DESDE ESTE VIERNES

La Casa Amatller abre sus puertas

Por vez primera se pueden visitar los tres grandes edificios modernistas de la manzana de la discordia en el paseo de Gràcia

CRISTINA SAVALL / BARCELONA

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Los turistas hasta ahora visitaban la impresionante portería de la Casa Amatller, pero ahí se quedaban. El acceso a la escalera y a los pisos del edificio modernista reformado entre 1898 y 1900 por Josep Puig i Cadafalch era privado. Desde mañana viernes, comenzarán las visitas a puertas abiertas y en reducidos grupos de 12 personas al primer piso, que era donde el industrial chocolatero y coleccionista Antoni Amatller vivió con su hija Teresa, que falleció sin descendencia, por lo que ahora se ha convertido en realidad el deseo de su padre: ya es una casa museo.

"La entrada costará 15 euros y los primeros itinerarios entran en un periodo de pruebas para reabrir dentro de un mes y medio", informa Santiago Alcolea, director de la Fundación Instituto Amatller de Arte Hispánico, que custodia el edificio y que ha coordinado la profunda remodelación que ha durado cinco años y que ha costado cerca de cinco millones de euros. La fecha prevista para la gran inauguración es la Diada de Sant Jordi.

El inmueble inspirado en el estilo neogótico con un remate escalonado propio de la arquitectura de los Países Bajos, fue el primero de la llamada Manzana de la Discordia, en el paseo de Gràcia, subiendo a mano izquierda, entre Consell de Cent y Aragó, que a principios del siglo XX captó la atención de los barceloneses por la sana competencia entre tres arquitectos clave en la Barcelona modernista. Al lado de la obra de Puig i Cadafal se alza la Casa Batlló, de Antoni Gaudí, y más abajo la Casa Lleó i Morera, de Lluís Domènech i Montaner, que abrió sus puertas a principios del 2014. Todas tenían carisma y sello de autor. De ahí el nombre de la Manzana de la Discordia en referencia al origen de la Guerra de Troya, cuando Paris debía ofrecer una manzana a la diosa más hermosa, lo que provocó las iras de las que no fueron elegidas.

Curiosamente en los tres casos son remodelaciones hechas sobre edificios que ya existían. El inmueble de la Casa Amatller fue construido por Antoni Robert en 1875, y en 1898 la familia Amatller encargó su reforma a Puig i Cadafalch (1867-1956). "La Casa Amatller fue la que con su colorido cambió el gris de Barcelona", asegura Alcolea. El gran valor de este nuevo espacio museístico es la conservación de la mayoría del mobiliario original, aunque se han tenido que fabricar copias de lámparas y de una vitrina. Durante la remodelación, se encontró un pequeño tesoro en un techo falso: 12 monedas de oro, del siglo XV y XVI, aunque su valor no puede costear la reforma. "Nos las han tasado en 2.000 euros. Las exhibiermos".