha gustado mucho y que no nos den nada, a que nos den 2 céntimos… es como si nuestro trabajo valiera esta mierda", resume Vanderson.

Este jueves de pleno Ramadán -a mediados de junio- harán una pausa de 20 minutos hacia las 21 horas para comer. Después, con sus bicis (por cierto, más de una vez robadas durante alguno de sus 'shows') se desplazarán a otra plaza del centro de Barcelona y retomarán su ruta hasta las 23 horas. Cuando acaban cada espectáculo miran sus teléfonos, esperan una llamada: la de un circo.