INICIATIVA SOCIAL EN LA MARINA

El club de las segundas oportunidades

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HELENA LÓPEZ / BARCELONA

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Su dirección es fácil de recordar. Calle del Foc número 100. En el corazón de La Marina, donde se cruzan las distintas realidades del lugar. Las dos Marinas,Marinas a un paso de ese otro mundo que son los pisos de lujo al otro lado de la Gran Via, en la vecina Ciutat de la Justícia. Además de su localización, el viejo edificio en el que desarrolla su actividad la fundación Mans a les Mans significa mucho para el barrio. Era la antigua escuela de la parroquia, una parroquia de aquellas de la periferia, de las que estuvo siempre al lado de la gente. Escuela en la que dio clases la referente del movimiento de renovación pedagógica Pepita Casanellas, la más célebre vecina del barrio, con el permiso de Francisco Candel, quien definió la Zona Franca como su Macondo. 

Pese a que hace años que la escuela cerró como tal, Mans a les Mans tiene mucho de escuela. Escuela de vida. La fundación se creó en el año 2004, para ayudar a las personas que ya trabajaban en y por el barrio. Son herederos del 'esplai' el Submarí, que trabaja con los chavales de la Marina desde hace 40 años. Su empecinamiento es intentar revertir la dramática cifra de titulados en sus barrios. Acompañar a los niños a partir de los siete años para que no abandonen los estudios y dar una segunda oportunidad a los que lo han hecho, con talleres de oficios. 

ANTES DE DECIDIDIR...

El proyecto 'Abans de decidir has de provar' ofrece a los chicos la oportunidad de aprender nociones muy básicas de distintas profesiones. "De lo que se trata es de que vean lo que pueden hacer", explica Neus Cerdà, directora del centro. "Los chicos llegan aquí sabiendo solo para lo que les han dicho siempre que no valen. Se trata de que vean sus cualidades", prosigue la educadora. Los talleres se realizan en la planta de arriba de la escuela, cuyas deficiencias son obvias. Hace frío y las paredes están como hace 40 años. "Si tuviéramos recursos nos gustaría arreglar esta planta para hacerla más agradable, como el centro de día", apunta Cerdà, a quien también le gustaría que dieran un reconocimiento oficial a los talleres. 

Una de las asignaturas pendientes es llegar a más chicas. En el grupo actual solo hay una chica apuntada. "Es un problema. No es que no haya chicas en esta situación, es que cuesta más acceder a ellas. Los chicos que no estudian ni trabajan molestan en casa. Las chicas, no. Las chicas ya va bien que no estudien para que cuiden de los hermanos y de la casa", plantea mostrando una situación que subraya, está "lejos de estar superada".

LA OPORTUNIDAD

La lista de necesidades y de ideas, a la espera de dinero para poder ejecutarlas, es larga; y el plan de barrios en el que el ayuntamiento acaba de incorporar las barriadas en a los pies de Montjuïc se presenta como una oportunidad. "Tenemos que confiar en que el plan de barrios servirá para cambiar las cosas. Las necesidades son tantas, que no nos queda otra que trabajar juntos para fortalecer los proyectos ya existentes y generar nuevos", cuenta Cerdà.

Son las nueve y media, hora en la que empiezan los talleres, y la mitad de jóvenes no han llegado. El absentismo es frecuente, algunas veces justificado. Dos de los chicos tienen hora en el consulado para regularizar sus papeles. "Uno de los miedos que nos da que el ayuntamiento se meta mucho en el proyecto es que nos pueda obligar a cosas como a no coger a chicos que no tengan los papeles, y eso no lo vamos a hacer. Aquí no cerramos la puerta a nadie -concluye la educadora-; este es el sitio que les queda cuando encuentran todas las puertas cerradas".