Ciutat Vella suma decenas de edificios vacíos o sin apenas vecinos

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PATRICIA CASTÁN / BARCELONA

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Algunos están desiertos, como suspendidos en el tiempo pero manteniendo un exterior digno que engaña a primera vista; otros, igualmente vacíos, han sido aparatosamente tapiados para evitar ocupaciones (muchas veces sin éxito); en algunos apenas resisten un puñado de vecinos -tristemente identificados por algunas inmobiliarias como 'bichos'- en medio de una degradación intencionada que invita a tirar la toalla al inquilino; en otros casos, los locales de los bajos son tan lucrativos que las viviendas languidecen sin ocupante, sea para favorecer una determinada actividad comercial o a la espera de un uso lo más rentable posible. Entre todos conforman un abanico de decenas de edificios olvidados o en estratégica espera en pleno centro de la ciudad, a sabiendas de que los bloques vacíos ahora cotizan al alza entre los grandes inversores, tras años de crisis inmobiliaria y desde que la normativa municipal cortó el grifo a nuevos usos turísticos.

Un pequeño grupo de vecinos anónimos de Ciutat Vella se ha dedicado a censar, hasta el momento, algo más de una treintena de casos en los barrios del Raval y el Gòtic. Se quejan de que pese a los problemas de vivienda que vive la ciudad, y en especial el centro, se "desaprovechen cientos de pisos sin uso, que podrían destinarse a jóvenes o mayores con problemas de acceso a la vivienda, para que no se tengan que ir del barrio".

Pero saben que hay mucho más por rastrear. La tipología es enorme, desde edificios nobles en manos públicas (como el de la antigua Foneria de Canons del número 2 de la Rambla, propiedad de la Generalitat y que lleva más de 10 años en barbecho), hasta fincas semiderruidas en Arc del Teatre, pendientes de un plan urbanístico para levantar viales públicos y pisos sociales y privados, pasando por un amplio repertorio de inmuebles cuyos titulares un día quisieron destinarlos a uso turístico, pero no llegaron a tiempo. Parte de ellos se abocará a engordar el parque de viviendas de lujo, ya que requieren importantes rehabilitaciones que no se rentabilizarían con alquileres convencionales.

CALLES FANTASMA

Si un caso es especialmente sangrante es el de la calle de Lancaster, una pequeña vía de pocas fincas y en su mayoría degradadas a falta de mimo, donde hay varios edificios sin apenas moradores o ya desiertos, como en los números 13 (como avanzó este diario), 20 y 22. Este último, junto con el 24 (cuyos titulares fueron indemnizados, fue semitapiado y luego ocupado) integran el plan urbanístico de Arc del Teatre, donde se planean viviendas pero cuyas condiciones de habitabilidad han tocado fondo. Fuentes municipales indican que la afectación del 22 y el 24 suma 13 años de trámites y que el ayuntamiento no derribará el 24 hasta estudiar la situación de quienes lo ocuparon para darles realojo.

Quienes llevan meses batallando son los 42 vecinos de los números 7, 9 y 11, entidades diferenciadas pero unidas por el terrado, donde los residentes están viendo rescindidos sus contratos al llegar a término, explica un portavoz. Afirman que por la finca han desfilado presuntos compradores, mientras los pisos envejecen por momentos a falta de renovación.

Los afectados, que en algunos casos suman una vida en el mismo domicilio y tienen rentas de unos 200 euros, dicen que asumirían subidas si las fincas se hubieran ido poniendo al día. Pero no se ha planteado esa opción, aducen, por lo que se han movilizado con las plataformas Raval Resisteix y Gòtic Resisteix para tratar de capear un naufragio.

RUTA DEL OLVIDO

Los casos se repiten en otras fincas de Arc del Teatre, en solares de la calle de la Mina, dos fincas de la calle del Cid, tres de Perecamps, una de Jonqueres, la Marquesa, Gutenberg, n’Arai…, aunque tal vez donde resultan más llamativos es en la Rambla. El edificio del número 38, que albergó el negocio Arpi, lleva años vacío, incluso sus locales de los bajos. A pocos pasos, dos fincas (una vacía y otra enorme y con un solo morador) hace años que languidecen en la calle de Escudellers. Y otras dos, una vacía porque el plan de usos pulverizó el proyectado negocio turístico y otra sin apenas moradores, en la plaza de George Orwell, visibles a simple vista.

También muy cerca, además de la antigua Foneria, vuelve a languidecer el precintado Teatre Principal, donde parte de la finca que comprende estaba pendiente de rehabilitar. Tampoco hay uso en la práctica totalidad del número 129, tocando la plaza de Catalunya.

De hecho, diversos portales inmobiliarios ofrecen (sin identificar) fincas completas por poco más de cuatro millones de euros en la Rambla, donde cualquier nuevo uso de alojamiento por días estaría descartado, como sucede en el resto del distrito, por el plan especial urbanístico de alojamiento turístico (PEUAT). En la ruta denunciada por los vecinos aparece también una gran finca de la plaza Reial. Aparentemente no tiene vecinos, aunque fuentes de la propiedad defienden que sí tiene uso.  

Una sugerencia vecinal es utilizar la tasa turística para reurbanizar o mejorar calles afectadas por la saturación turística, y mejorar las condiciones de algunos de sus inmuebles.

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