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Y de la basura salió la inspiración

Los títeres reciclados de David Zuazola son tan bellos como poéticos y frágiles

19 12 15 DAVID ZUAZOLA PRESENTA SU ESPECTACULO DE TITERES CON MATERIAL RECICLADO   ALA SUCIA   DENTRO DEL FESTIVAL DRAPART DEL CCCB FOTO  ADRIANA DOMINGUEZ

19 12 15 DAVID ZUAZOLA PRESENTA SU ESPECTACULO DE TITERES CON MATERIAL RECICLADO ALA SUCIA DENTRO DEL FESTIVAL DRAPART DEL CCCB FOTO ADRIANA DOMINGUEZ / ADRIANA DOMÍNGUEZ

NATÀLIA FARRÉ / BARCELONA

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"Después de la batalla todos somos generales", sostiene David Zuazola (Chile, 1976). La afirmación viene a cuento por su interés en mantener el reciclaje como eje de su creación. Empezó por falta de recursos. Y continúa porque le funciona. También le gusta, por supuesto. Ahora recoge premios en festivales, pero no hace tanto todo lo que tenía eran telarañas en los bolsillos y una imaginación desbordante que no encontraba un sitio donde expresarse. Probó suerte en el audiovisual, en el teatro e incluso en la música: participó en una versión de 'Operación triunfo' a la chilena en la que duró solo tres eliminatorias. Entonces la basura se cruzó en su camino. Literalmente. Una cajita emergió de los escombros y su talento explosionó.

La cajita fue la primera piedra de lo que ahora es un pequeño gran teatrillo de títeres realizado con deshechos pero que pese a lo humilde de su construcción -todo vale, desde una rota y pequeña sombrilla de papel a un trozo de lavadora- es tan bello como poético y frágil. También duro, casi apocalíptico. 'Ala sucia', el cuento que representan él y sus marionetas 'frankenstein', tiene poco de Disney y mucho 'Wall-E''.

"Para que todo funcione, todo tiene que estar relacionado. Tiene que haber coherencia entre lo que haces, cómo lo construyes y la historia que cuentas", afirma Zuazola. Lo que hace es dramaturgia aplicada al teatro de reciclaje, en un escenario y con unos personajes construidos con lo que rescata en los contenedores. Y lo que cuenta es la historia de Pueblodesecho. Un rincón de mundo levantado con despojos por los pocos humanos que quedan en el planeta tras su destrucción medioambiental. Lyana, un ser alado que unos consideran el ángel de la salvación y otros el demonio de la aniquilación, es la protagonista de la historia. Una dulce marioneta hecha de pedazos que tanto se mueve a ritmo de música popular celta (maravillosa 'Carrickfergus') como siguiendo las partituras sinfónicas de Beethoven.

"Un día, dejaron de nacer seres humanos, animales e insectos. Un día, la vegetación se marchitó y no quiso volver a crecer. Un día, los ríos vaciaron su cauce y el mar se transformó en una masa gris"... Así empieza el cuento de Zuazola. Y así comenzó el viernes y el sábado pasados en las dos únicas funciones programadas en el CCCB dentro del festival de reciclaje artístico Drap-Art.

MÁS TESOROS EN EL DRAP-ART

Encontrar a Zuazola y su teatrillo no era fácil. Había que ir al fondo a la derecha. En el último rincón de la exposición que despliega la cita. La oscuridad reinaba en la pequeña sala. Llena y silenciosa mientras Zuazola ejercía de hombre orquesta. El chileno lo hace todo: escribe el guión, construye los títeres y los mueve mientras, además, ejerce de cuentacuentos. Hubo aplausos. Muchos. Y un final para Lyana que no desvelaremos por aquello de la rabia que dan los 'spoilers'.

Pero ver el mundo imaginario de Pueblodesecho cuesta lo suyo, el titiritero no se prodiga mucho por Barcelona. Este año ha sido una excepción, ya que en noviembre ejerció también en el Arts Santa Mònica en el marco del Festival If. Ahora se marcha a Santander, para luego ir a Turquía, Rusia e Indonesia. Ahí es nada. No sabe cuándo volverá. Pero que no cunda el pánico, Drap-art tiene otros muchos autores que sacan belleza y utilidad de lo que para muchos es basura.

La exposición de la cita permanecerá abierta hasta el 3 de enero con 100 piezas realizadas por 50 artistas. Creadores capaces de convertir pedazos de suelo, botones y bolsas de plástico en cuadros realistas; concebir esculturas surrealistas con bañeras y tapas de inodoro, y realizar poesía visual con vigas de inmuebles centenarios de Poblenou derruidos para levantar hoteles de lujo. Para otros la vajilla de la abuela es ideal para crear lámparas, y los hay que creen que las bombas de inyección son lo mejor para dar forma a las torres, los alfiles y demás figuras de un ajedrez. Todo a la venta. De 2 a 10.000 euros. La basura quizá no vale nada, pero el talento no tiene precio.