ANIVERSARIO DE UNA INICIATIVA PIONERA EN SANT MARTÍ

Biciclot, los visionarios de la bici

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HELENA LÓPEZ / BARCELONA

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En sus paredes no cabe una llave inglesa. O quizá sea más preciso decir que aquí parecen caber (y concentrarse) todas las llaves inglesas de la ciudad. El taller abierto en el 18 de la apacible calle de la Verneda, en el Clot, es uno de esos espacios en los que se mastican las historias de vida de sus usuarios, aderezadas con grasa, entre cientos de desgastadas ruedas. Vivencias con un denominador común: la bicicleta (o alguna parte de ella). Todo aquí -y aquí se hacen muchas cosas y desde hace muchos años -ni más ni menos que 30, celebración que sirve de excusa para este reportaje- gira alrededor (o sobre) una bicicleta. Proyectos sociales y educativos tanto en el barrio y la ciudad, como mucho más allá. Bicicletas reparadas por los vecinos en esta vieja fábrica de plomo han acabo en el Sáhara o en Cuba. La semana que viene viajan a Senegal a formar a mecánicos para hacer el mantenimientos de las últimas que mandaron. Tres décadas dan para mucho.

Empecemos por el principio. Hablar de ecologismo, de movilidad sostenible y de economía social en la Barcelona del 2017 no puede ser más ‘mainstream’, pero vayamos por un momento a la Barcelona de 1987, la ciudad donde el coche era el rey, cuanto más rápido y ruidoso mejor, donde intentar desplazarse en bicicleta era, cuanto menos, extravagante, por no decir directamente loco. En ese contexto nació Biciclot, de la mente de un grupo de jóvenes que no solo querían reivindicar el uso de la bicicleta en la ciudad, sino promoverlo de forma activa y exprimir su potencial social, y hacer, además, de ello, su forma de vida. Unos emprendedores de la economía social 'avant la lettre'.

UNA NECESIDAD CASI FÍSICA

Se instalaron en el Clot porque fue el lugar en el que encontraron un espacio adecuado. En pequeño taller en el número 1 de la calle de Sant Joan de Malta, a pocos metros de la vieja fábrica que aún ocupan -tienen, allí, los días contados- y a la que se trasladaron en 1994 cuando sintieron la necesidad de crecer (una necesidad casi física, ya que ya no les cabían más bicis).

Pere Serrasolses, uno de los fundadores, explica que durante esos primeros años encontraron en el entonces alcalde Pasqual Maragall un aliado. "Incluso antes de crear Biciclot, cuando aquí nadie creía en la bici fuimos con los Amics de la Bici a plantearle la necesidad de los carriles bici y nos dijo que por qué no, e impulsaron una especie de súper islas los domingos, en los que se habilitaba un carril para los ciclistas", recuerda el cooperativista (también en el 94 Biciclot pasó de asociación a cooperativa).

El ayuntamiento del alcalde Maragall fue su primer cliente. "Solo nacer nos presentamos al concurso 'Fes d'alcalde' y ganamos con el proyecto 'La bicicleta al carrer'. Enseguida nos metimos en los colegios. Entramos en la oferta de colonias del ayuntamiento y la Generalitat ofreciendo colonias en bici", relata Serrasolses, convencido de que la semilla que llevan tantos años sembrando en los colegios de la ciudad está dando sus frutos. Cuando el ayuntamiento aparcó su flota de bicicletas -sí, el ayuntamiento tuvo bicis antes que las del Bicing-, también se las cedieron.

UN OFICIO DE FUTURO

Entre los proyectos actuales, destaca la escuela de la bici para adultos -cuya sede está en la sucursal playera de la entidad, en la Barceloneta, - y 'tastet' de oficios para chavales con dificultades para sacarse la ESO, mediante un convenio con el consorcio de educación en el que participan institutos de toda la ciudad. Chicos sin interés en los estudios -muchas veces desmotivados en general- encuentran en la bici "una oportunidad de potenciar sus competencias profesionales y sociales y mejorar su acceso a procesos formativos y al mercado laboral", explica Serrasolses. Este martes han salido de excursión -en bicicleta, sobra decirlo- a la central del Bicing, a ver cómo trabajan. A ver que trabajan. Que lo que están aprendiendo es algo más que un entretenimiento. Que es un oficio de futuro. 

Cuentan -y la experiencia les avala- que a través de la bicicleta se trabajan -o pueden trabajarse- las matemáticas y la historia, mientras es fomentan valores como el esfuerzo -mancharse las manos-, la cooperación, la solidaridad, la importancia (y utilidad) del reciclaje y el amor por el medio ambiente. 

BICICLETAS SIN FRONTERAS

Por las tardes, se centran en el taller abierto de autoreparación, punto de encuentro donde uno no lleva la bici que se la reparen, sino que la repare uno mismo. Con sus manos y su esfuerzo (y posterior satisfacción), pero también con la ayuda del otro, compartiendo conocimientos y trucos.  "A veces cuando un acaba con la suya pregunta qué puede hacer, y se pone también con alguna de las de Bicicletas sin fronteras, ya que todas la bicis que recogen las tenemos aquí. Les ayudamos en la distribución", prosigue el activista de la bicicleta.

Los actos para celebrar estos 30 años empezará el mes que viene con una 'calçotada' en el patio a la que han invitado a todos los trabajadores que han pasado por el espacio en estas tres décadas. Seguirán con varias actividades de despedida en el barrio que les ha acogido durante todo este tiempo y acabarán en octubre, con el traslado al Bici Hub de la calle de Pere IV, cuyas obras están ya muy avanzadas.