BARCELONEANDO

Encuentros de fracasados

Más de 10.000 personas en el mundo escuchan cada mes a al menos 3 emprendedores narrar en público sus fracasos. Son las FuckUp Nights. En Barcelona van por la 13ª edición

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Ana Sánchez / Barcelona

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Nada más entrar, te pegan una etiqueta al pecho con tu nombre. “My name is Ana –te presentas a partir de ahora sin abrir la boca- and I fucked up”. Para todo el que no hable el inglés de Ana Botella, estás confesando a bocajarro “he fracasado”. Enseguida encuentras cómo pasar el mal trago: hay una “drinking corner” con cerveza artesana. Aunque alivia más ver que hay otras 150 personas con pegatina.

El miniescenario está instalado en Cloud, un espacio de 'coworking'. Se palpa ambiente de charla TED. La frase más repetida de la noche será: “No fue bien”, pero terminarás saliendo con la risa floja de quien ha estado en ‘El club de la comedia’. “El objetivo es reírnos de nuestros fracasos para poder superarlos”, anuncia ante el micro Andrea García M, la organizadora. Comienza la FuckUp Night. La noche de los fracasos.  

Es un movimiento que se ha extendido por 252 ciudades. "Libera tu fracaso -animan desde hace 5 años-. El mundo lo agradecerá". 

Es un movimiento internacional: se organizan FuckUp Nights en 252 ciudades, en 80 países. “Fuckuppear es humano”, se dice ya por internet. “Libera tu fracaso –animan desde hace 5 años-. El mundo lo agradecerá". Empezaron en México. "Después de varios mezcales", puntualizan sus ideólogos en el vídeo promocional. Eran cinco amigos –cuentan- que un día decidieron hablar de sus fracasos. “Fue liberador, divertido, auténtico, inspirador”, tiran de adjetivos motivacionales. Así que lo repitieron con amigos de amigos. Ahora cada mes –calculan-, más de 10.000 personas hacen una pausa para escuchar a tres emprendedores narrar en público sus fracasos. Son encuentros para tres tipos de personas, resumen: “Los que fracasaron, los que fracasarán y los que mienten”.

"Es aprendizaje"

Esta es la 13ª FuckUp Night que se hace en Barcelona. Andrea ha organizado todas menos la primera. Es venezolana, 35 años. Arquitecta de profesión, emprendedora de vocación. A los 6 ya alquilaba su sacapuntas a los compañeros de colegio. Lleva dos años convenciendo a la gente para que comparta historias que nadie quiere contar. La mayoría se avergüenza de sus fracasos, asegura. ¿Y por qué contarlos? “Porque es aprendizaje –responde-. Lo importante es detectarlos y saber qué no volverías a hacer. Es tu bagaje”.

Hoy hay edición femenina: #WomenFuckUp. Se van a confesar delante del micro cuatro emprendedoras con currículo XXL. Hablarán de fracasos que ríete tú de las leyes de Murphy.  

Falla el micro. Aquí eso suena a buena señal. Coge el segundo micrófono Sonsoles Alonso. Es consultora especializada en crear equipos de alto rendimiento. “Yo era una pianista famosa en Holanda”, recuerda sin darse importancia. No viene a hablar de eso, sino de la presidencia más corta del club Rotary, cuenta con tono de monólogo. Duró 8 semanas. “Quieres llevar el club como si fueras Steve Jobs”, le dijeron tras invertir 450 horas en el proyecto. “¿Qué haría de forma diferente?”, se pregunta ahora. “Diría que no”. Esa es su moraleja: “Cuando decimos que no al sitio en el que no debemos estar, elegimos conscientemente el sitio en el que sí tenemos que estar”. 

"Hay que creer en uno mismo"

Sigue Lorraine Gallard. Ella ha trabajado en cine y publicidad. “Me ofrecieron la gallina de los huevos de oro”, dirá dos veces. “No fue bien”, repetirá otras dos. Añade un apunte machista: “Me ven como una mujer con mucho carácter”, cuenta. “¿Eso es bueno? No, siendo mujer”. En dos entrevistas de trabajo le dijeron “das miedo”. “Si fuera un hombre –apunta-, jamás me lo hubieran dicho”. ¿Qué ha aprendido ella? “Hay que creer en uno mismo”.

Aún queda la historia “no tengo para pagar las nóminas” de Vanessa Palmer. Y la del “¿me he equivocado?” de la creativa Francesca Tur, fundadora de Tendencias TV. La FuckUp Night termina dejando regusto triunfal.  

Hay una última charla sorpresa: la de la propia Andrea, la organizadora. Es su última FuckUp Night, anuncia de repente. Así que confiesa sus fracasos como despedida. Ella tiene dos, enumera, aparte de su divorcio. “Es lo que pasa cuando te casas con tu socio”, se encoge de hombros. “Pero siempre hay una luz”, concluye en plan túnel. Ahora empieza un tercer proyecto que espera no contar frente a un micro. “Por eso dejo FuckUp Nights”, se justifica. Pide a quien quiera la vacante que le mande un mail. Un par de días después, ya hay dos personas interesadas. El fracaso –se dice ahora- nunca había sido tan exitoso.