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De 'hobby', cazatesoros

"Detecto-afición", la llaman. Utilizan detectores de metales como "actividad lúdica". Tienen federación e incluso un consejo europeo. Y se ofrecen para recuperar objetos perdidos gratis

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Ana Sánchez / Barcelona

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Es un clásico en la playa de la Barceloneta, como la "cerveza-beer" y los guiris en pose selfi. Dos tipos se pasean junto a la orilla meneando un detector de metales. Nadie les presta atención, igual que si los del Círculo de Lectores entraran en la casa de 'Gran hermano'. Seguramente porque a nadie se le ha ocurrido 'googlearlo'. Aparecen medio millón de historias de tesoros descubiertos con detectores de metales.

"Piii piii, piii, piii". El detector pita con insistencia de perro de caza. Pierre se detiene, se arrodilla, escarba en la arena con el empeño que pondría Indiana Jones en una cueva con esqueletos. Así encontró medio escudo de oro del rey Carlos III de 1785.

En segundos, saca una moneda de 2… ¿2 qué? Parece rusa. Pierre hace otros cuatro hallazgos a velocidad de gincana. En tres minutos, enseña 10 céntimos, un trozo de aluminio fundido, y otro, y un tercero. "Es bonito para hacer una joya -dice con optimismo de descubridor-. Parece plata nativa".

Hallazgos-bomba de verdad

"No hay tanto tesoro como en las películas", dice Manuel. Quizá no, pero nadie les puede negar que han tenido hallazgos-bomba. Con estos aparatos han encontrado hasta bombas de la guerra civil. 

"Detecto-afición", la llaman. "Es un 'hobby' para pasar el tiempo, andar, estar en la naturaleza",  describe Pierre. "Para otros es una actividad de expolio. Hay mafias que se dedican a esto", denuncia. "Y nos meten a todos en el mismo saco", se queja.

Una de las preguntas frecuentes que responden en la web de la asociación es: "¿Qué hago si encuentro un tesoro?”

Pierre Astor, 26 años, es arqueólogo, como los cazatesoros con 'fedora'. Hace una década que tiene detector de metales. Es el fundador de la Asociación de Detectoristas de Catalunya. Detectorista: "Toda persona que utiliza un detector de metales como una actividad lúdica", definen. Lúdica, sí, aunque una de las preguntas frecuentes que responden en la web es: "¿Qué hago si encuentro un tesoro?".

Manuel Sigueiro, 61 años, fue el primer socio. Lleva 8 años rastreando con detector. Sin detector también encuentra cosas. Es barrendero.

Te ajustas el aparato al brazo a lo muleta. Pues no pesa. Este cuesta 800 euros. Los hay de 150 y de 3.000, terrestres y subacuáticos, hasta con USB y GPS. Lo mueves a los lados. Ya está, ya eres un potencial cazatesoros. Te sientes como Jack Sparrow con brújula mágica. Sonríes por inercia en cuanto pita. Eso es que hay algo metálico como mucho a 30 centímetros. Puede salir una moneda, la anilla de una lata, una joya, un anzuelo, quizá tengas que avisar a los TEDAX. Es lo que engancha, dicen: "El factor sorpresa -apunta Pierre-. Esa sensación que tienes cuando te dan un regalo envuelto y no sabes qué es". ¿Lo más raro que han desenterrado? "Consoladores", se ríen. "Vibradores grandes" -enseñan fotos- y alguna güija.

Dos millones por un tesoro vikingo

Ni Pierre ni Manuel han descubierto aún ningún tesoro. El medio escudo de oro que encontró Pierre vale 120 euros. Pero hay detectoristas que han encontrado lingotes de oro en Extremadura. Uno británico descubrió un tesoro vikingo y le han recompensado con ¡2 millones de libras! "En Inglaterra hay una afición brutal. Y está regulado", dice Pierre. "Te puedes quedar hasta con el 50%". Aquí no, menea la cabeza. "Hay miedo a declarar, porque luego se lo queda todo el Estado".

La asociación catalana se creó hace cinco años. Son 130 socios. "Hay desde chavalines de 10 años -dice Pierre- hasta gente de 80. Tanto socios que trabajan en la obra como médicos, abogados, mossos". Se dividen en dos perfiles, como en la vida: playeros y de montaña. Organizan concentraciones-competiciones y descontaminaciones de espacios públicos. ¿Qué les dirían a los que les llaman friquis? "Que prueben esta afición, que es muy sana. Pero que tengan cabeza".

¿Su objetivo? "Legalizar esta actividad y colaborar con la arqueología", dice Pierre. "Incluso existe un consejo europeo donde exponemos cómo está la situación legal en cada país". Ellos tienen un código ético: "Respetar los yacimientos arqueológicos, los parques naturales, la propiedad privada". La ética, insiste Pierre, es lo primero. Y ayudar a la gente. De hecho, se ofrecen para recuperar objetos perdidos gratis. Rellenas un formulario en la web y algún detectorista acude al rescate. Manuel enseña la foto de una pareja belga radiante con su anillo de boda recuperado.

Estos detectoristas se ofrecen para recuperar objetos perdidos gratis. Solo hay que rellenar un formulario en su web

Pierre también es el presidente de la Federación Española de Detección Deportiva. ¿Pero es un deporte? "Hay gente que se pasa ocho horas andando -responde-. Cavando y cavando. Imagínate cavar en un día 200 agujeros en tierra compacta".

Se recomienda buscar en grupo. "Hay gente que se ha roto una pierna –dice Pierre -. Vas pendiente de la máquina y puedes tropezar". ¿Deporte de riesgo? "Sin duda", el detectorista se pone serio. "Un socio me llamó un día diciéndome que había encontrado trozos de cúter enterrados en la playa". Hay toda una mafia con detectores, denuncia. Se sacan 25 euros al día solo de monedas, calcula. "No ponen los cúter para que la gente se corte. Lo hacen para poner trabas a los demás detectoristas". Heavy metal.