BARCELONEANDO

De la Taska Txondo a Neumáticos Mighelín

En nuestra ciudad existen negocios con nombres inolvidables que nos recuerdan que lo principal en la vida es reír

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Carlos Márquez Daniel

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La llamada resulta algo embarazosa. Aunque podría ser la enésima broma telefónica de Bart Simpson al bueno de Moe Szyslak. “Hola, ¿Taska Txondo?”. Tengan en cuenta que escrito no es lo mismo que hablado. Al otro lado del aparato, Jordi Sisó, que tiene de bilbaíno lo que Fèlix Millet de filántropo. Es el propietario de este restaurante vasco sito en el paseo de Maragall y se ríe cuando se acuerda del otro nombre que tenía en mente para su negocio: Tasca Gat. Impresionante. No le pareció apropiado para echar de comer al vecindario.

Jordi quiso una denominación "que no fuera muy típica, que se te quedara, que llamara la atención". Bingo. Tanto ha calado el asunto, que muchos le llaman Txondo, y otros tantos han necesitado de infinitas visitas al local para caer en la cuenta del picarón juego de palabras. Dice que la mujer no le puso problemas. Y que sus hijos, de 9 y 12 años, han crecido con ello y ya nada les sorprende. En grupos de Whatsapp, seguramente masculinos, han llegado a circular ‘memes’ en los que aparece su local. A Jordi se lo rebotaron el verano pasado.

Barcelona es una mina de comercios bautizados a lo grande. Veremos otros ejemplos. Pero consultemos antes al experto. Javier Inglés es director creativo de la agencia Lemon y sabe de qué habla: es el inventor del maravilloso anuncio de la caldera que cantaba ‘Amante bandido’. "Cualquier marca ligada a algo banal que te arranca una sonrisa consigue relevancia y recuerdo. La publicidad que históricamente ha funcionado mejor en nuestro país es la humorística, somos el país de los chistes". Pero hay límites, todas esas profesiones delicadas que mal harían si abusaran de la sorna. "No me imagino a un urólogo jugando con su nombre".

Me voy al Decartón

Sí lo hizo Miguel Ángel Ruiz. Está al frente de Neumáticos Mighelinasí, con la 'h', y tanto te arregla una rueda como te customiza una furgoneta, que por lo visto se lleva mucho. Es un gran aficionado a los rallies y siempre se fijaba en las gomas de los coches. "A los Firestone las llamábamos Firemuerte porque son malísimos. Los Michelín eran los Miguelín". Cuando compra en el Decathlon dice que ha ido al Decartón, así que lo de jugar con las palabras lo lleva muy adentro.

Cuando cinco años atrás decidió crear su propio negocio, pensó que lo de taller estaba ya muy sobado. Se acordó de las carreras y le llegó la luz. La cosa, sin embargo, le ha traído algún que otro disgusto, pues la casa francesa de neumáticos le mandó la artillería legal para que desistiera. Ni caso. O a medias, porque cualquier se mete con una multinacional. Creó otra marca para registrarse y en el cartel mantuvo lo de Mighelín.

En Gràcia encontramos una tienda para corredores regentada por Marc Vallès. Aquí la cosa tiene mérito porque partir de las zapatillas minimalistas (de suela muy estrecha, con el pie más cerca del suelo) pasaron al 'arran de terra' para desembocar en A Run de Terra. Marc y su socio tuvieron sus más y sus menos con el nombre, pero al final "la cosa salió bastante rodada". "A nuestros clientes les sorprende, algunos no caen, pero les gusta". En tiempos aciagos, sostiene el director creativo de Lemon, "se agradece que se piense en tono desenfadado, que se proyecten cosas amables cuando entras en una tienda". 

La Wikipedia del género

En internet existe un blog dedicado a los nombres comerciales más curiosos. Se llama Masters of Naming y lo lleva Miquel Caimary. Se dedica al diseño gráfico, así que lo de mirar tipografías y logos lo hace casi sin querer. Llega a la conclusión que la gente bautiza así sus negocios "para que se hable de ellos, aunque sea mal". Y se ha dado cuenta de que con esto sucede lo mismo que con el arte, que a uno le puede encantar que una taberna se llame Basko Miendo y a otro le puede parecer una chorrada. 

Lo cierto es que es un vicio. En Barcelona también puede encontrarse, entre otros muchos ejemplos, los restaurantes Paco Meralgo, Born Minyó y Potala (tuvimos una Tapilla Sixtina), la peluquería canina Els Beagles (con un loco a lo Beatles) y la de seres humanos Oh my cut!, la tienda Pilila Pasta, la cannábica Sant Yerbasi o el lavamascotas Dog Limpio. 

Más allá de la ciudad hay muchas otras perlas. Los servicios de comida Catering Hepburn (Cabrera) y Catering Z. Jones (Valencia), el veterinario Pachuchos (Pontevedra), Lola Flowers (Córdoba), el bar Nothingan Prisa (Úbeda), el templo vegano de Vegans N'Roses (Castelldefels) y Desatascos McGyver (Mataró). También hay negocios hermanos, como los restaurantes Minabo (Madrid) y Miano (Santa Pola), y las pollerías Pollazo (Alcalá de Guadaira) y Marco Pollo (Roses). Más allá de nuestras fronteras, el mayor 'hit' quizás sea el vendedor de toners Larry Plotter. El nombre lo es todo. ¿Quién se resistiría a una pechuguita en Pollos Beyoncé?