La ciudad vigilante

CARMEN JANÉ / BARCELONA

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La tecnología es neutra y todo depende de cómo los humanos la usen. La máxima, un dogma en el sector tenológico, es perfectamente aplicable en el congreso de Smart Citiescongreso Smart Cities que se ha celebrado esta semana en Barcelona y que ha mostrado, una vez más, el doble filo de los sistemas. La instalación de sensores pensados para controlar la gestión de todos los servicios municipales a través de internet y de plataformas informáticas también puede utilizarse para seguridad y vigilancia, como enseñaron algunas compañías.

Farolas que son cámaras de videovigilancia incluso cuando no emiten luz, controles de aparcamiento que leen matrículas, postes que emiten avisos policiales restringidos a áreas concretas, avisos y denuncias enviadas vía teléfono móvil… Nada es ciencia ficción. Son servicios que ya funcionan y que como todos los que generan datos admiten muchas interpretaciones, porque la clave no está en los sensores sino en el software que los gestiona.

Barcelona tiene ya áreas muy tecnificadas, como Sarrià-Sant Gervasi o el Poblenou, donde están monitorizados todos los contenedores de recogida de basura, por ejemplo, además de distribuir por toda la ciudad puntos de recogida de datos sobre ruido, calidad del aire, temperatura o flujo de tráfico, tanto de coches, personas como bicicletas. Cualquier internauta los puede consultar a través de la web, que muestra los datos que genera la plataforma Sentilo, desarrollada por la ciudad y actualmente código abierto (se puede copiar), sobre los más de 10.000 sensores que gestiona.

En un mapa, se muestran el tipo de contenedor que es, la empresa que lo gestiona, la temperatura (por si hay incendios), el nivel de ocupación y el de la batería del sensor. Cuando se presiona sobre el icono, aparece además un histórico que permite vislumbrar, por ejemplo, en qué días sus habitantes generaban más residuos. Un simple cruce de datos (festivos, vacaciones, indicador de consumo eléctrico…) podría dar una idea sobre las costumbres de la zona. Pero Sentilo solo capta datos, no los interpreta. Eso lo hacen otros programas.

Postes para avisos

El Área Metropolitana de Barcelona ha conectado los postes de conexión wifi de las playas a la Guardia Urbana para que puedan alertar a los ciudadanos en caso de emergencia incluso desde el móvil de los agentes más próximos.

En Estados Unidos y América Latina, unas 90 ciudades, entre ellas Nueva York, han comprado unas farolas con luces LED que esconden cámaras que funcionan incluso sin luz y micrófonos para captar el ruido ambiental. Un software especial, Shotspotter, las controla y le permite a la policía local distinguir si ha habido tiros en la zona, localizar dónde exactamente gracias a la triangulación de los sensores y saber si han sido varias personas o una sola. Y si además le ponen una cámara, se pueden tener imágenes del incidente.

En varias ciudades de Finlandia han instalado sistemas de alumbrado público que se mantienen muy amortiguados y solo se activan cuando detectan presencia humana, de modo similar a las cámaras de vigilancia de empresas o instalaciones estratégicas. Otras cámaras, en principio pensadas para el control de las plazas de aparcamientos disponibles, también captan las matrículas de los vehículos y si hay ocupantes.

En Estonia, el sistema de transporte público detecta cuándo sube un usuario a partir de su móvil, le cobra el billete según la ruta que hace (rastreada) y le aplica descuentos a posteriori. Otra compañía estonia, Reach-u, tenía un sistema que permitía a las policías comunicarse con los ciudadanos incluso en casos de colapso de la red móvil utilizando el servicio 911, incluso enviándoles vídeos con instrucciones.

Otra tecnología que permite avisos ciudadanos son los llamados beacons, balizas con señal de radiofrecuencia que permiten activar funciones en un móvil basadas en la localización y son más precisas que el GPS. Por ello se aplican para localizar objetos, pero una empresa de Granada, Outbarriers, la propone para comunicar a los invidentes la distribución de comercios y servicios como las farmacias o los centros médicos. El transeúnte recibe el aviso que emite la baliza en una app de su móvil, que ya ha reconocido el punto y es capaz de emitirle las instrucciones concretas para acceder a la tienda, como los obstáculos.