Esperando el gran negocio

La ubicación estrátegica del barrio, pegado a Ciutat Vella y el Paral·lel, más el mercado, favorecen el afán inversor en la zona

Clientes en el establecimiento Sortidors de la calle Parlament

Clientes en el establecimiento Sortidors de la calle Parlament / periodico

PATRICIA CASTÁN / BARCELONA

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Un anuncio de una vivienda en alquiler el día antes de Navidad, cuando uno está pensando más en comprar cava que buscar piso, se salda en cuestión de unas horas con siete visitas concertadas e intentos de reservar antes de verlo. Y eso que el inmueble mide 40 metros cuadrados y cuesta 875 euros. Pero tiene una pinta estupenda y, sobre todo, está en la calle de Parlament, epicentro de moda del barrio. Tan alta es la demanda que los pisos vuelan, como los precios.

El caso de los alquileres en Sant Antoni no es único. La ciudad ha vivido una espiral de subidas de precio en el último año y medio. Pero en este barrio se combinan varios aspectos que lo han convertido en objeto de deseo inversor comercial y residencial (para poner en alquiler). La guinda será el mercado, llamado a ser icónico, pero los embriones son múltiples: un plan de usos que complica la apertura de bares y restaurantes en la vecina Ciutat Vella y que inició el contagio de esta actividad, varios grandilocuentes -y pendientes- planes de renovación y atracción turística para el Paral·lel, y la confianza que desató la implantación de algunos templos gastronómicos de los hermanos Adrià.

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El interés comercial primero se ciñó al cinturón de Parlament y a la oferta culinaria. De hecho, las obras del mercado deprimieron inicialmente el comercio del entorno, como recuerdan en la asociación Sant Antoni Comerç y castigó a sus tiendas. Pero el inminente final de la maratón de trabajos ha disparado hace meses el desembarco de nuevos establecimientos de amplio espectro. Los locales comerciales más próximos al mercado están super buscados y, lo que puede ser un lastre para algunos vecinos temerosos de una previsible gentrificación, se perfila como el gran negocio para otros. En uno de los bares con más solera, la Bodega Rafel, ahora no dan abasto para la nueva clientela de horario nocturno. Pero recién llegados como el coqueto restaurante de inspiración y tapas andaluzas El Señorito, justo al lado, aspiran a que al cliente local se sumen más turistas.

VALOR AÑADIDO

La inmobiliaria Tecnocasa enfatiza en la introducción sobre el barrio de su web que es una "zona destacada por el mercado de Sant Antoni, actualmente en remodelación y da un valor añadido a un barrio a minutos al pie del centro". Resumen así los ganchos de la zona para futuros empresarios y nuevos vecinos inversores. Porque lo que puede ahuyentar a parte de los actuales residentes, atrae a muchos vecinos de otros barrios, sobre todo jóvenes. "Hay mucho interés en la zona para vivir y para invertir", y también en los barrios contiguos del Raval y el Poble Sec, explica la experta y directora de la oficina de Exes en el barrio, Vanessa Abbas, que constata el gran incentivo que supone el futuro mercado.

Afirma que la oferta es poca porque muchos propietarios "prefieren esperar un año con la previsión de que su piso valga más", y que los alquileres van que vuelan. De hecho, en el portal idealista.com, el principal en alquileres, se refleja que de los más de 1.600 pisos anunciados en el Eixample, solo hay 128 en Sant Antoni (18 a menos de 1.000 euros). Y tan solo 200 están en venta, frente a los 2.200 de todo el distrito