VICTORIA VECINAL

El Guinardó tira los muros de la 'acorazada' Torre Garcini

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Helena López

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Aunque está emocionado y contento como el que más, Joan Corbera es uno de los pocos para los que no es la primera vez. Ya había pisado la peleada masía en los años 70, cuando su entonces propietario era un hombre catalanista y de izquierdas vinculado al PSUC que ofrecía su casa para reuniones clandestinas. "La moda, entonces", señala el historiador del Guinardó, miembro del Grup d'Estudis de la Vall d'Horta El Pou y uno de los fundadores de la Plataforma Salvem Can Garcini. "En esta pared proyectaron 'El acorazado Potemkin'" explica el hombre a sus vecinos, armados con las linternas de sus móviles. Pese a lo soleado de la mañana, la finca está completamente tapiada para evitar 'okupaciones'. La acorazada Can Garcini. Núnez y Navarro, propietaria de la finca hasta que hace unos días el consistorio firmó el último documento de la expropiación, no se anda con chiquitas.

A la cita de este miércoles están convocadas las entidades y vecinos del barrio que llevaban años reivindicando la recuperación de la masía -y sus espectaculares jardines-, una de las pocas que conserva su estructura original, vestigio del pasado rural del vecindario. La finca es, al fin, propiedad del Ayuntamiento de Barcelona, después de que este mes se haya llevado a cabo la (peleada) entrega de llaves. La compra se ha hecho efectiva después de finalizado el largo proceso de expropiación del 40-46 de la calle del Xiprer por siete millones de euros.

La masía, recuerda Corbera, era propiedad de la familia de Alòs-Moner, quien la mantuvo habitada a lo largo de varias generaciones, hasta que la vendió en el 2005 a Núñez y Navarro. Fue esa venta, y el posterior abandono de la finca, el detonante de la creación de la Plataforma Salvem Can Garcini.  

Barrio envejecido

A mediados del 2014, el consistorio llegó a un acuerdo con el magnate de la construcción para realizar una permuta de unos terrenos municipales situados al lado del parque de la Oreneta por dos fincas propiedad del constructor, Can Ripoll, en Sarrià, y Can Garcini, en el Guinardó. Acuerdo que levantó una gran polémica, ya que daba luz verde a Núñez y Navarro para construir en una zona verde y que finalmente no se llegó a firmar y que alargó la recuperación de la Torre Garcini cuatro años más, hasta la expropiación ahora sellada para convertir el lugar en un equipamiento para personas mayores, muy necesario en un barrio muy envejecido.  

Pese a que su futuro está decidido: equipamiento para personas mayores, el vecindario que peleó por su recuperación sigue aún organizado y aún tiene mucho que decir sobre el espacio, que no se reformará hasta el próximo mandato. "Queremos que sea un 'casal' con mucha actividad. Nada de un espacio para sentarse a jugar a parchís", explica Teresa Guarch, vecina del barrio desde hace 40 años y secretaria de Nous Horitzons, entidad vecina que suple la falta de espacios públicos para personas mayores. 

Vejez activa

"Nos gustaría que hubiera un espacio de memoria con un archivo en el que se documentara la historia de la masía, que es la historia del pasado rural del barrio", señala Corbera, quien recuerda que la familia de Alòs dispone de numerosa documentación. También les gustaría que en el frondoso jardín hubiera un espacio para un jardín urbano. Siguiendo el modelo de los huertos para promover la vejez activa, pero plantando las plantas típicas de este tipo de jardín.   

Mercedes Vidal, concejala del distrito, está también presente en la visita. Esta expropiación es una de las principales inversiones en Horta-Guinardó este mandato. "La mejor manera de conservar el patrimonio desde lo público es convertirlo en equipamiento. No se trata de hacer museos sino de que la gente pueda usar los espacios, pese a que sabemos que eso tiene un precio elevado", señala la concejala, quien añade que el debate que hay que abrir ahora es sobre su gestión. Quién lo gestionará y cómo. En el barrio les sobran ideas.

Para la fiesta mayor del Guinardó, en mayo, organizarán una jornada de puertas abiertas para que el resto del vecindario, los que no forman parte del tejido asociativo, o no de una forma tan activa, hagan también suya la conquista.