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De juguetes y de niños

Una visita al programa de Ràdio Barcelona, Cap Nen Sense Joguina, permite descubrir a una ciudad que convierte la solidaridad en tradición

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Javier Pérez Andújar

Javier Pérez Andújar

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La diferencia entre la caridad y la solidaridad bien entendidas es que la primera empieza por uno mismo y la otra se debe sobre todo a los demás. La caridad, ay caridad, es una canción de Manolo Escobar para un cine de barrio, y la solidaridad son los bigotes del sindicalismo polaco en aquellos astilleros donde se iba a hacer astillas el comunismo que surgió del frío. Es como en el libro de Suki Kim, una escritora que anduvo dando clases de inglés (y de libertad) bajo la dictadura de Corea del Norte: 'Sin ti no hay nosotros'. El título suena bien y es cierto, pero está puesto con ironía porque procede de unos versos dedicados al Gran General, por tanto, generalísimo, Kim Jong-il. Acaso es que tenemos más ideas que palabras y hemos de conformarnos con explicar el mundo mediante un puñado de letras. Palabras contadas para decirlo todo, y por eso tantas veces todo quiere decir cosas diferentes. "No hacemos caridad, creamos solidaridad", así se lo plantea, lo murmura en voz alta, Marçal Sarrats, el jefe de programas de la SER en Catalunya.

En el vestíbulo de Ràdio Barcelona, a la entrada del estudio Toreski, que viene a suponer para la emisora lo que el paraninfo para la universidad (es decir, el sitio donde pasan las cosas bonitas), ya han empezado a acumularse desde unos días antes de la noche de Reyes los juguetes que la gente entrega para la campaña Cap Nen Sense Joguina. Barcelona es una ciudad capaz de convertir la solidaridad en tradición, y ahí se ve, no que seamos una ciudad tradicionalista, sino que el mundo no cambia, y lo que fue necesario antes continúa siendo necesario ahora. ¿Por qué no cambia el mundo? Como diría Aznar: estamos trabajando en ello.

El Cap Nen Sense Joguina muestra que lo que fue necesario antes continúa siendo necesario ahora

Además del vestíbulo del Toreski, también hay muchos juguetes a medio desenvolver almacenados en el cuarto de luces de la radio, como los padres que guardan en una habitación los regalos que les han tenido que dejar los Reyes por adelantado. En Cap Nen Sense Joguina se celebra un mundo al revés donde la gente se ayuda tanto como puede, y los regalos en vez de envolverse se desenvuelven para poder darse; pero solo un poco, lo justo para que antes de llegar a la niña, al niño, sea revisado. Envolver un juguete es tan bonito como regalarlo. Al envolver un juguete, al forrar un libro, el tiempo se pone de nuestra parte y cobramos una consciencia profunda de lo que estamos haciendo. Ocurre como con la piel, es lo que más queremos porque sabemos que es lo primero que nos van a arrancar.

La periodista Rosa Badia, esto también lo dice Marçal Sarrats, pero lo sabe todo el mundo que oye la radio, es el alma de Cap Nen Sense Joguina. Ella sonríe con escepticismo, acaso misterio, y sacude la cabeza y dice que no recuerda en qué año empezó a participar, pero que hace más de 30, cuando lo presentaba Andrés Caparrós. Entonces aún no se celebraba la subasta de los objetos que personalidades y famosos donan para recaudar fondos y así comprar más juguetes. Hay gente que esto lo encuentra frívolo y especulativo y no le parece bien participar. Quizá no haya que tomarse a uno tan en serio; tal vez nada de lo que uno haga durante toda su vida sea más importante que un niño con un juguete cuando es la noche de los juguetes y los niños.

Hasta los buenos tiempos generan su propia forma de injusticia

Este viernes el programa celebró su edición 51, y la del año pasado, la del medio siglo, fue un bombazo. Todos los récords batidos, más de 20 horas seguidas de emisión y 44.000 euros recolectados para repartir en regalos entre los niños pobres y las niñas pobres. Hay niños y niñas pero no hay pobres y pobras, la pobreza no tiene género. Los juguetes reunidos llegan a 11.000 niños de toda Barcelona y otras ciudades más o menos próximas. Rosa Badia explica que esto no ha ido a menos, que su percepción es que cada vez hay más niños en situación de necesidad. ¿Significa eso que el mundo es cada año más injusto? Pero preguntárselo puede deberse a que cada vez uno está más ciego. Lo puso de título Sánchez Ferlosio: 'Vendrán más años malos y nos harán más ciegos'. Hasta los buenos tiempos generan su propia forma de injusticia.

Marçal Sarrats evoca tiempos duros, que son los de su abuelo Pere, un barcelonés normal y corriente que ha colaborado desde antiguo con el programa. Cada vez que se acercaba Reyes, lo mismo: tomaba el tranvía del Clot y se iba a la radio a dejar el juguete. Fue en la edición del año pasado cuando, a los 84 años, lo vio por primera vez en directo, como tanta gente hace esa noche. Aunque el Toreski es un estudio grande, no caben más de 80 personas, así que para que lo presencie la mayor cantidad de seguidores durante las muchas horas que dura Cap Nen Sense Joguina, se va relevando al público por turnos de 20 o 25 minutos. Hay una ruta tradicional que las familias hacen la noche de Reyes y que consiste en ir a la cabalgata, luego comprar un juguete en los puestos de la Gran Via y llevarlo a la radio. Entonces se forma en la calle Casp una larga cola con gente que espera para entrar en el estudio, y que es la gente de Barcelona.