INICIATIVA EN BARCELONA

Un desfibrilador junto al ascensor

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Carlos Márquez Daniel

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Un amigo le contó a Montse Bassas una historia que había leído en El Periódico de Catalunya de un hombre al que se le había parado el corazón en plena calle, y de cómo un farmacéutico y dos agentes de la Guardia Urbana le salvaron la vida. Ella, gerente de Basmi Finques, compartió el testimonio en la reunión de equipo que celebran a menudo en la oficina. Y surgió la idea: ¿Por qué no proponemos a las comunidades de vecinos que gestionamos que instalen un desfibrilador en el vestíbulo? Ya han colocado el primero, en la calle de Aragó, en un sitio visible, al alcance de cualquier residente. Parecerá una anécdota, pero el asunto no es poca cosa: la muerte súbita, señalan los expertos, afecta cada año a cerca de 30.000 personas en España y no hay una legislación única que regule la colocación de estas máquinas que han demostrado sobradamente su capacidad de salvar vidas.

José Luis Peralta es el presidente de la comunidad agraciada. En la reunión ordinaria de vecinos, cuando se lo plantearon hace algunas semanas, no tuvo dudas. "El coste es muy razonable y no nos responsabilizamos de nada, solo de usarlo si es necesario, que esperamos que no. Solo le veo beneficios, porque además no hay permanencia mínima y te puedes borrar cuando quieras". A este hombre de 57 años le quedó claro que en un problema coronario lo más importante es actuar con rapidez. Lo certifica el doctor Ignacio Fernández Lozano, presidente del Consejo Español de Resucitación Cardiopulmonar. Cuenta que en Barcelona, el tiempo medio de respuesta de una ambulancia es de 11 minutos, que no está mal, "pero ya es demasiado tarde, porque a los 10 minutos ya estás muerto". "El desfibrilador -continua este experto- es una de las herramientas más útiles para abordar la muerte súbita, que es la gran desconocida de la sanidad en nuestro país".

Al lado del buzón

En Aragó 331 lo han colocado en un lugar accesible, al alcance de cualquier vecino, ya sea un adulto o un niño. Y no es nada truculento pensar que sea un menor el que tenga que bajar por el aparato, pues lo más normal es que la persona que conoce los ejercicios de reanimación se quede junto al afectado mientras el peque corre todo lo que puede para coger aquella cosa naranja que está al lado de los buzones. Por eso se instalan a una altura máxima de 170 centímetros. En el caso de este inmueble, cada piso (hay ocho) deberá pagar poco más de 15 euros al mes. Cuantas más viviendas, menos a pagar entre todos.

Jordi Pallarés es el director de Cardio Guard, empresa que ha alcanzado un acuerdo con Basmi Finques para proveer a todos aquellos edificios que se quieran sumar a la iniciativa. Sostiene que el desfibrilador solo requiere de entre seis y ocho segundo para realizar la primera descarga, y que su uso es extremadamente sencillo. Basta con pulsar un botón y seguir las instrucciones. Pero eso sí: intentando mantener la calma. Todos aquellos que vayan a ser susceptibles de utilizarlo en las comunidades de vecinos pueden optar a una formación voluntaria de seis horas que incluye las maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP). Con el inconveniente de que los edificios van cambiando de moradores (los contratos de tres años ayudan…) y eso, si la propuesta se expande, obligará a un mayor control de los residentes para que siempre haya un par de puertas que conozcan bien el funcionamiento de la máquina.

¿Y no lo robarán? Sea porque la gente no se mete con algo que puede salvar vidas, o porque no hay un mercado negro de segunda mano en el que moverse, lo cierto es que estas máquinas siempre han sido respetadas por los amigos de lo ajeno. Pallarés dice que en 10 años solo les han robado dos aparatos. Y si sucede, en cuanto el apandador lo ponga en marcha, se activará un localizador GPS

Lorenzo Viñas es el gerente del Colegio de Administradores de Fincas de Barcelona y Lleida. Aplaude la iniciativa -"la valoramos muy positivamente, es una idea pionera y magnífica y de una visión de futuro extraordinaria"- y no descarta potenciar que el resto de asociados del gremio sigan los pasos de esta veterana inmobiliaria del Eixample. Añade que las entradas de los inmuebles cada vez están cogiendo mayor protagonismo: "Ya no son solo zonas de paso, ya que cada vez concentran más elementos que dan servicios a los ocupantes de la finca". Se refiere a la recogida colectiva de paquetes (la compra por internet va como un cohete), pero en un futuro podrían sumarse, entre otras cosas, cargadores para bicis o patinetes. 

Málaga y Madrid

Bassas espera que otras empresas como la suya se sumen al proyecto, entre otras cosas, "porque además de poder salvar vidas también es una buena manera de reforzar la marca Barcelona, convirtiéndonos en ciudad pionera en la cardioprotección". En Madrid, señala el responsable de Cardio Guard, hay otra empresa del sector, Vía Célere, que promueve la instalación de desfibriladores en las promociones inmobiliarias. También en Málaga se ha avanzado en esta materia, ya que su colegio de administradores firmó hace un año un convenio para instalar estos aparatos tanto en los despachos de sus asociados como en las comunidades de vecinos. A los cinco meses, medio centenar de inmuebles residenciales se habían sumado a la iniciativa. En Galicia se están probando drones para llegar a las aldeas en caso de emergencia, pero aquello está en una fase muy incipiente, señala el doctor Fernández Lozano. 

Habrá quien crea que esto de los desfibriladores es algo de lo que uno debe preocuparse a partir de cierta edad. Las cifras lo desmienten: la muerte súbita en jóvenes (hombres y mujeres) mata más que el cáncer y los accidentes de tráfico juntos. En toda España muere súbitamente un joven de menos de 35 años cada cuatro días por culpa de una arritmia maligna. Es para pensárselo.