BARCELONEANDO
Los niños de ojos tristes
El Palau Robert dedica una muestra a Carmen Solé Vendrell, la ilustradora que lucha por los derechos de la infancia desde los balcones de Barcelona
Natàlia Farré
Periodista
Natàlia Farré
Desde hace años, desde el 2014 exactamente, que los rostros de unos niños de ojos tristes nos interpelan desde los balcones de Barcelona. Están pintados con trazos negros, como no podía ser de otra manera, y sobre sábanas blancas. Junto a las caras una sola palabra: 'Why?' (¿Por qué?). Una sola palabra pero muchos porqués a responder a esos pequeños: ¿Por qué no se respetan sus derechos? ¿Por qué sufren la guerra? ¿Por qué son víctimas de violaciones? ¿Por qué no tienen infancia? ¿Por qué no tienen patria? Y ahí una piensa en la fantástica cita de Rainer Maria Rilke: "La verdadera patria del hombre es la infancia". Pues eso, niños sin la patria de la infancia que nos miran, nos incomodan, desde nuestros confortables balcones.
La obra no es de un grafitero o artista urbano, tampoco de alguien joven ni extranjero. Algo que muchos creyeron durante tiempo. Hasta que su autora empezó a firmar las sábanas. Y así se supo que la inductora de esta fantástica campaña de denuncia y concienciación es una ilustradora y pintora catalana, reconocida y nacida en 1944. Carme Solé Vendrell, Premio Nacional de Ilustración 1979 y 2013, y Premi Nacional de Cultura 2012, entre otrosreconocimientos. Solé Vendrell siempre ha trabajado para la infancia, primero lo hizo ilustrando libros para niños y ahora lo hace reclamando sus derechos: "Pasé de inventar realidades a pintarlas. Los niños son los que me llaman para ser pintados. Y lo hago para darles voz", afirma.
Gritar desde la calle
De hecho, empezó a guardar fotografías de niños sin saber muy bien por qué. La espoleta de qué hacer con ellas la abrió 'Les enfants de la mer', un libro escrito por Jaume Escala que hablaba de los pequeños que no tienen acceso a la lectura y al que Solé Vendrell puso imágenes. Son niños del mar porque se inspiraron en los del Somorrostro. La pieza gustó mucho, tanto que en Francia la crítica le dio un premio, aunque para la artista el mejor reconocimiento fue el del crío de una 'banlieue' que le dijo que por primera vez había visto un libro que hablaba de él. Después ilustró 'La croada dels nens', de Bertolt Brecht. Y a partir de ahí empezó a pintar rostros de niños. La mayoría, sacados de las fotografías que guardaba y de recortes de prensa: pequeños explotados laboralmente o huyendo de la guerra, pidiendo limosna o desaparecidos no sé sabe muy bien en manos de quién. Y los expuso en Ripoll.
Tras la muestra Escalas lo tuvo claro: "Me dijo que esos niños tenían que gritar desde la calle". De manera que empezó a llenar balcones, primero de amigos y después de desconocidos que se lo pedían. Ha pintado más de cien; 40 aún cuelgan en las calles de Barcelona, con los otros 60 ha realizado un mural que cubre una de las fachadas laterales del Palau Robert. "Mi ilusión sería que fueran caminando en grupo como una cruzada defendiendo los derechos de los niños por todo el mundo". Una bonita manera de desear su itinerancia. De momento lucen en el Palau Robert como cierre de la muestra que el espacio dedica a sus 50 años de trayectoria.
De 'Cavall Fort' a García Márquez
Al pasear por la exposición es fácil reconocer libros que una ha leído en su infancia (otra vez la infancia). Y descubrir que Solé Vendrell mantiene un estilo, pero que la técnica ha ido variando. Igual que sus personajes. Todos con el mismo rostro hasta que se lo dijo un niño: "Tus personajes llevan bigote, son rubios, morenos, con pelo largo o corto pero siempre tienen la misma cara". Así que, frente a la inocencia (y cruel verdad) que siempre muestran los crios, la ilustradora empezó a inspirarse en personajes conocidos: vecinos, amigos, familiares e incluso figuras públicas. El Moisés de su Biblia tiene la cabeza de Picasso.
Solé Vendrell empezó en 1967 ilustrando un 'Cavall Fort' después de debatirse entre el teatro y el dibujo. Y ha acabado siendo la única ilustradora a la que Gabriel García Márquez le dio permiso para poner imágenes a sus libros. Lo hizo después de ver 'Les enfants de la mer', y resumió su trabajo con una gran dedicatoria en 'La luz es como el agua': "Escrito para que Carmen lo hiciera ver". Y este es "exactamente el trabajo de un ilustrador", apunta la artista.Y añade: "No es nada fácil. Requiere un gran esfuerzo, entrar en el texto, hacértelo tuyo y buscar como representar la voz del escritor. Cada cual tiene la suya: No puedes ilustrar igual a García Márquez que a Rodoreda o Calders".
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