Condena

Las heridas de las mujeres del "violador del cúter"

violador del cuter

violador del cuter / periodico

Guillem Sànchez / Barcelona

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Diego Nicolás Rodríguez, un hombre de 26 años, es el "violador del cúter", un agresor sexual que atacó a cuatro mujeres jóvenes entre julio del 2013 y septiembre del 2015. Dos de sus víctimas eran menores de edad. A todas las acorraló escogiéndolas al azar cuando caminaban solas por Barcelona. Las siguió hasta su domicilio y las sorprendió mientras abrían la puerta principal de su casa. Las asustó con un arma punzante, las amenazó de muerte, las obligó a practicarle una felación en el vestíbulo del edificio en el que vivían y, a algunas, también las penetró por la fuerza.

La Audiencia de Barcelona ha condenado este miércoles al "violador del cúter" a 56 años de cárcel por estas cuatro agresiones. Cuatro episodios muy parecidos, que no durarían más de 15 minutos durante los que apenas dejó heridas visibles sobre el cuerpo de las mujeres. Las consecuencias psicológicas que comportaron sus actos, sin embargo, tal como recoge detalladamente la sentencia de la magistrada Montserrat Comas d’Argemir, fueron mucho más hondas. Tanto que cambiaron su vida.

Cuatro violaciones

La actividad criminal de Rodríguez comenzó con una mujer de 21 años. Fue el 25 de julio del 2013, a las 21.30 horas. Tras esta agresión, a la joven comenzó a resultarle difícil continuar con sus estudios académicos. Le entró miedo a andar sola por la calle y tuvo que pedir compañía, sobre todo, para entrar o salir de casa. Ha estado bajo tratamiento farmacológico y el estrés postraumático desencadenado por el atropello del violador sigue sin desvanecerse cuatro años después. 

El 3 de septiembre del 2013, a las 21.40 horas, Rodríguez atacó por segunda vez, a una niña de 14 años. La amedrentó para que le practicara una felación y no tuvo piedad ni cuando ella le imploró que se detuviera porque ni siquiera sabía cómo debía hacerlo. La chica, tras ser violada, también empezó a tener pánico de pasear sin compañía y su estrés postraumático se convirtió en crónico. Al tratarse de una menor de edad, lo que le hizo Rodríguez ha alterado su desarrollo a nivel personalrelacional y sexual.

El 1 de enero del 2014, a las 20.15 horas, violó a su tercera víctima, de 27 años. Esta mujer es la que, aparentemente, se ha recuperado mejor de las heridas psicológicas infligidas por el violador. Aunque tuvo que someterse a un tratamiento farmacológico contra el VIH que duró medio año.

Tras este ataque, y durante 20 meses, a pesar del amplio dispositivo de los Mossos d’Esquadra desplegado para capturarlo, Rodríguez permaneció escondido. Tras la tercera víctima, Barcelona supo que había un violador en serie en la ciudad. Incluso se publicó una imagen de él, caminando bajo la luz de una farola, que los policías llevaban encima para tenerlo presente si se cruzaban con él. Que la fotografía se publicara en los medios de comunicación tuvo dos efectos no deseados: el primero fue que, según los investigadores policiales, el violador supo que había sido identificado y se tornó más precavido y, el segundo, que un joven que guardaba un gran parecido físico con Rodríguez fue confundido con él y recibió amenazas de muerte.

El 15 de septiembre del 2015, en una franja horaria distinta (las 13.00 horas), finalmente reapareció. Acorraló a otra niña de 16 años. Tras convertirse, por azar, en la cuarta víctima del "violador del cúter", la chica ya no se atrevía a regresar sola del colegio. Siguió un tratamiento de enfermedades infecciosas y se sometió al cuidado de un psicólogo. Los médicos le han diagnosticado que tiene dificultad para expresar lo que siente, que tiende a distanciarse emocionalmente de su entorno y que, a pesar del tiempo transcurrido, aún no es consciente del daño que le causó la violación. Rodríguez fue detenido por los Mossos en octubre del 2015. 

Identidades protegidas

La magistrada Comas d’Argemir no se limita a exponer los delitos cometidos por Rodríguez y las pruebas que acreditan su autoría. También analiza pormenorizadamente las versiones de las mujeres para subrayar su credibilidad y pone especial énfasis en el daño psicológico que sufrieron las cuatro.

Durante el juicio, además, el tribunal tomó todas las precauciones necesarias para garantizar que las jóvenes no quedaran expuestas al público, de modo que nadie –fuera de su entorno privado– pudiera averiguar la identidad de quienes habían caído en las garras del "violador del cúter". Se les tomó declaración por videoconferencia –a pesar de que se encontraban presentes en la sede judicial– y la pantalla que se colocó en la sala se encaró hacia al tribunal. Salvo las partes, ninguno de los presentes en la sesión, tampoco el violador sentado en el banquillo de acusados, tuvieron acceso visual a la televisión. En la sentencia publicada este miércoles se omiten los nombres y apellidos de las cuatro. Se hace referencia a cada una de las mujeres como 'XXXX', 'TTTT', 'YYYY' y 'ZZZZ'. Tampoco se ha detallado el punto exacto en el que se produjeron las violaciones. Dado que estas ocurrieron en su lugar de residencia, escribirlos equivaldría a elevar el riesgo de que pudieran identificarlas.