Análisis

Chinos, familia y negocios

XAVIER RIUS

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Actualmente hay en España 166.000 chinos, 47.000 de ellos en Catalunya, lo que representa, respectivamente, el 2,9% y el 3,9% de los extranjeros en esos ámbitos. Pese a ser un colectivo menor en comparación con los marroquís, los rumanos o los ecuatorianos, su visibilidad es evidente por los muchos negocios que poseen, lo que provoca el recelo de comerciantes y vecinos autóctonos.

A diferencia de otros colectivos, la inmigración china no parte del individuo, sino de la familia. Es la familia la que emigra, y es la familia la que financia. El mayor crecimiento de la inmigración china en nuestro entorno se dio entre el 2005 y el 2009, cuando funcionaba el llamado catálogo de trabajos de difícil cobertura, que permitía traer a un inmigrante con papeles sin tener que ofrecer ese trabajo a los parados de aquí. Esto permitía a quien abría un negocio traer a hermanos y primos, mientras que la pareja y los hijos venían por la vía del reagrupamiento familiar. Aunque a menudo los que llegaban lo hacían con un contrato de un número de horas y un sueldo en regla, a la hora de la verdad trabajarían durante unos años muchas más horas y cobrando un sueldo bastante inferior, además del alojamiento. Una vez transcurrido ese tiempo, abrirían su propio negocio y repetirían el ciclo.

Hasta no hace mucho también se daba la venta de contratos. Se traía a un compatriota a cambio de que pagara un dinero, y mientras no saldaba la deuda trabajaba por un sueldo simbólico, una cama y la comida. Evidentemente, desde nuestro punto de vista esto puede calificarse de explotación. Pero para ellos no es nada distinto de la figura -no hace tanto tiempo aquí- del aprendiz que trabajaba gratis. Ahora, con el cierre del catálogo de trabajos de difícil cobertura es bastante difícil traer nuevos trabajadores, y es el reagrupamiento el canal por el que llegan.

También se ha especulado sobre cómo consiguen pagar los traspasos de locales o comprarlos. Dentro de esa estructura de familia cercana y lejana, el dinero se lo prestan entre ellos y no necesariamente procede de la economía sumergida. También, por ejemplo, cuando una pareja se casa puede invitar a la fiesta a 300 personas y cada una tiene la obligación de aportar al menos 300 euros. Unos 100.000 euros es el capital que consiguen para su proyecto. Y aunque nos sorprenda a muchos esta forma de funcionar, o pueda molestar la gran cantidad de bazares, peluquerías y restaurantes que poseen, son una fuente de ingresos para la hacienda pública, también la municipal, en una época en la que se abren pocos negocios. Saber lo que pasó en Esplugues, si se pusieron deliberadamente trabas burocráticas aXiao Rong Xhou, quizá por el rechazo de vecinos y comercios autóctonos, deberá esclarecerlo la justicia.