INFORME INTERNACIONAL

Barcelona se aúpa como la sexta ciudad con más reputación del mundo

Vista de Barcelona desde las torres Mapfre en la Vila Olímpica.

Vista de Barcelona desde las torres Mapfre en la Vila Olímpica. / periodico

IOLANDA MÁRMOL / MADRID

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Barcelona escala puestos en la lista de las ciudades con mayor reputación en todo el mundo y alcanza ya el sexto lugar, según el informe Cityreptrak elaborado anualmente por la consultora Reputation Institute, al que ha tenido acceso ese diario y que se dará a conocer íntegramente la tarde de este jueves en una presentación internacional. A pesar de que el nombre de la ciudad mejor valorada aún no ha sido revelado, El PERIÓDICO ha podido saber que Barcelona mejora tres puestos en el ranking (del 9 al 6), que obtiene una nota global de 75,8, que corresponde a una reputación «excelente», y que sigue muy por delante de Madrid, situada todavía en el puesto 21, aunque también mejora este año. El estudio, que se elabora en 100 ciudades de todo el mundo, fue realizado en el primer trimestre, de forma que no recoge el impacto del relevo político al frente de los ayuntamientos de mayo.

Los expertos en reputación consideran que el gran logro de Barcelona son las luces largas, el modelo estratégico de gran recorrido que han impulsado los gobiernos municipales más allá de las siglas políticas concretas. «Barcelona tiene un sólido posicionamiento internacional, una marca que las autoridades de la ciudad siempre han gestionado en base a una estrategia a largo plazo, nunca de manera coyuntural, como es el caso de otras ciudades españolas. Sin duda, este hecho explica mucho mejor su posición en el ranking del 2015 que cualquier otra circunstancia puntual», analiza el director de Reputation Institute en España, Fernando Prado.

TURISMO, INVERSIONES Y TALENTO

La reputación es un concepto intangible que se construye por emociones basadas en la admiración, la confianza y la estima que las personas muestran respecto a la ciudad y que luego son estudiadas a través de claves racionales para evaluar qué aspectos puede mejorar. Se trata de un concepto interesante -que aplican ya las grandes compañías- porque los especialistas han encontrado una relación directa entre la mejora en la reputación y el incremento del turismo, las inversiones extranjeras o la atracción de talento exterior.

El estudio revela que Barcelona fundamenta su reputación en la calidad de vida, un concepto en el que se evalúa la cultura, el estilo de vida y la belleza de la ciudad, donde recibe una nota «excelente». Sin embargo, las esferas económica e institucional, aunque mejoran, todavía sufren el lastre de la crisis. El nivel de desarrollo económico aumenta tres puntos, pero continúa siendo la variable débil. Entre el 2014 y el 2015, por ejemplo, la idoneidad de Barcelona como sede empresarial se incrementa un 6,4%, y sin embargo, no se consigue todavía compensar el balance de los últimos cinco años, que sigue en números rojos. Es decir, Barcelona es vista como una sede para empresas mejor que el año pasado pero peor que hace cinco.

EFECTO DE LA CRISIS

Para Prado, «aunque la reputación de Barcelona se ha defendido muy bien durante la crisis, ha acusado sus efectos, en especial en la percepción del entorno económico, que sigue por debajo de los niveles previos». El director de Reputation Institute considera que, en términos globales, la reputación de Barcelona presenta «un problema subyacente», que denomina «halo emocional», una suerte de efecto bumerán: si el atractivo emocional que despierta es superior a la evaluación racional puede acabar generando un riesgo en la reputación por una sobrevaloración de las expectativas.

Respecto a la calidad con la que se perciben las instituciones, la evolución es positiva, con un incremento en la reputación del 7%, el mayor en todos los ámbitos este año. El dato hay que ponerlo en contexto para comprenderlo pese al descrédito generalizado de la esfera institucional en España. Las entrevistas del informe -19.000- han sido realizadas a ciudadanos del G-8 -EEUU, Canadá, Alemania, Francia, el Reino Unido, Italia, Japón y Rusia- que conocen la ciudad, pero no disponen habitualmente de la misma información que sus habitantes. Se trata de percepciones que ayudan a descifrar cómo los ciudadanos de los países más industrializados ven Barcelona.