CONFLICTO SOBRE EL ESPACIO PÚBLICO

La guerra de las terrazas rebrota en Ciutat Vella

La plaza de Santa Maria del Mar, con 72 plazas, que el Ayuntamiento quiere reducir, en sus terrazas.

La plaza de Santa Maria del Mar, con 72 plazas, que el Ayuntamiento quiere reducir, en sus terrazas. / ELISENDA PONS

Ernest Alós

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El pasado mes de diciembre se selló el acuerdo para finalizar la guerra de las terrazas. El enfrentamiento entre el Ayuntamiento de Barcelona y el Gremi de Restauració por la aplicación estricta de la ordenanza aprobada por el anterior equipo de Gobierno de Trias, que obligó a recortar el número de mesas en las calles para facilitar el movimiento de los peatones, finalizó con una revisión de la ordenanza el pasado mes de junio que teóricamente debía permitir recuperar algunos centenares de plazas con una interpretación más flexible, seguida de un trato específico para las terrazas de la Boqueria acordado en julio. La tregua se ha mantenido en toda la ciudad excepto en el distrito de Ciutat Vella, donde el gremio ha iniciado una serie de movilizaciones después de constatar la nueva ordenanza se está utilizando, en este caso, para seguir recortando la oferta.

“El distrito muestra una actitud excesivamente beligerante, con continuas amenazas, en contradicción con el pacto de las terrazas, porque la flexibilidad que se pactó fue para salvar terrazas, no para cerrar más”, critica el director del Gremi de Restauració, Roger Pallarols. “Hay zonas de la ciudad que son más complejas. Ciutat Vella tiene una mayor densidad y falta de espacio público, un tejido urbano más complejo y la mayor concentración de restauración de la ciudad”, alega la concejal de Ciutat Vella, Gala Pin.

Tras la reforma de la ordenanza, el distrito debe ajustar las zonas de terrazas a la nueva normativa y ajustar en el plazo de dos años las ordenaciones singulares que se habían aprobado en algunos espacios. “Queremos hacer un planteamiento más global de cada espacio público, no solo mesas y sillas, y revisar todas las situaciones en las que hay conflicto que tiene que ver con el descanso vecinal, y si hay afectación vecinal velaremos sobre todo por la salud y el derecho al descanso de los vecinos”, advierte Gala Pin. “Como en lugares como la calle Xuclà, donde hay bares que incumplen la licencia de forma reiterada y sistemática”, apunta. “Donde ha habido procesos participativos, los vecinos han dicho que los principales problemas que tienen son otros”, responde Pallarols.

Revisión a la baja

“No solo no se está cumpliendo el proceso de pacificación sino que, excepto en la Boqueria, en Ciutat Vella han acelerado el proceso de reducción de licencias, inspecciones y sanciones; hay 20 puntos en Ciutat Vella donde hay algún tipo de amenaza”, lamenta el director del Gremi de Restauració. Los más avanzados, en la plaza Ramon Berenguer, Santa Maria del Mar y Jacint Raventós. “En ningún caso el problema de ocupación indebida del espacio público es el de las terrazas -protesta Pallarols, apuntando al top manta-. El sector ya ha sufrido bastante con la crisis y este último verano especialmente malo para el turismo y las terrazas son vitales para su supervivencia, además de ordenar el espacio público y generar puestos de trabajo e impuestos”, añade.

Las protestas del gremio se han encontrado con la respuesta de entidades como Ciutat Vella No Està En Venda, la asociación de vecinos del Gòtic, Fem Plaça, la FAVB, la Assemblea de Barris per un Turisme Sostenible y Carrers per a Tothom, que denuncian que los restaurados utilizan en sus movilizaciones a sus trabajadores y manipulan “como títeres” a los grupos políticos que les apoyan (PDeCat, C’s, PP y PSC). Críticos con la “desregulación en el otorgamiento de licencias” que en su opinión supuso el revisión del pasado mes de junio, han rechazado “la carta blanca que exige el gremio” en el uso del espacio público ya que “se deben garantizar los derechos del vecindario al uso y disfrute de nuestras calles y plazas limitando su explotación económica” y garantizando “el derecho al descanso, a la accesibilidad y a un medio ambiente adecuado”.

Los primeros roces se han producido en la plaza de Santa Maria del Mar y el paseo de Joan de Borbó. En Santa Maria del Mar la sobreocupación de hace un tiempo ha dado paso a una notoria reducción (cuatro terrazas de cuatro mesas, y una de dos) y según Pallarols aún se quiere “reducir tres de ellas y eliminar dos” cuando no hay problema, “ya que solo se está ocupando el 10% de la plaza y las molestias a los vecinos empiezan cuando se cierran las terrazas, no a causa de ellas”. En la avenida Joan de Borbó, tras la primera manifestación del gremio se produjo una reunión con la concejala Gala Pin que según los restauradores fue positiva. “Estamos con la mano tendida a hacer la reflexión de fondo que se nos pidió para que la restauración tenga un papel en la mejora del espacio público”, sostiene Pallarols, que se felicitó de la disposición municipal a revisar sus planes para el paseo de Joan de Borbó.

