La burbuja del alquiler saca al mercado minúsculos 'cutrepisos' en Barcelona

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PATRICIA CASTÁN / BARCELONA

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Anuncios como estos: "Se vende estudio de 14 metros cuadrados en el barrio de Sant Pere por 79.000 euros", "estudio de 12 metros cuadrados reformado en Sant Antoni por 89.000 euros", "sótano en el Carmel de 38 metros cuadrados por 70.000" o "bajo exterior en el barrio de Besòs de 25 metros cuadrados por 575 euros al mes" deberían encender las alarmas en Barcelona. La burbuja que viven los alquileres en la ciudad ha hecho emerger decenas de cutrepisos dirigidos al residente que no puede acceder a nada mejor. En muchos casos se trata de infraviviendas sin cédula de habitabilidad cuya comercialización como piso es ilegal.

Las ventas se dirigen sobre todo a inversores que busquen "buena rentabilidad" al ponerlos en alquiler, donde por 11 metros cuadrados hay quien está pagando 350 euros mensuales. Y los arrendamientos enfocan a esa creciente población que ve cómo su dinero cada vez cunde menos y se tiene que resignar a un minipiso legal (con suerte) o a habitar en lo que oficialmente está registrado como local o despacho. 

En los principales portales inmobiliarios, la proporción de pisos en alquiler por debajo de 40 metros cuadrados representa en torno al 10% de su oferta. Y aunque 40 metros supongan una dimensión más que válida para un hogar monoparental o una pareja, en la práctica en esta categoría cada vez aparecen más anuncios de habitáculos de entre 10 y 30 metros cuadrados que un día fueron porterías, palomares, despachos o trasteros. Para colmo, de los 500 pisos pequeños anunciados en el mayor portal del sector, solo una cuarta parte están por debajo de 700 euros. Es decir, cuatro paredes a precio de oro.    

POCO A ELEGIR

El primer paso para convertirse en el sufrido morador de un cutrepiso es buscar un techo por entre 600 o 700 euros mensuales en Barcelona. La oferta es tan y tan escasa, que las opciones son mínimas. Una es conseguir una vivienda más amplia pero periférica. Nou Barris copa los pisos con el metro cuadrado más barato. Pero el barcelonés sigue teniendo una querencia innata por su barrio o por las zonas céntricas, que suelen llevarle a primar la ubicación. Y es entonces cuando descubre que con el importe con el que hace un par de años se podía conseguir un buen piso, ahora la busqueda se limita sobre todo a lo minúsculo.

{"zeta-legacy-despiece-vertical":{"title":"C\u00e9dulas para pisos de 20 metros cuadrados","text":"El decreto del 2012 de la Generalitat sobre las condiciones m\u00ednimas de habitabilidad establece las condiciones para obtener la c\u00e9dula de habitabilidad. En los requisitos de habitabilidad para nuevas construcciones se exige un m\u00ednimo de 36 metros cuadrados \u00fatiles, mientras que en el caso de los construidos antes de 1984, si son viviendas usadas o preexistentes el list\u00f3n baja a\u00a020 metros \u00fatiles. Otras condiciones aluden a la ventilaci\u00f3n y tama\u00f1o de las ventanas, altura de los techos y dotaciones.\u00a0"}}

Si no cumplen los criterios de habitabilidad, se las cataloga de infravivienda. Para vender o alquilar un espacio como vivienda es necesario contar con cédula de habitabilidad o con un informe que dé opción a tenerlo tras una reforma. Pero incluso cumpliendo estos requisitos, hay muchos 'hogares' de entre 20 y 30 metros en oferta en los que uno no querría vivir. Huelga decir que los que se describen como estudios, locales-estudios, bajos interiores... carecen de este documento, pero cada vez es más frecuente verlos anunciados como si fueran viviendas. Fuentes de la concejalía de Vivienda destacan que "una infravivienda no se puede comercializar", ya que incumpliría la ley del derecho a la vivienda y la infracción "calificada de muy grave" podría ser sancionable con multas de hasta 900.000.   

Jordi Sanuy, director de Qualitat de l'Edificació i Rehabilitació de l'Habitatge de la Generalitat, enfatiza que "no todas las ilegalidades se denuncian". La Administración realiza inspecciones de oficio si hay indicios de que no se cumple la normativa, caso frecuente en bajos y pequeños sobreáticos, relata.  

98 SOLICITUDES

El ayuntamiento tiene abiertos dos expedientes por infraviviendas y 21 casos pendientes de instrucción. Pero acumula casi un centenar de solicitudes en tramitación para pasar de local a vivienda, lo que revaloriza enormemente el valor del inmueble.

Barcelona no es Hong Kong ni Manhatan, donde residir es tan caro que las minicasas son una forma de vida consolidada. La ciudad no tiene una gran oferta de pisos pequeños (especialmente concentrada en la Barceloneta y algunos distritos periféricos), por lo que buena parte de lo que aflora ahora son espacios que no nacieron como vivienda sino que se han acondicionado posteriormente para tratar de serlo. La decoración a la última puede ejercer de maquillaje (hasta en el Raval se anuncian pisos reformados de 35 metros a más de 1.000 euros al mes cuando son luminosos), pero a veces no enmascara que carezcan de ventilación, luz o humedades.

El subdirector general de Don Piso, Emiliano Bermúdez, mantiene que la situación coyuntural de precariedad está siendo aprovechada por muchos "para hacer negocio". La inmobiliaria, que afirma rechazar la comercialización de espacios sin cédula como viviendas, es testigo de "la proliferación de productos como el minipiso". Lo observan como "una moda que puede ir a más porque va a conectar con potenciales clientes en situación de una economía deteriorada". Y recuerda que también el uso turístico de las viviendas emergió como una moda y ahora es una plaga, a la que culpa de la vertiginosa burbuja de alquileres que vive Barcelona. El experto alienta a las Administraciones a "a realizar inspecciones e imponer sanciones", a la vista de que cada vez hay más operadores que compran espacios baratos (respecto a un piso convencional) "para alquilarlos en condiciones de infravivienda, lo que es delictivo".  

Los anuncios que cuelgan particulares y algunas agencias inmobiliarias suelen dejar claro si el espacio carece de cédula. No habrá hipoteca para un local que no tenga opción a obtenerla por sus características. Pero aún así lo ofertan como vivienda. Reclamos como "oportunidad para inversores" o "coqueto estudio" aluden a muchos inmuebles donde a veces solo cabe un camastro, un váter y un microondas sobre una mesa.