PROYECTO PIONERO EN SANTS-MONTJUÏC

La escuela de adultos comunitaria La Troca lucha por su supervivencia

Alumnas de castellano de la escuela de adultos comuntiaria La Troca.

Alumnas de castellano de la escuela de adultos comuntiaria La Troca. / periodico

Helena López / Barcelona

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En el aula de la izquierda, de madera y cristal, un grupo de mujeres aprenden todo lo que siempre habían querido saber y nunca se habían atrevido a preguntar sobre sus enigmáticos teléfonos móviles. En la de la derecha, también de madera y cristal -todo esto pasa en la flamante Lleialtat Santsenca- otro grupo de mujeres, más jóvenes, aprende castellano. Es lunes a primera hora de la mañana y esto es La Troca, la escuela comunitaria de formación permanente de Sants impulsada por mujeres como Adriana Sabaté. "El proyecto nace de un grupo de mujeres que nos conocemos de cursos como formadoras en lenguas de acogida; de formación del voluntariado", explica esta educadora social. "El núcleo motor de La Troca somos un grupo de personas que hacemos un diagnóstico compartido sobre los déficits en la red de escuelas de adultos. Un modelo que en los años 80 se reivindicó para formalizar la educación que se ofrecía en las parroquias de forma muy informal, pero que al institucionalizarse perdió la vertiente más comunitaria; más arraigada al territorio", prosigue Sabaté. 

Ese mismo diagnóstico compartido señalaba también el funcionamiento demasiado rígido de las escuelas de adultos. "El periodo de matriculación tan poco flexible no encaja con las realidades de las personas a las que se dirige el servicio, personas que tienen muchas otras responsabilidades además de formarse, tampoco con los flujos migratorios, algo que suplen las entidades del tercer sector, como Cáritas, o Apropem-nos en el Poblenou...", prosigue la educadora, quien pone otros temas sobre la mesa: "Como sociedad, no tenemos incorporado el chip de que la formación para adultos es un derecho. No consideramos que sea una responsabilidad social y pública. Si cierran una escuela de primaria en un barrio, la gente saldrá a la calle a protestar. De eso no cabe duda. En cambio, con las escuelas de adultos eso no pasa. Además, quedan plazas vacías porque no se les da publicidad y la respuesta es cerrar grupos, en vez de replantearlos. No se hace un análisis de por qué la gente que lo necesita no llega".

Ante este diagnóstico compartido, tejiendo alianzas entre jóvenes educadoras procedentes de entidades del tercer sector profesoras jubiladas, conocedoras en su propia piel de la la lucha de los 80, y a sabiendas de que en todo el distrito de Sants-Montjuïc, de donde son, solo hay una escuela de adultos y está el paseo de la Zona Franca, a 45 minutos en transporte público de la otra punta del distrito -"en Sants había otra, pero la cerraron en el 2005", señala- decidieron liarse la manta a la cabeza y crear La Troca, aprovechando el maravilloso aunque dado el éxito ya pequeño espacio que les ofrecía la recién inaugurada Lleialtat Santsenca. 

Inspiradas en ateneos y universidades populares

"Una escuela que bebe del movimiento de los ateneos y las universidades populares; un espacio abierto, accesible a todo el mundo y adaptado a las necesidades y las circunstancias de la vida adulta". Así se definen en el manifiesto La Troca en perill, que está circulando entre el rico tejido asociativo de Sants para pedir al ayuntamiento un convenio de gestión comunitaria que les garantice una financiación suficiente para ofrecer un servicio de calidad y poder reprender las clases tras el verano. "Necesitamos una financiación estable, no podemos dedicar más esfuerzos a rellenar formularios para pedir subvenciones que a trabajar con las personas, que es nuestra función", prosigue la educadora. 

Empezaron a funcionar como prueba piloto en enero y, en seis meses, han atendido a más de 380 personas. Todas las clases que ofrecen son gratuitas, ya que entienden que la educación es un derecho y quieren poner barreras económicas. Para huir de ser el enésimo espacio gueto, combinan las clases de alfabetización para migrantes con las de derechos laborales, por ejemplo, fomentando la red de intercambio de conocimientos. De informática básica a herramientas para la supervivencia doméstica (economía, costura, reparaciones); de redes sociales a salud y nutrición.