Brompton, la bicicleta de James Bond

La icónica marca abre en Barcelona su tienda más grande del mundo, un templo para los devotos del 'iphone' de las bicis

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CARLES COLS / BARCELONA

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Andew Ritchie es el Steve Jobs de los devotos de las bicicletas Brompton. Lo de devotos es oportuno porque este exjardinero de profesión decidió el nombre de la bicicleta que tenía en mente casi al azar. Eso era a finales de los años 70. Desde la ventana del despacho londinense donde trabajaba en el diseño de su invento, lo que Ritchie veía era el Brompton Oratory, que es como popularmente conocen los católicos ingleses la iglesia del Inmaculado Sagrado Corazón de María. Hay que convenir que este segundo nombre, el oficial, hubiera tenido menos pegada comercial si de pedalear se trata. Obviamente, Ritchie no inventó la bicicleta plegable, pues eso es en esencia una Brompton, pero sí un diseño ingenioso y, sobre todo, un proceso de fabricación artesanal que, según se afirma, garantiza una vida útil de 40 años de uso cotidiano. Total, que si alguien cree que el 'street fighter' entre peatones y ciclistas está en su punto más álgido, que se prepare para los próximos asaltos.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"El n\u00famero de usuarios del Bicing cae,\u00a0","text":"el n\u00famero de ciclistas crece. Lo que los del 'proc\u00e9s' no han logrado, aquello de ensanchar la base social, lo ha\u00a0conseguido la 'naci\u00f3n bicicleta'"}}

Recapitulemos. El número de abonados del Bicing ha caído progresivamente desde que en el 2009 ese servicio público plantó la bandera en su Everest particular. Aquel año había 190.000 usuarios o, al menos, esa era la cifra de carnets expedidos. La última cifra oficial de abonados es muy inferior, 96.452 este mismo mes de abril. El uso de la bicicleta como medio de transporte en la ciudad, sin embargo, crece. Barcelona ronda una media diaria de 140.000 desplazamientos en bici. En tres años esa cuota ha crecido un 15%. La conclusión natural es pensar que el Bicing ha sido un rito de iniciación para muchos barceloneses, la semilla de un posterior florecimiento, pero que las molestias (el estado deficiente a veces de las unidades disponibles, la dificultad para encontrar una o, peor aún, la imposibilidad de aparcarla) han propiciado que muchos usuarios prefieran tener su propia bicicleta. Aunque probablemente así ha sucedido (lástima, pero no hay estadísticas oficiales sobre el parque de dos ruedas sin motor de la ciudad) esa conclusión pasa por alto un detalle tal muy importante, el efecto Brompton, el 'iphone' de las bicicletas.

NI ROLLS ROYCE NI JAGUAR

El próximo jueves abre en Barcelona la undécima tienda del mundo monográfica de esta marca icónica. Es, además, la más grande del planeta. Cosas que pasan en Barcelona, No es que sea una gran superficie, pero exhibe de forma permanente 120 unidades de esta bicicleta plegable, absolutamente artesanal, un inusual hoy en día ‘made in England’ (recuerden, Rolls Royce ya es propiedad de la alemana BMW y Jaguar, de la india Tata), que se montan pacientemente a mano, solo 50 unidades al día. Sería la bicicleta de James Bond si tuviera que perseguir así al villano Ernst Stavro Blofeld en una nueva aventura.

La apertura de una tienda exclusivamente Brompton puede parecer, de entrada, un acontecimiento menor, merecedor de una simple gacetilla periodística, pero las cifras revelan el clásico movimiento de magma que antecede a una erupción volcánica. Barcelona es, según Óscar Alcaraz, responsable de la tienda, la ciudad del mundo con el mayor índice de bromptons per cápita. Se dice pronto. Según datos de la compañía, hay una 20.000 unidades en Barcelona de esta bicicleta que no destaca precisamente por su precio económico. Redondeando, tres billetes de los morados, ¡glups!

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En las página de la sección de política se relata a menudo cómo los independentistas tratan de “ampliar la base social del ‘procés’”. Parece que las dificultades son mayores de las previstas. En Barcelona, la base social de los usuarios cotidianos de la bicicleta se ha ampliado a un grupo inimaginado hace pocos años, ese nebuloso segmento de lo que se consideran los profesionales liberales, que, lo sean o no, podrían fácilmente confundirse estéticamente con ellos. Descubrieron primero con el Bicing que en una ciudad en la que los coches circulan a 12 kilómetros por hora de media, a pedales, en según qué rutas, se alcanzan los 20 kilómetros por hora. Luego, sencillamente decidieron tener su propia bicicleta, pero el gran tapón para la amsterdamización de Barcelona han sido siempre los robos. En la ciudad holandesa, el remedio contra los robos, que también los hay, ha sido optar por bicicletas poco apetitosas para los ladrones. Las Brompton así son escasas en Amsterdam. En Barcelona, las primeras bicicletas en ser usadas como medio cotidiano de transporte fueron las mountain bike, hace unos 20 años, totalmente inapropiadas y caras. Con ellas nació el miedo, justificado, al robo. La solución del puzle local han sido los pesados candados y, en paralelo, las bicicletas plegables, cuyo uso crece en progresión aritmética. Según Alcaraz (que, por supuesto, barre para casa), la ‘cultura Brompton’ ha dado el salto y ya no es la solo la bicicleta de los profesionales liberales. Su pronóstico es que, polémicas al margen sobre los kilómetros de carril bici de la ciudad y sobre el pulso con los peatones, el uso de la bicicleta como medio de transporte cotidiano no hará más que crecer en los próximos años, sobre todo porque la próxima revolución por venir son las bicis eléctricas. En Alemania se han vendido ya unas 500.000. En Francia, 200.000. En España son testimoniales. En el 2017, en un proyecto del que apenas se conocen detalles, está previsto el lanzamiento al mercado de la Brompton plegable y eléctrica. Será el 'street fighter two'.