El héroe nonagenario que desenmascaró a los estafadores del gas

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GUILLEM SÀNCHEZ / BARCELONA

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Eufrasio es el "héroe" de esta historia. El inspector de los Mossos d'Esquadra Joan Coll, jefe de la comisaría de Nou Barris, lo dice porque este hombre de 94 años fue quien presentó la primera denuncia que provocó el inicio de una investigación que ha permitido detener a 6 delincuentes que han estafado a 340 ancianos en Barcelona340 ancianos en Barcelona. Los agentes de la Unidad de Investigación de este distrito comprobaron enseguida que a los estafados, con una edad media de 84 años, les daba vergüenza o miedo informar a la policía. Que Eufrasio fuera el primero en denuciarlos no es casual. O al menos eso le gusta creer a uno de sus hijos, que cuenta a EL PERIÓDICO la historia de su padre. 

Eufrasio nació en Cambil (Jaén), el 1 de enero de 1922. Un pueblo dedicado íntegramente al monocultivo de olivos. Él era el tercero de nueve hermanos. A los 7 años ya estaba arando la tierra. Con 11 ya tiraba del burro. A esa edad hacía los trabajos de un hombre adulto, eran otros tiempos.

Aprendió a escribir y a leer en el campo. Alguien que recogía aceitunas junto a él, le enseñó durante los descansos. Bajo la sombra de un olivo, se obsesionó con las letras hasta que se vacunó a sí mismo contra el analfabetismo. En 1948, dejó Cambil para buscarse la vida en Barcelona.  

El primer trabajo en la gran capital catalana lo logró en una carpintería. Con el paso de los años, dejó la madera para fabricar altavoces en una empresa que se llamaba Hispano Suiza. Allí se jubiló. Había llegado a ser contramaestre, el techo laboral al que podía aspirar dada su formación.

El 19 de enero del 2016, a los 88 años, su mujer, jienense como él, falleció. Con su partida, la casa se llenó irremediablemente de soledad. Eufrasio, que recordaba bien la imagen de Salvador Dalí intubado al final de su vida, tenía claro cómo quería terminar la suya. Les pidió a sus hijos que no se la alargaran artificialmente si la cosa empeoraba. Sus palabras fueron que no quería vivir "si ya no era capaz de limpiarse el culo". A sus 94 años, cuando seguía en plenas facultades mentales, cuando aun no se cumplían dos meses del entierro de su esposa, los estafadores del gas llamaron a su puerta.

Los dos falsos revisores le enredaron gracias a un tercer socio, que llamó al teléfono fijo de su domicilio de Nou Barris. Entre los tres lo embaucaron y le robaron los dos ordenadores portátiles que guardaba a su hijo en una de las habitaciones. Lo que ocurrió le supo mal sobre todo porque los aparatos no eran suyos. A su hijo le dijo que le pagaría íntegramente lo que le hubieran costado. "No hace falta, papa".

Acudió a la comisaría del distrito para denunciar a los ladrones. Y reconoció en el álbum fotográfico que allí le mostraron a uno de los tipos que acababan de visitarlo. La agente que vio dónde se posaba el dedo de Eufrasio, le preguntó cariñosamente si estaba completamente seguro. Eufrasio asintió. Así supieron los Mossos que había falsos revisores del gas amedrentando a los ancianos de la ciudad.

Eufrasio murió el pasado 26 de noviembre. Habría cumplido 95 años el 1 de enero. Como él quería, vivió con dignidad hasta el final de sus días y se marchó mientras dormía, sin lanzar un quejido. A su hijo Manuel le gusta creer que su padre era un tipo "honrado". Y que si no dudó en desenmascarar a los impostores que le engañaron es porque él sabía lo que cuesta ganarse las cosas con esfuerzo. Lo aprendió recogiendo olivas, cuando tenía 7 años.