La Barceloneta vuelve a echarse a la calle contra los efectos del turismo intensivo

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PATRICIA CASTÁN / BARCELONA

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Falta la foto de un turista haciendo la compra en pelotas, pero el resto de la película es la misma que hace dos veranos, afirman. Tan convencidos están los vecinos de la Barceloneta de que la situación en el hiperturístico barrio no ha mejorado que este verano volverán a llevar su cabreo a la calle.

La primera manifestación será el este sábado por la tarde, pero le seguirán otras acciones para hacer escuchar sus quejas por la actividad de los pisos turísticos molestos y la proliferación de comercio y servicios turísticos que generan invasión de su espacio público, como el alquiler sin tregua de vehículos para rodar por las aceras. El cartel de la convocatoria apunta claramente a los efectos colaterales del "modelo turístico" ("especulación, inseguridad, ruidos, bicis, patines, turismo de borrachera"), pero alguna pancarta añadirá el conflicto de la venta ilegal en genérico (de las latas que inducen a esos niveles etílicos, la de alcohol fuera de horario y la ambulante en la playa y en la vía pública), avanzan.

Un nuevo verano caliente en el barrio marinero. "Hace dos años denunciamos que había unos 900 pisos por días ilegales", cuenta Sebas Huguet, uno de los representantes del movimiento la Barceloneta diu Prou, que se queja de que inicialmente se ordenaran 170 ceses (sin concretar los ejecutados) y el año pasado solo se erradicaran 29. La entidad vuelva a la carga convencida de que la actividad del alojamiento turístico es incompatible con el descanso vecinal en un barrio plagado de pequeñas viviendas y finos tabiques. En sus redes sociales denuncian los problemas de convivencia cotidianos, ruidos y escasa respuesta policial cuando hay denuncias nocturnas.

La batería de movilizaciones que preparan son un toque de atención al gobierno de Colau, después de que el sector vecinal más afín a la alcaldesa y a la concejala de Ciutat Vella, Gala Pin (exactivista del barrio), decidieran bajar el tono crítico y dejar hacer al consistorio. Fuentes de la Barceloneta diu Prou señalan que el tiempo prudencial de esperar mejoras ha pasado sin resultado. "Si hay ordenanzas que no se aplican, ¿para qué sirven?", declaran.

NEGOCIOS AL ALZA

Uno de los frentes que siguen abiertos es del de la limitación de los servicios al turista. A la proliferación de supermercados y bazares que venden sobre todo alcohol y suvenires, en detrimento del comercio de proximidad, se añade el de los negocios de vehículos de dos o tres ruedas de alquiler. Los clientes salen de allí sobre ruedas (patinetes, 'segways', bicis...) y se suman a los taxis a pedales en un berenjenal indómito por sus aceras. Cuentan que son ya 16 los establecimientos que realizan esta actividad. En lugar de remitir, dicen que la tendencia va a más. Precisamente, el ayuntamiento anunció este martes una medida provisional que prohíbe en verano la circulación de los segways por el paseo Marítim y de los patinetes y similares no homologados por el barrio marinero. No obstante, los primeros circulan por aceras de Joan de Borbó continuamente, donde se suman a bicis y todo tipo de cachivaches. Los vecinos exigen que salgan de las aceras y que se sancione su uso inadecuado.

Esa difícil convivencia entre la masificación turística, la afluencia de barceloneses que cruzan el barrio para llegar a las playas, la vida cotidiana del vecino requiere una mejor planificación de usos de la vía pública y de los servicios públicos, aducen. Y ponen la lupa sobre los autobuses de la zona, que van colapsados de usuarios playeros y apenas dan cabida al vecino.

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DIVERGENCIAS

Otra cuestión clave sobre su saturado espacio público es la venta ilegal, habitual cada año en versión de latas de cerveza por el barrio y de todo tipo de servicios en las playas, argumentan. En esta ocasión, incrementada por el macrodesembarco de vendedores en el paseo de Joan de Borbó. Pero este fenómeno puntual provoca diferentes puntos de vista en las entidades del barrio, por lo que solo se aludirá en genérico.

Y es que en el movimiento, defienden una solución social al conflicto, "con el mismo trato que a cualquier ciudadano". Derechos y obligaciones para todos, reivindican, recordando que también hay muchos residentes que están en el paro o que no han logrado salir adelante con negocios legales. Pero a la manifestación se sumará la combativa asociación L'Òstia, que insiste en que solo contempla una salida "sin represión policial", por ejemplo, facilitando un espacio físico y fijo para la venta legal, al estilo de los Encants, afirma Maria Pino, su presidenta.

En cambio, la Associació de Veïns de la Barceloneta, que la semana pasada se sumó al centenar de entidades que exigen la erradicación del mercado mantero enquistado en el Moll de la Barceloneta, prepara movilizaciones específicas a nivel de ciudad y no se sumará a esta porque no comparte el rechazo de los convocantes al futuro museo del Hermitage.