Diálogo en la Barceloneta

La concejal sostiene que en esta zona de la Barceloneta, “dentro de la legalidad” se puede mantener “el cómputo global” del espacio ocupado por las terrazas según las licencias vigentes, pero no el espacio que ocupan efectivamente en los casos en que sobrepasen el espacio concedido, “algunas de ellas tres o cuatro veces por encima” y  “sin que el Gobierno municipal actuase en el 2012” o “alguna situación administrativa peculiar” basada en acuerdos del año 2006 “sin validez jurídica”.

Sí esta dispuesto el distrito a aceptar que las terrazas sigan arrimadas a las fachadas, en lugar de su plan inicial de desplazarlas para dejar ese espacio libre para facilitar el desplazamiento de vecinos con dificultades de movilidad o visuales, lo que había obligado a reducir la capacidad de los establecimientos “en un 25%”, según el gremio. “Siempre a la espera de lo que diga el Institut Municipal de Discapacitat y de que los pasos entre terraza y terraza para acceder a las viviendas sean suficientemente ancho” y de que las terrazas formen un frente “lineal”, apunta la concejal.

Sin embargo, las relaciones se enrarecieron de nuevo tras aquella primera reunión cuando la semana pasada llegaron notificaciones para recortar el número de mesas en la plaza Bonsuccès.  “No retiraremos sanciones porque sí, aunque podemos revisar alegaciones, y puede ser que rebajemos las actuaciones de oficio porque estás negociando. Entiendo la presión que hace el gremio, pero si hay un requerimiento de un vecino porque hay una ocupación indebida del espacio no podemos dejar de actuar y decirle a la Guardia Urbana que no vaya”, responde la concejal. Aunque las terrazas de Bonsuccès no han recibido nota de ninguna infracción, sino de una nueva adjudicación de espacios más restrictiva.

Rambla y plaza Reial en espera

No todos los melones potencialmente conflictivos en el mapa de terrazas de Ciutat Vella están abiertos, aún. Quizá las tres concentraciones mayores de mesas y sillas en las calles del distrito sean el paseo Joan de Borbó (en conversaciones), el entorno de la Boqueria (solucionado con un pacto el pasado verano), la Rambla y la plaza Reial. Estos dos últimos casos aún no se han puesto sobre la mesa. Aunque tras la presentación del proyecto de reforma de la Rambla, la semana pasada, el director del Gremi de Restauració, Roger Pallarols, alertó de que la reforma prevista podría eliminar hasta 100 de las 400 mesas que actualmente se despliegan en el paseo.

Pallarols considera que el proyecto parte de un planteamiento de “turismofobia” municipal y criticó que la fase de participación ciudadana en la redacción de la propuesta ganadora, del equipo Km-Zero, no ha sido tal y no ha tenido en cuenta a los agentes económicos que actúan en la zona. Según la concejal de Ciutat Vella, estas críticas se basan en un equívoco a partir de la interpretación de las recreaciones visuales de la futura Rambla tras un proceso que aún durará años, y que los usos concretos del espacio (como sucede con el tráfico privado o no en los dos únicos carriles para vehículos, sobre los que el Ayuntamiento aún no se ha pronunciado aunque lo dibujado sobre los planos parece dispuesto para vetarlo) no se concretarán hasta que la ejecución de las obras este avanzada. “No hay ordenación de terrazas aún”, insiste Pin.

En el caso de la plaza Reial aún no se ha emprendido ningún proceso de ajuste de las licencias otorgadas actualmente. Sin embargo, Gala Pin ha advertido que se debería plantear cuestiones cualitativas y plantear si merecen el mismo trato establecimientos con una oferta atractiva, que les hace llenar tanto sus locales interiores como terrazas, de otros que tienen sus espacios bajo techo vacíos y sus terrazas llenas, por lo que se puede suponer que “con una oferta de calidad dudosa” el uso del espacio público es el único atractivo que ofrecen a sus clientes .

Un armisticio contestado

El enquistamiento de las diferencias entre restauradores y ayuntamiento en el distrito de Ciutat Vella contrasta con los dos acuerdos que sí fueron posibles en el último año en el conjunto de la ciudad y en un punto caliente del mismo distrito como la Boqueria, <a href="https://www.elperiodico.com/es/barcelona/20171205/la-favb-arremete-contra-el-pacto-de-las-terrazas-6476571"><strong>no sin críticas de entidades vecinales</strong></a> y la CUP al gobierno de Colau <strong><a href="https://www.elperiodico.com/es/barcelona/20171205/colau-acepta-las-demandas-de-los-restauradores-para-salvar-las-terrazas-y-dinamizar-la-economia-6476003">por haber contemporizado con el sector tras un año de temor por el estado de salud del turismo y la restauración en la ciudad</a></strong> tras el convulso verano y otoño del 2017.