Colau y Puigdemont se reúnen con el metro, el tranvía y la deuda sobre la mesa

La alcaldesa y el 'president' abordarán las obras de la L-10 y la unión de Trambaix y Trambesós por la Diagonal

PUIGDEMONT COLAU

PUIGDEMONT COLAU / periodico

TONI SUST / BARCELONA

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Hace un año, a poca gente se le podía pasar por la cabeza que a estas alturas Ada Colau sería alcaldesa de Barcelona y a mucha menos, o a nadie, que Carles Puigdemont sería presidente de la Generalitat. Pero el caso es que ambos están ahora al frente de las dos principales instituciones catalanas. Este viernes se reunirán por primera vez, con varios temas calientes en la agenda y un clima en principio positivo, aunque alterado por alguna china en el zapato de última hora.

Puigdemont y Colau se reúnen a las 10.30 horas. Los temas que destacan en la agenda están claros: el proyecto de unión del Trambesòs i el Trambaix por la Diagonal, el reconocimiento de la deuda de la Generalitat con Barcelona y el debate sobre la llamada deuda de ciudad –el dinero que la Administración autonómica ha dejado de aportar a la ciudad por la vía de rebajar su aportación anterior en varios apartados-. Y

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naturalmente, las obras del metro que tiene que llegar a la Zona Franca. La china en el zapato. El invitado fantasma es el 'procés'. Sobrevolará sin que se espere que se manifieste significativamente.

REUNIÓN DE TRABAJO

Sostienen los equipos de Colau y Puigdemont que el encuentro no tendrá carácter institucional, el de una primera reunión para que ambos tomen un primer contacto. Algo así lo podrían haber hecho nada más llegar al cargo el nuevo 'president'. Colaboradores de ambos preparan hace días la cita para que sirva para avanzar.

Colau y Puigdemont se conocieron cuando el entonces alcalde de Girona acudió al pleno municipal de Barcelona, el pasado 7 de septiembre en el que se votó el ingreso del consistorio en la Associació de Municipis per la Independència (AMI), que presidía el actual 'president'. La alcaldesa lo recibió junto a otros representantes de la entidad. Después han coincidido en varios actos.

RULL SORPRENDE

El clima previo era positivo y no es que ya no lo sea, pero en el consistorio sentó “como una bomba atómica”, aseguran fuentes municipales, que el ‘conseller’ de Territori i Sostenibilitat, Josep Rull, anunciara que las obras de la L-10 del metro se retomarán el próximo 15 de febrero y que espera que en el 2017 se habrán completado el máximo de estaciones, lo que permitiría conectar con la red del transporte subterráneo los barrios de la Zona Franca.

No se entendió que Rull hiciera el anuncio sin hablar antes con el ayuntamiento, que debe compartir la financiación de la obra con la Generalitat. Y todavía se entendió menos que el 'conseller' lo precisara 48 horas antes de la reunión Puigdemont-Colau, cuando sin duda estaba claro que el asunto estaría encima de la mesa.

EL TRANVÍA

Hay quien ve similitud con el anuncio que el pasado 21 hizo Colau, cuando afirmó que uno de sus proyectos estrella, la unión de los tranvías por la Diagonal, estará hecho en el 2017. Pero en este caso la financiación es municipal, así que no hay socio al que enojar.

EL PRECEDENTE DE MAS

La reunión de la alcaldesa es la segunda que mantiene con un presidente de la Generalitat. La primera la hizo con Artur Mas en julio pasado. La previa, en ese caso, no tenía asociado un clima optimista. Perder Barcelona fue duro para CiU y tres días después de la ajustada victoria de Barcelona en Comú, Mas se mostró arisco: “Según cómo me reclamen la deuda con Barcelona, les plantearé si es más importante eso que pagar a las farmacias”.

Y sin embargo, el encuentro fue una fiesta para Colau. Porque el presidente de la Generalitat apoyó el plan de la alcaldesa de unir el tranvía por la Diagonal. Una posibilidad que había quedado descartada por el anterior alcalde, el convergente Xavier Trias. De hecho Barcelona en Comú llevaba en su programa electoral como uno de los aspectos más relevantes el proyecto de unir los tranvías, y CiU, el aviso de que eso sería un desastre para la ciuad.

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Por eso el apoyo de Mas irritó al grupo municipal nacionalista, que emitió un comunicado recordando al 'president' y a la nueva alcaldesa que los barceloneses habían rechazado tamaña inciativa en el referendo del 2010 que acabó con el entonces regidor, Jordi Hereu. Luego Mas precisó que el apoyo era a la unión de los tranvías, al margen de por dónde se hiciera, pero eso no arrebató a Colau un triunfo inesperado.

A LA ESPERA DEL PSC Y ERC

La alcaldesa llega a la fecha con la lengua fuera por su escasez de efectivos. Los 10 concejales de Barcelona en Comú acumulan trabajo sectorial así como la gestión de un distrito. Se suponía que después de las elecciones autonómicas del 27 de septiembre la situación política permitiría al consistorio redistribuir apoyos sin el condicionante soberanista, lo que dejaría a ERC la puerta abierta para cerrar acuerdos. Pero el asunto se dilató inesperadamente, hasta llevarse por delante a Mas.

A estas alturas, las cartas parecen estar boca arriba. Colau ansía un acuerdo con el PSC y ERC, pero tan solo los socialistas parecen dispuestos a tomar una decisión en breve. Una alianza con ambos serviría a la alcaldesa para mantener su relativo equilibro soberanista: ella no se declara independentista pero defiende la celebración de un referendo. Si solo el PSC ingresa en el gobierno municipal eso no será tan sencillo.

ERC, por su parte, se resiste a compartir mesa con los socialistas. En su caso las apuestas apuntan a que los republicanos acabarán transigiendo a medias: prestarán su apoyo a Colau pero sin entrar en el equipo de gobierno, algo que ya hizo Jordi Portabella, antecesor del actual jefe de filas de Esquerra en el consistorio, Alfred Bosch.

A la espera de los refuerzos, a Colau no le iría mal presentar este viernes acuerdos concretos de futuro.